Un mundo en contradicción

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Si algo ha puesto de manifiesto el fenómeno de las migraciones es el hecho de desvelar la esencia de los "seres humanos" que hacemos vida en este planeta es sobre el egoísmo global. Si algo callan los emigrantes es el tolerar el irrespeto, que muchas veces se convierten en objeto de humillaciones por la nacionalidad que portan, olvidando que todos somos ciudadanos del mundo.

Las calles que recorro, por cierto de un país que no es el propio, escucho, a paisanos y otras personas de otras latitudes, sufrir por el hecho que le digan "lárgate a tu país", o "ustedes los extranjeros vienen a robarnos el trabajo a los nacionales". Dejando a un lado que el receptor de esas palabras es un ser humano que vive con la esperanza de llevar unas monedas para cubrir las necesidades de sus seres queridos, y aún más, el poder comer, tal siquiera, un pan con algo de embutido.

Un mundo en contradicción dado que se promulga la defensa de los derechos humanos y la lucha por una igualdad tanto de género o de convivencia pero esa lucha no tiene sentido si se desprecia a seres humanos que padecen y buscan forjar un provenir mejor, sustentado en la esperanza y en las ilusiones que alberga en sus corazones.

Es una contradicción etiquetar o descalificar a un ser humano que busca emigrar como un delincuente pero muchos politiqueros comenten robos descarados que lesionan el patrimonio de una nación, y aun así se sientan revestido de impunidad.

Por ello, en definitiva, un mundo de contradicción. 

El silencio de los emigrantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora