SENSITIVE || (Bakudeku/Katsudeku) 《OMEGAVERSE》(Cancelada)

PREFACIO

—¡No corras tan rápido!

El pasto crujiente se hundía al ser aplastado por aquellos dos pares de zapatos.
El viento helado de la noche arremolinaba las hojas, encaminándolas hacia los confines de la llanura al lado de la carretera. Dos almas perdidas jugaban a atraparse, a sabiendas de que ya deberían estar durmiendo a esa hora. El cielo teñido de un infinito azul, podía reflejarlos a través de las estrellas. Se encontraban lejos de la ciudad, donde el humo y contaminación no opacaría la extraordinaria vista que ellos gozaban.
Al estar aproximadamente un metro de distancia, la morena se lanzó sobre su enamorado y ambos quedaron tumbados en el suelo. Le dio la vuelta y rozó sus mejillas con este, sedienta de su cariño. El muchacho soltó un quejido en protesta pero eso no detendría su risa burlona.

—¡Pesas mucho!

La chica paró en seco y lo miró con furia sarcástica. Infló los pómulos y le dio un golpecito en el estómago.

—Oh, cállate. Tú eres quien me llevó a comer McDonald's en la tarde, así que toma la responsabilidad.
El castaño no dudó en tener un gesto triunfador aún perdiendo el pequeño juego. Le gustaba molestarla, mas no significaba que no la amara demasiado.
Impuso fuerza y pronto ahora él se encontraba apresándola. Ella se sorprendió, su rostro tal cual color rojo resaltaba en su blanquecina piel.
—¿Qué pasa? -sonrió travieso al ver como ella cubría su cara con las manos, totalmente avergonzada.—¿Te asusté? Ya deberías saber que yo siempre tengo el control.

Acomodó su flequillo por encima de su oreja y la observó con calidez. La muchacha aprovechó esa oportunidad, lo cogió de los hombros, y lo empujó hacia atrás volviendo a la posición original.

—¿Decías?

—Lo siento, supongo que el poder femenino no es nada contra mí.

Rieron.
Se sentaron uno junto al otro, disfrutando la belleza de los cuerpos celestes posicionados de tal manera que creaban constelaciones y figuras. Parecía una fiesta alegre, como una danza o ritual entre estas. Hacían que la atmósfera tenga un brillo excepcional y vivo, y que de alguna forma se transmita a todos los confines del universo.
La soledad de la Luna entristeció los ojos de la chica.
Una niebla comenzaba a esparcirse por el campo, fue ignorada.

—Se ve tan lúgubre... —decía refiriéndose al satélite.—No hay ni una estrella a su alrededor...

—Quizá tengan miedo de que su oscuridad las devore, que pierdan esa luz que tanto las caracteriza.

La morena se recostó, desorientada en sus propios razonamientos.

—Puede que así sea, pero... ¿No es algo injusto? La Luna no es así porque quiera, no es su culpa.

—Es Luna Nueva, amor. Es solo su principio —respondió con serenidad. Un escalofrío recorrió su sistema cuando sintió la invasiva niebla devorando casi por completo su palma.—Vas a ver, dale tiempo. Será más brillante que cualquier cosa en este mundo. Lo prometo.

Ante la afectuosidad de la persona que más quería, no vaciló en plantarle un beso de lo más amoroso y mimoso posible. En una sola acción, pudo declarar todo lo que le gustaba de él: sus bromas, físico, personalidad, sus palabras, cada mínima cosa que existiera en ese solo cuerpo.
Fueron interrumpidos por la ruidosa vibración de un celular en el bolsillo del castaño.

—Vaya, no sabía que hasta aquí llegaba la señal.

—Es mi madre, ahora vuelvo.

Se puso de pie, y se alejó hasta a un punto que ya había desaparecido de la vista de su enamorada.
Ella esperó. Sin embargo, la niebla se ponía cada vez más densa, por lo que prefirió buscarlo a quedarse en un solo lugar. Encendió la linterna de su teléfono y apuntó hacia abajo para distinguir en donde caminaba, así no tropezarse con nada. Lo llamó por su nombre varias veces, pero la inminente y agresiva lluvia hacía de su voz, gritos sordos.
Ya no veía nada, la fosca la desorientó. Ni siquiera sabía a donde iba, la luminosidad que ella usaba se tornó inútil.
Los crujidos que sonaban detrás de ella la intranquilizaron.