Doble Cara

Capitulo 6

Inmediatamente abrí la ventana. Me asome hacia abajo, no parecía estar muy alto, quizá unos 2 metros y medio. Si saltaba, aún a esa altura, cabía la posibilidad de torcerme un tobillo o romperme incluso la rodilla si no caía correctamente, pero sabía que si no lo hacía los policías vendrían por mi y yo no podría conseguir las respuestas que tanto quería.

Los policías ya subían por las escaleras, no podía escuchar exactamente de cuantos se trataban pero por el sonido de sus pasos eran quizá alrededor de 6. Bruscamente tocaron a la puerta mientras se posicionaban.

- Señor Beckham! Esta usted bajo arresto tras asesinar al señor y la señora Beckham. Tenemos suficientes pruebas, incluyendo la verificación de sus huellas y la ausencia de una coartada que demuestran su culpabilidad. Salga ahora de inmediato o nos veremos forzados a usar la fuerza. - gritó uno de los hombres violentamente.

Entonces mi amigo si me había traicionado? No me había ayudado con lo de la coartada? Si el policía decía eso debía ser verdad, mi amigo ya no estaba ayudándome, al contrario, se había cambiado de bando. Como era posible? Además, como era que el asesino ya lo sabía?

Si no saltaba ahora no podría conocer la respuesta. Lo próximo que los policías harían sería derribar la puerta y yo sólo estaría acabado. Tomé una última bocanada de aire y cerré los ojos, después de eso me solté de lo único que me sostenía a la ventana y me dejé caer.

Al caer rodé varios metros más adelante. Me percaté de que por suerte, sólo uno de mis tobillos se había torcido un poco, pero no representaba ningún problema grave. Rápidamente me puse de pie y comencé a correr hacia el río antes de que los policías pusieran un perímetro.

La fábrica no estaba muy lejos, antes solía ser una pequeña industria de textiles, pero tras una de las muchas crisis ésta quebró. La construyeron al lado del río, de manera que el cargamento pudiera ser fácil de transportar.

Ya me faltaba muy poco, sólo unos 20 metros. Sólo unos 20 metros para ver la verdadera cara del asesino, para descubrir las respuestas que yo tanto buscaba, y sobretodo, para saciar mi sed de venganza. No había nada en ese momento que pudiera detenerme, eso es lo que yo sentía.

Saqué mi arma del bolsillo, estaba decidió a apuntarle a la cabeza justo después de encontrarlo, no pensaba correr ningún riesgo. Mi amigo Bill no quería que usara la violencia, pero yo sólo sentía que esa era mi única opción.

Aún no había decidido sí matarlo o no. Entregarlo a la policía probaría mi inocencia, pero de igual manera lo haría mostrarles el cadáver. Podría simplemente decirles que no tenía otra opción más que dispararle, porque el asesino amenazaba con quitarme la vida. Podía usar esa excusa como auto defensa propia, no era mala idea.

Al entrar mi corazón casi estalla de la ansiedad. Todos los sentidos de mi cuerpo se pusieron alerta. Él podía estar en cualquier parte.

Casi no había ventanas, eran puras paredes altas recubiertas de metal. Y la iluminación no era la suficiente como para poder ver todo claramente.

- Bienvenido - escuché decir a una voz que hasta cierto punto me pareció irritante.

Todavía no me había dado la vuelta pero yo sabía que se trataba de él. Posicionandome me gire y di rápidamente media vuelta mientras apuntaba con la pistola a la pequeña figura al fondo.

- Vaya, no tendrás tan buena puntería como para dispararme a esta distancia o si? - respondió con un tono extrañamente elegante. - Déjame acercarme.

Claro que podía matarte a esa distancia si yo quería. Yo podía hacer contigo lo que quisiera, tu estabas desarmado después de todo. Que ingenuo! Que ingenuo al pensar que nuestro encuentro podría resolverse con simples palabras! Casi sentí lástima por él, pobre! Espera a que sacie mi sed de venganza contigo. Espera a sufrir lo que sufrieron mis padres a merced de mi propia mano.

No podía verle todavía claramente. No se encontraba muy cerca y la oscuridad no me lo permitía. Conforme iba acercándose más y más yo sostenía con más fuerza mi arma. Lo hacía de una manera extraordinariamente firme, nada podía hacer que fallara mi tiro si yo lo deseaba.

Pero cuando él estaba a tan solo 10 metros de distancia mis manos comenzaron a temblar descontroladamente. Mis ojos se hicieron cada vez más grandes con cada paso que él daba. Yo no podía creer lo que veía en esos momentos. El rostro de ese monstruo era el más temible que yo alguna vez había visto, y era el que menos me podía imaginar.

Ya no pude fijar el blanco firmemente, mucho menos fui capaz de darle. Comencé a bajar el arma conforme iba comprendiendo lo que tenía ante mis propios ojos. Un gran escalofrío recorrió mi cuerpo entero, toda la adrenalina que tenía dentro mío se había esfumado como por arte de magia. Ahora sólo prevalecía el miedo.

Comprendía que no se trataba de un sueño, sino de una pesadilla. Una pesadilla vuelta realidad. El asesino se paró en frente de mi, y yo no hice nada al respecto. El sólo me dedico una sonrisa gentil y malvada, de esas que no hacen más que aterrorizarte.

Ya no podía dispararle. Sabía que no era capaz de hacerlo. Me había paralizado por completo. El estar estar parado frente al asesino era como ver mi propio reflejo en un espejo.

Lo sé porque... yo solo me veía a mi mismo.