Capítulo 4
- ¡POR LA MIERDA, ATENEA!, FUE PORQUE TE INTENTÉ MATAR -
- Pero Saga, eso pasó hace tanto tiempo -
- No me vengas con eso de que pasó hace tanto, más encima fueron dos veces. ¿Cómo quieres que te vea cada día sin sentirme una real mierda? - dice Saga mientras voltea, dándome la espalda.
- Pero, Saga - vuelvo a insistir.
- Basta, Atenea, en serio – responde. Se notaba que quería evitar el tema, pero esta vez no le saldría tan fácil.
- Necesitamos hablarlo - vuelvo a insistir.
- ¡POR LA MIERDA ATENEA, BASTA! - grita Saga, alterado. En un arranque desenfrenado de pasión, me arrinconó contra la pared, me levantó, yo me afirmé con las piernas en sus caderas, y nos dejamos llevar. Nos besamos apasionadamente, descargando así todos nuestros sentimientos, toda la frustración que hemos estado sintiendo durante estos largos años. Saga subió con su mano a través de mi pierna, levantando mi vestido. Siguió recorriendo parte de mi cuerpo hasta llegar a mi pecho, donde agarró firmemente la parte que lo cubría, haciéndolo trizas. Me aferré a su cuerpo lo más fuerte que pude. El placer que me provocaron las caricias, sus besos sobre mis senos, el cómo se dedicaba a besar uno y a acariciar el otro con su mano fue realmente delicioso.
Con el pasar de los minutos se empezaron a escuchar mis gemidos, aquellos que lograron excitarlo aún más. Entre besos y besos, Saga me tomó fuertemente del trasero y empezó a caminar conmigo encima en dirección a la habitación, donde nuevamente me recostó en la cama, se colocó encima de mí apoyando su mano al lado de mi rostro y con la otra terminaba de sacar lo que quedó de aquel vestido blanco.
- Atenea, si quieres parar, dímelo ya, porque luego no voy a poder detenerme - dijo con la voz entrecortada debido a la excitación. Yo en ese momento no logré articular ninguna palabra, sólo atiné a acariciar sus mejillas y volver a besarlo. Él sonrió y dijo –lo tomaré como un "continúa"- Yo solamente asentí con la cabeza.
Saga continuó recorriendo mi cuerpo. Sus labios acariciaron mis tobillos, subiendo hacia mis muslos. Recorriendo rápidamente aquella zona de mí entrepierna, para dirigirse nuevamente a mis labios. Sus besos eran demandantes, llenos de pasión, amor, hasta obsesión. ¿Cuánto tiempo estuvimos esperando por este momento? Al fin eres mío y yo tuya.
Recorrí con mis dedos suavemente su espalda, quitando aquella prenda que me separaba de su piel, enterrando levente mis uñas debido al placer. Estoy segura de que le dejé algunas marcas en su bello cuerpo, pero no logré controlarme. Lo que por primera vez experimenté, es único e increíble.
Mis gemidos se mezclaban con los suyos, sus caricias con las mías. Éramos puro placer. Sus manos recorrían una y otra vez mi cuerpo, memorizando cada parte, cada marca, cada cicatriz de decenas de batallas en mi joven vida. Dedicó tiempo a besar cada una, hasta llegar a aquella zona, donde nadie, ni incluso yo misma, ha acariciado. Deseaba que él lo hiciera, que fuera el primero, aprender de él. Que me llevara desde el infierno que han sido estos largos años, hasta el mismo cielo.
Suavemente posó su mano en mi entrepierna, acariciando lentamente aquella delicada zona. Mi cuerpo recibió cada una de sus atenciones, gimiendo, arqueando cada vez más la espalda e incluso, tirando, lo más suavemente posible, su cabello. Lo vi bajar nuevamente con sus labios acariciando mi vientre hasta llegar donde su mano. Fueron sus labios, su lengua (aquella que tantas veces deseé acariciar con la mía), los que estimularon mi sexo, una y otra vez. Intenté juntar las piernas debido al placer, pero él las volvía a separar.
- Te deseo... - susurró y volvió a concentrarse en lo suyo.
Mi cuerpo y mi mente pedían más. Lo necesitaba. Necesitaba sentir que éramos uno solo. Le hice una seña para que subiera nuevamente hacia mis labios. Acarició los suyos juguetonamente con los míos.
- ¿Qué es lo que quieres, Atenea? - preguntó mientras besaba mi cuello - tienes que decírmelo -
- Te quiero a ti - le respondí.
Saga se terminó de desvestir, mostrándome su cuerpo. Finalmente pude ver aquel cuerpo que tantas noches soñé con acariciar y besar. Estaba frente a mis ojos. Me acerqué al borde de la cama, a la altura de su pecho. Observé cada una de las cicatrices causadas por tantas batallas e incluso aquella que él mismo se provocó con mi arma. Es una gran cicatriz que recorre de manera horizontal su abdomen, justo arriba de su ombligo. La acaricié, la besé, dejándome llevar nuevamente por la pasión.
Ya otra vez en la cama, Saga se colocó sobre mí. Volvió a besarme en los labios. Con su mano separó mis piernas, logrando así estimularme una vez más. Sentí cómo su sexo acariciaba el mío lentamente uniéndonos, así comenzando un vaivén armónico y sensual. Su cuerpo y el mío unidos para siempre.
No podía mantener los ojos abiertos, la sensación era demasiado agradable. La respiración de Saga se agitaba más cuando yo arqueaba la espalda. Gemí otra vez y él apretó aún más mi vientre. Teníamos la respiración agitada y fuera de control. Nuestros movimientos se hacían más rápidos, más profundos. Incluso a momentos llegó a ser doloroso, pero no quise que parara. Lo deseaba sentir hasta lo más profundo de mí ser.
De un solo movimiento quedé sobre él. Me sentí totalmente expuesta. Intenté cubrir mi pecho con los brazos, pero lo evitó tomándome de las muñecas.
- Me encanta mirarte, eres hermosa - me sonrojaban sus palabras. Deseaba continuar, pero no sabía cómo. Él, leyendo mi mente, suavemente puso sus manos en mis caderas, levantándome un poco y dejándome caer una y otra vez, logrando así un nuevo ritmo tan adictivo como el anterior.
- Eso, sigue así - decía él – lo estás haciendo bien -
- Saga... - gemí su nombre.
- Atenea... Mi Atenea -
En la misma posición, me recosté sobre su pecho. Mis labios estaban a la altura de los suyos. Los besé nuevamente. Disfrutando de esos labios, escuchando sus gemidos, me sentí orgullosa por un momento, de ser yo, quien esa noche le provocaba tanto placer.
- Atenea... - Susurró mi nombre en el momento en que despegó sus labios de los míos. Con unos cuantos movimientos más, me rendí al éxtasis liberador... Mi primer orgasmo. Saga se dejó ir, con la cabeza echada hacia atrás y gritando mí nombre. Él me estrechó contra su pecho y permanecimos abrazados, yo aún sentada sobre él. Era un momento único, lleno de felicidad. Me siento por fin completa y espero que él sienta lo mismo. Estoy profundamente enamorada. Todo el tiempo que estuvimos separados, hasta llegar a este momento, confirmaron aquello... Que lo quiero, lo deseo y lo amo profundamente.
Las lágrimas comenzaron a correr por mis ojos, cayendo sobre el pecho de mi amado. Él, con cariño, acarició mis mejillas y me preguntó si me encontraba bien. Yo sólo asentí con la cabeza.
- Entonces, ¿qué pasa?, ¿te hice daño? - preguntó él.
- No es eso. Es sólo que ahora me siento muy feliz - le respondí. Él, ante mi respuesta, besó tiernamente mi frente. Suavemente cambiamos de posición, dejándome sobre la cama. Saga se acercó al borde de la cama para tomar las sábanas y cobertores que con nuestra demostración de pasión quedaron en el suelo. Se volvió a acercar a mí, me abrazó nuevamente y cubrió nuestros cuerpos desnudos, protegiéndonos de la fría noche.
Horas más tarde, desperté encontrándolo a mi lado, como siempre debió ser. Con sus brazos rodeando mi cintura, sintiendo sus latidos mezclarse con los míos, su respiración e incluso su leve ronquido que delataba su profundo sueño. Observé a mí alrededor y encontré aquella mancha de sangre que demostraba que había perdido aquello tan sagrado para una Diosa: su virginidad. Ya no era virgen y sabía que eso traería consecuencias, pero realmente no me importaba, deseaba disfrutar de aquello que por tanto tiempo se me negó... Tener a mí amado en mis brazos. Volví a acurrucarme en su pecho otra vez, cayendo así en un profundo sueño. Uno que por primera vez me traería tranquilidad y felicidad.
CONTINUARÁ.