¿Sabes en ese momento en el que te haces amigas de unas dementes? No se en que momento exacto nos hicimos amigas, creo recordar que fue en la universidad, cuando cada una de nosotras venía de carreras diferentes, pero aún así nos hicimos amigas por azares del destino.
-Venga chicas, solo un fin de semana, -seguía diciendo emocionada como ella sola María- prometimos irnos de vacaciones este año.
-Si consigues la forma de que me salgan gratis, yo me apunto, además los turnos en el hospital este año no los puedo cambiar.
Era pleno julio y habíamos quedado en nuestra cafetería favorita, la Dorada, que estaba en el barrio de Malasaña. Era esa cafetería en la que ninguna de las cuatro teníamos excusa para no acudir a nuestras quedadas porque era un punto intermedio entre la casa de todas. La habíamos descubierto un día, en el que María nos llamó diciendo que había encontrado al amor de su vida y le había roto el corazón. Todas acudimos allí, porque no nos adelantó nada por teléfono, como no, siempre haciéndose la misteriosa. Desde ese día la Dorada formó parte de nosotras, íbamos allí siempre que podíamos y los camareros nos trataban como si fuésemos familia.
-María, yo este año lo tengo complicado, han metido unos proyectos de última hora, y me parece que me quedaré sin vacaciones -respondí yo, mientras seguía dándole vueltas a mi café descafeinado.
-¿Enserio? Un año, prometimos irnos un año solo de vacaciones, hace mucho que no nos vamos juntas de vacaciones todas.
-Yo lo siento, pero me voy al pueblo chicas, ya sabéis, mis padres están pesaditos con la idea de que pasemos todos juntos unos días y no puedo decir que no. -La cara de María pasó de ser emocionante a hacer pucheros tras lo que dijo la rubia del grupo.- Y dicho esto, me voy que no llego a la oficina -Mireia se levantó de nuestra mesa dejando unas monedas para que se cobrará el camarero.
-Esta chica es aburrida, ¿a qué vosotras si molaís?
-Lo siento Mery, pero no hay manera de cuadrarlo.
Ay Cova, en verdad todas sabíamos que te morías por ir al pueblo y estar unos días debajo de las alas de tus padres.
Eramos un grupo de chicas un poco, cada una con sus rarezas tenían que ver con la otra, quizá era eso lo que hacia que estuviésemos tan unidas. María era la periodista del grupo, pero no una periodista cualquiera. Trabajaba para la revista de moda con más éxito del momento, siempre estaba viajando por su trabajo, y pareja estable, lo que se dice estable, nunca tenía, le gustaba ir de flor en flor, de hecho hacía muy poco nos dijo que en el trabajo la habían encasillado las chicas como la calienta-hombres. Querida María, nunca te lo hemos dicho pero todas sabíamos que tenías una chorbi agenda en tu móvil.
Por otro lado estaba Mireia, la rubia del grupo, la chica que salió de su pueblo con 18 años por primera vez, y a la que le daba miedo estar una larga temporada allí, no fuera que el mundo se acabará y ella se quedara sin ver el mundo. Era su sueño, ir a recorrer el mundo, ¿el problema?, su trabajo. Bendito trabajo el que ella tenía. Cada vez que quedábamos siempre era la primera por escaquearse por cuestiones de ''trabajo''. Empezabamos a pensar que tenía una especie de amante, pero que le daba miedo confesarlo, no sea que la encasillaramos como buscona. Mireia, en tu pueblo son antiguos, aquí en la ciudad no lo somos, puedes confiar en nosotras.
Luego estaba Covadonga, o Cova como nosotras y su familia le decimos, que era una médica de vocación, era la chica mas familiar de las cuatro diría yo, siempre estaba con la idea de que un día le gustaría formar una familia numerosa. Siempre esperaba que en su día llegara su príncipe azul, pero no uno cualquiera, uno que le gustara a sus padres. Ay la pobre, siempre anteponiendo la felicidad y el orgullo de sus padres ante su felicidad propia.
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Los ojos de Carlota
RomanceCarlota vive con su hermano Carlota tiene tres amigas muy locas Carlota tiene miedo al pasado Carlota vive en una vida en calma hasta que aparece ella