Capitulo 4

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"Querido cielo"

El cielo comenzaba a desdibujarse ante mí. Un Ángel lloraba en la esquina de su diluvio, un Ángel cargaba una tristeza enorme que lo carcomía por dentro. Un Ángel caía lentamente sin que él pudiese hacer algo aumentando la ira de aquel cielo, de su cielo.

Porque no se encontraba preparado para perder a uno de los suyos. El cielo no quería ver caer al más fuerte, pero su ira era tan grande. Tan inmensa. Que quería hacerlos pagar de algún modo.

Me sentí igual que el Ángel que lloraba su tragedia. Queriendo tener un cielo que velase por mí de esa manera.

Y llore, llore porque supe que mi tristeza no iba más allá de la de ellos. Llore sintiendo como el cielo se encontraba a mi favor, llore hundiéndome en mi propia desdicha.

Llore al darme cuenta que no existiría tal mundo para mí. Pues sus portadores suelen no pasearse mucho por aquí.

Llore junto a la tormenta que parecía no saciarse, junto a la que tenía tanto dolor que sacar; junto a la que esa noche me acompañaba en mi tristeza. Llore junto a él Ángel que pedía libertad y no se le era concebida. Recuerdo que llore tanto esa noche, pero no lo suficiente para sanar mi alma.

No lo suficiente para tener valor, no lo suficiente para sentirme liberada. Para salir de la incertidumbre, para liberar mis cadenas y poder volver. No lo suficiente para liberar mi alma de los fríos pasillos de este lugar.

"No lo suficiente para revivir mi corazón, para saciar este miedo"

Escritos para ellosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora