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Izuku estaba instalado junto a Eve, con sus brazaletes en mano aún; sus esferas color hierba fresca ahora se deslizaban de un lado a otro, mientras veía a todo el pueblo comenzar a armarse y guardar sus cosas con total seriedad y prisa. Era tarde, así que debían emprender la marcha a la pirámide lo más pronto posible.

Midoriya sabía a la perfección que eso no era una buena idea para el pueblo. Sabía que revelarse ante Bakugō era una locura, pues aquel tenía algo que la bruja a su lado le había impuesto.

Si bien los rizos albinos ahora iban de un lado a otro en aquella casa, con techo de madera, no decían palabra alguna, sus expresiones hablaban por sí mismas. Aquella estaba sumamente preocupada por su faraón caprichoso, y aún si su cuerpo anhelaba estar a su lado apoyándolo, le estaba prohibido.

Midoriya, harto de ver esa expresión afligida, se puso de pie tras haber dado un golpe a la mesa con sus puños.

Eve se exaltó.

—¿PORQUE LE TIENES LÁSTIMA? ¡ÉL TE ECHÓ!—Exclamó histérico y resentido, siendo esa mezcla de sensaciones comprendida por la albina hermosa y esbelta—.

Un suspiro salió de los labios rosas y tersas cuerdas vocales afables, sólo sacudiendo sus cabellos con sus manos, que gozaban de unas lindas uñas conservadas en perfección.
Ella aún no comprendía los motivos de que Izuku fuera tan torpe y distraído —además de poco observador—ante las acciones y motivaciones verdaderas que Bakugō había tenido al lanzarlo al vacío.

En consecuencia, exhaló algo cansada, de aquellos gritos que se mantuvieron todo el día, y dichos candentes ojos verdes ahora estaban posados en ella.

—Izuku, realmente no sabes nada sobre Katsuki, sólo llegaste a su lado hace menos de un mes... Me estás irritando —declaró en ese momento con toda seriedad, suspirando y frunciendo el ceño suavemente—.

Empero, aquello sólo lo hizo molestarse, enfurecerse e irritarse con Eve.
Aquella lo comprendía, y preveía que aquel iba a intentar callarla a la fuerza al negarse de aceptar que ello era certero.

Las dos manos de Izuku se habían dirigido a su cuello femenino desde atrás, sólo que aquella se había puesto de pie, causando que no llegara a sujetarla, por el contrario, ella sujetó la nuca de Izuku, atrayéndole a su cuerpo tras apresarlo de las manos.

—Escucha, Deku, sé que has matado a Yaoyorozu, y me vale mierdas —declaró mientras presionaba, con sus uñas, el cuello masculino—. Sin embargo, estás siendo un idiota tan orgulloso como Katsuki al no pensar siquiera las cosas con calma.

Abruptamente Izuku se distanció de ella, empujándola con algo de bestialidad, mientras sus orejas de chacal en tono negro bajaban lo más que podrían. Sus orbes verdes ahora estaban vidriosos y sus puños con cicatrices con presión. Si bien él jamás, en toda su vida, había recibido afecto luego de que se lo llevara ese anciano... Había tenido la esperanza de que Katsuki tenía empatía y afecto a hacia él. A su "inútil trasero", como le denominaba.

Gruesas lágrimas comenzaron a caer a través de sus ojos, puesto que el dolor de haber caído en falsedades y mentiras le era demasiado molesto e incontrolable.

—Kacchan me lanzó al vacío... El mismo día que le conté toda mi vida... Se burló de mí —sollozó con desolación en su mente y alma, alzando su vista al sólo llevar sus orejas adquiridas hacia atrás, en lugar de abajo, pareciendo un gatito asustado—... Kacchan solo se rió de mí, a pesar de que me abrí a él ¡a pesar de que le conté toda mi vida y lo que él era para mi!—exclamó esta vez, al sentir su voz empezar a romperse, llevando sus manos a sus ojos, limpiando las lágrimas que recorrían sus pecas y mejillas—.

Tortura en corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora