-¡Atenea!-
3 años atrás...
Sé que esto es de cobarde, pero no puedo verte cada día y no poder hacerte mía. Te deseo. Deseo poder tenerte entre mis brazos, acariciarte, besarte, hacerte el amor, cada día, cada noche, sentir cómo tu cuerpo se estremece de placer con cada caricia, con cada beso, con todo aquello que mi mente y cuerpo desean. He visto cómo has madurado hasta convertirte en la hermosa mujer que eres actualmente y no tenerte como deseo me frustra, así que decido partir muy lejos, lejos de ti, lejos de esta pasión y deseo incontrolables.
Te dejé durmiendo en aquella cama, como en tantas ocasiones fantaseé, llegando a tener que autosatisfacerme. Salí lentamente de la habitación, volviendo a la biblioteca para tomar aquella cámara fotográfica, donde se encontraba el único recuerdo que podría mantenernos unidos. Imprimí la foto dos veces, preparé una bandeja con un delicioso desayuno, realmente no era mi especialidad, pero hice el intento para dejarte un bonito recuerdo. Lo dejé en la habitación junto con aquella carta y la fotografía. Tomé algunas de mis pertenencias y partí.
Lo siento tanto querida, pero ya no aguantaba más el dolor. Desearte de la manera en que lo hago día a día es mi perdición.
Pasé por las otras dos casas del zodíaco, esperando que nadie me hubiese visto, y sin mirar atrás partí lejos.
Capítulo 3.
Escucho voces, voces familiares. ¿Qué pasó?, ¿dónde estoy? quiero abrir mis ojos, pero no puedo.
- ¿Dónde demonios estabas? – escucho. Reconozco esta voz, es Milo, el caballero de la casa de escorpión – regresas y apareces con nuestra Diosa, entre tus brazos inconsciente - dice nuevamente – ¡maldito cabrón!-
- ¿Crees que quería esto? ¡Es tu deber protegerla! - escucho decir a una voz grave, aquella voz profunda que tanto tiempo esperé por volver a escuchar. Se encontraba aquí.
Aún no puedo abrir mis ojos. ¿Por qué no puedo?, sólo logro escuchar lo que está pasando a mi alrededor. Los sonidos me indican que están peleando.
- Milo, suéltalo - esa es la voz de Shaka. Me imagino que está intentando de separarlos. Él siempre ha sido el caballero más tranquilo y con la suficiente serenidad como para interponerse entre las discusiones de los demás. – Él tiene sus razones, por algo se marchó. Y tú no vengas ahora a echarnos en cara que no cumplimos con nuestro deber. Llevamos tres años cuidándola, hemos dado lo mejor de nosotros para cumplir nuestro deber. ¿Dónde estabas? -
- Acabas de decir que por algo me fui ¿y me recriminas eso? - nuevamente aquella voz profunda habla.
- Que tengas tus razones no significa que te apoye en tus decisiones - se escucha nuevamente la voz del caballero de virgo. Estoy segura de que está molesto. Shaka suele hablar muy tranquilo, pero en el fondo sé que está enojado y que además se siente culpable de aquello que me pasó. No logré salir de la tristeza y oscuridad que absorbían mi corazón. No fui capaz de hacerlo por mis caballeros, soy una cobarde.
- Lo siento, Shaka, pero verla así me tiene desesperado - dice nuevamente aquella voz, ¿a qué se refiere con verme así? – decidí volver y me encuentro con esto -
Ahora lo recuerdo con más claridad. Estuve en el lago nadando. Recuerdo que necesitaba despejar mi mente, me enredé con un alga y casi me ahogo. Claramente es un casi, porque me encuentro viva.
- Yo la vi, pero entiende, ¡pensé que ella volvería a su templo! - grita Shaka. Realmente me siento fatal por mi colapso mental. Debido a mis sentimientos causé mucho dolor a mis dorados. Soy una idiota.
