Era el mas terrible, el implacable, el mas feroz

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Ya eran sus últimas semanas en el país que lo había visto nacer, cuando solo era un niño nunca imaginó que dejaría su ciudad ni mucho menos que fuera a causa de un extranjero que encontró por casualidad, ni que el mismo se convertiría en sus últimos pensamientos. Quien lo creería...
Pero no podría irse sin una despedida a su familia y amigos más cercanos, solo le quedaba despedirse de un viejo amigo de la infancia que hacía la práctica para ser doctor en un hospital cercano, luego de esto podría comenzar una nueva vida junto a quien amaba. Sería un buen momento para que ambos amigos se pusieran al día respecto a sus vidas, aprovechando la hora de almuerzo.

Sin embargo esta conversación no llegaría a realizarse, al menos por este día. Cuando avanzaba entre los blancos pasillos del lugar una de las puertas se abrió de pronto, su mente de inmediato comienza a barajar posibilidades de algún alma en pena al no ver rastros de gente detrás. Pero algo le decía que debía entrar a la habitación, como si su instinto le ordenara ir y descubrir que había detrás.

Solo hizo caso a su instinto.

Él veía una habitación de hospital común y corriente, un reloj marcaba constante el tiempo transcurrido con un tenue "tic tac", casi al compás de las máquinas que mantenían a la persona con vida, un hombre sin duda, igualmente un montón de tubos y agujas estaban conectadas a su cuerpo en misa señal de su frágil estado. Y su ángel se encontraba a un costado.

Sintiéndose un extraño a la situación mantuvo su distancia hasta que el ángel levanto la vista con un leve gesto triste, quizás por la situación en la que se encontraba.

— Accidente en auto. — Paseaba sus pálidas manos sobre los cabellos rubios del inconsciente. — Sentía que tenía mucho por vivir... por desgracia su vida no es más que un suspiro mío o tal vez un poco más. —

Incapaz de mantener la vista al frente baja la mirada, Pedro seguía sintiendo ese gran respeto y su actuar lo demostraba, no se da cuenta de la sonrisa comprensiva.

— Puedes levantar la mirada,  Pedro... —

Abre los ojos sorprendido.

— ¿Cómo es que tú...? —

Una mano blanca se alza en busca de silencio, no tarda mucho en concederlo.

— Muchas dudas se juntan en tu cabeza ahora, ¿cierto? Muchos tienen la respuesta pero el miedo es más fuerte, tampoco es fácil revelar estas verdades que te fueron ocultas en su momento, pero ahora las podrás conocer joven caído. —

Las piezas poco a poco van encajando en un gigantesco rompecabezas inconcluso.

— Pero, ¿las responderás? Siento que este don que tengo no es por casualidad, no se, lo presiento. —

— Tienes razón... se te dió por una razón tan noble y pura que enterneció al corazón del creador, muchos somos los que alabamos tu sacrificio y por esto conozco tu nomb-... — La sonrisa serena fue bruscamente cambiada por una mueca de dolor, el ángel volteó la vista hacia quien seguía en cama entrando en cuenta de cómo los latidos de su corazón disminuían hasta finalmente dejar de sentirse. Un molesto pitido fue la señal de que había dejado el mundo. — No... todavía no... —

— ¿Ya está..? —

La expresión del ángel lo indicaba todo y no tardaría en desaparecer junto con él, ni siquiera había contestado sus preguntas y ya debía marcharse, maldijo para sus adentros la suerte que tenía. Aunque igualmente no podía evitar sentir cierta tristeza por el ángel, lo único que sabía era que estos desaparecían pluma por pluma, dejando una sensación de angustia en el ambiente, su mirada perdida nunca la podría explicar pero no habían palabras en la tierra para describir el sufrimiento que este expresaba por sus ojos.

Un par de enfermeras entraron a paso rápido a la habitación poco después de que el ser de luz desapareciera, comenzaron las preguntas de si Pedro se trataba de algún familiar del recién difunto a lo que niega con la cabeza y abandona el lugar, todavía bastante conmocionado por la experiencia, sus pasos se aceleran sobre el reciente asfalto a cada segundo hasta transformarse en una frenética carrera. Como si correr alejara de su mente lo recién vivido.

"Dios..."

En una calle algo más alejada del hospital recarga el peso de su cuerpo sobre sus rodillas para recuperar el aliento, ignora a momentos las miradas curiosas de la gente qué pasaba con sus propias dudas mentales.

¿Cuál era ese tan famoso sacrifico del que hablaban?

El ángel mencionó que gracias a ese gran sacrificio le fue entregado su don, no podía imaginar que habría hecho tan grandioso para conmover a Dios mismo, las posibilidades volvieron a su mente en busca de una respuesta por lo menos creíble, mientras sentía la mirada de todos los ángeles que pasaban por el sector sobre sus hombros, evaluando la situación en silencio como siempre había sido. Incómodo.

Suspiro antes de incorporarse por completo y reemprender el camino a casa.

Las dudas podrían esperar.

Todavía tenía un viaje que planear.

¿Angel para un..? 『  MexChi 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora