Epilogo: Lo que se cuenta del dia despues

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En cambio Manuel estaba a un costado de la cama junto al cuerpo inconsciente de su pareja, sus ojos mortales no habían visto nada más que al contrario desmayarse sobre el piso luego de tener una batalla contra algo en su sala de estar, no entendía lo que pasaba, pero sabía que si dentro de un tiempo el no despertaba lo llevaría a un hospital, no era normal, obviamente no era normal. Se deja caer al piso con cansancio aferrándose al agarre que mantenían sus manos, cierra los ojos concentrándose en su propia respiración para intentar calmarse.
En ese momento en el que cerró los ojos Pedro volvía poco a poco en si, sentía esa leve desorientación inicial de no saber dónde estaba, se mantiene mirando el techo largo rato hasta que se dio cuenta de que algo le tenía sujeta la mano, deja ir su vista en esa dirección encontrándose con él, arrodillado a un costado de la cama, se mantiene mirándolo por un rato. Ya sabiendo dónde estaba intenta levantarse pero el dolor producto de la caída anterior lo hace quejarse un poco, alertando a Manuel.

— Pedro gracias a Dios — lleva ambas manos a las mejillas contrarias para asegurase que estuviera bien, con una sonrisa de alivio — me preocupaste caleta

Pedro no respondió, siguió mirándolo de arriba a abajo pero el otro se encontraba demasiado aliviado como para notarlo, despeja su frente de algunos cabellos rebeldes pero estos vuelven sacándole una risa.

— ahora explícame  ¿que cresta pasó antes?

Sigue sin murmurar palabra.

— ¿Pedro?

— ¿quien eres tú?

A la semana después Pedro volvió a su país para la sorpresa de sus familiares, y por más que Manuel intento a lo largo de esos eternos días hacerlo recordar quién era nada resultó, había despertado en un lugar que no conocía junto a alguien que aseguraba ser su pareja y no recordaba nada al respecto, según parecía no lo recordaría nunca. Sencillo era de comprender para los ángeles que veían pasar a unos desolados ojos café por las calles de Santiago, su ángel había sacrificado su alma para permitir que el tuviera unos años más de vida, toda esa infancia que le habían otorgado pensaba que tenía el don de ver más allá, nunca habría pensado que era un ángel en realidad, y la existencia de lo que viene después de la muerte no es algo que se pueda andar divulgando con libertad, Pedro perdió sus alas y esencia celestial a cambio de pasar su vida junto a quién amaba, pero por desgracia tuvo que olvidar todo lo relacionado a su anterior vida, y por consecuencia, a Manuel.
El nunca llegó a saber esta información.

Siguió su vida luego de la partida de Pedro, sin la sombra de un ángel a sus espaldas porque está ya se había marchado, mientras intentaba reponerse de la abrupta perdida de su pareja, se sentía fatal, más por fallar en su misión de recordarle quién era, además sumándole su pesimismo habían hecho la peor combinación, "si no me recuerda por algo será" se decía con amargura mientras retornaba poco a poco su rutina.
Por suerte para su mente, pronto asimilo que quizás solo era una vil jugarreta del destino, terminó por aceptar que nunca volverían y siguió adelante, siempre lo había hecho y ahora no sería una excepción Seguiría a pesar de no tenerlo a su lado y estaba bien con eso, o eso quería pensar.

Por eso, cuando vio a Pedro pocos años después en la plaza de armas sacando fotos y mirando a su alrededor no se le acercó, sería reabrir una herida que todavía no terminaba de cicatrizar, simplemente sonrío al verlo con esa sonrisa que tanto adoraba en su rostro, pero a la distancia, sabía que después de tanto tiempo había olvidado su rostro, o que quizás ya se había establecido allá en su país. Lo mejor era no involucrarse otra vez en su vida por mucho que le pesara.
Dio media vuelta y se alejó de la plaza sin que él notara su presencia.

Ya lejos, algún que otro vendedor ambulante alzaba la voz lo suficiente  para devolverlo a la realidad, una realidad en donde había un carrito de sopaipillas a pocos metros, revisa sus bolsillos encontrándose con cuatro monedas de cien pesos, no lo pensó mucho. Saluda con una inclinación de cabeza al vendedor y se compra una, pero cuando giraba sobre sus pies para continuar su camino unos ojos que reconocía tan bien lo miraron.

— chuta sorry — murmura casi al instante, la impresión de tenerlo frente a frente lo deja en blanco un momento — no te había visto

— no te preocupes

Pedro sonríe encogiéndose de hombros disimulando lo más que puede su mirada sobre quien en algún momento fue su pareja, tuvo la esperanza de que lo reconociera pero niega la cabeza apartando ese pensamiento, no se podría corregir aquello. Todavía con sus recuerdos a flor de piel lo rodea por la derecha para continuar su camino, y sin embargo Pedro lo persigue con la mirada un tiempo hasta que finalmente son sus pies los que avanzan.

— ¡hey!

Se queda de piedra en su sitio y con un intento de sonrisa voltea el torso para ver si se refería a el o solo había ilusionado de más.

— perdón por molestarte pero, obviamente eres chileno digo, el acento y esa bandera que tienes en la muñeca — habla nervioso señalando con el índice la muñequera de la bandera chilena que traía Manuel en su diestra, un regalo que le dieron en su enseñanza media y por algún motivo no se la había quitado — eh, digo yo...

Manuel no pudo evitar reír un poco, seguía siendo Pedro de todos modos, recordó por un momento sus primeros encuentros cuando el parecía tan nervioso. Sonríe con añoranza sin dejar de mirarlo.

— yo estoy de turista, si, y... no tengo mucho tiempo para andar a lo tonto por ahí así que ¿que mejor que un chileno para contarme lo que tengo que ver si o si? Solo si no te molesta digo

— por mi no hay problema, justo ahora estoy desocupado, podría guiarte yo mismo y hasta darte un mini tour

— ¿de verdad? ¡Gracias! Estaré muy agradecido de que me acompañes — por un momento desvía la mirada de Manuel para enfocarla en el tumulto de gente que iba y venía — hay algo de Chile que siempre me llamó, es casi como si me dijera que buscará algo acá... ¿loco no crees?

— muy loco...

Quizás, solo quizás tendría una última oportunidad.

— no me he presentado perdón, soy Pedro

— Manuel

No podía ver ángeles, ni demonios, solo era un simple humano con una vida ordinaria, vida por el cual un mismísimo ángel se sacrificó solo para darle más tiempo, seguía sin saberlo pero era lo que inconscientemente lo animaba a seguir, pese a ver frustrado un amor interrumpido en circunstancias que todavía no llegaba a comprender. Y quizás aun así, después de todo lo que les había pasado, ese romance tenía una oportunidad de volver, por eso no dudó mucho en ayudarle porque aunque no lo supiera estaba repitiendo la misma historia solo que al revés, y ahora con algo de suerte, o con la ayuda del destino quizás, terminaría con un final feliz.

The end

¿Angel para un..? 『  MexChi 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora