Ella llovía y llovía.Ella llovía y llovía.
Ella llovía y llovía.
Yo para apaciguar su lluvia, decidí mojarme de su llover.
Tal vez así no se sentiría tan sola.
Quizás entendería que cuando ella llueve, también me moja a mí.
Y así tarde o temprano sus nubes se separen y sus cristales no reflejen más que luz.
Ella ya no llueve,
ahora sonríe.