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La chica soltó el teléfono con un ruido de frustración, ¿cómo había sacado la foto sin que ella se enterase? 
Por un lado se sentía algo traicionada, había confiado en él, lo último que esperaba era que subiera esa clase de fotos en un arrebato de enfado. Aún así se vistió y tomo su bolso tras soltarse el pelo y se dirigió a la casa en la que hacía a penas una semana lo había pasado como nunca. 

Era ya tarde, el ambiente estaba algo turbio y ella desprendía un aura de enfado absoluto. Pensaba cantarle las cuarenta. 

Llegó en menos de 10 minutos a casa de ese chico. Llamó rápidamente a la puerta cruzándose de brazos y moviendo la pierna algo ansiosa. Estaba en el apogeo de su enfado. Luke tardó poco en abrir la puerta. Miró a Luna con una expresión seria. 

  — Tardaste más de 10 minutos — Ella resopló en respuesta

—  No soy flash, entre cerrar insta, vestirme y venir se echa su tiempo pero a ver si eres tú el que tienes mal lo de los tiempos — Dijo ella un tanto borde. 

— No le hables mal a Daddy. —  Dijo el chico desvelando uno de sus grandes fetiches. 

— ¿Que no le hable a quién? —  Dijo mirando al chico de arriba a abajo. Este negó a la vez que soltaba una risa un tanto tenebrosa y divertida a la vez. 

  — No le hables a nadie a quien yo no le haya dado el visto bueno para que tu hables—  Dijo el chico áspero y con una media sonrisa, a la vez que tomaba a la chica del mentón acercándose a sus labios pero sin llegar a rozarlos. La chica, al contrario, intentó alejarse, no entendía nada. En respuesta el chico apretó más el agarre de mandíbula. —  No enfades a Daddy preciosa...— Dijo algo enfadado ya. 

— Mira. Déjame. No soy tuya para que me digas con quien ir y con quien no, ¿entendido? Déjame y no seas idiota. Me estás haciendo daño. — Dijo manteniéndose en su postura intentando alejarse de nuevo. 

  — Mira, vas a ser MI KITTEN, ¿entendido? Cariño, debiste haberme escuchado porque créeme de esta no saldrás. — Dijo para empezar a explicarle dicho fetiche. No dejó responder a la chica y, cuando esta iba a rechistar, antes de que pudiera responderle, la besó metiendo lengua directamente. 

Intentó alejarse pero, le rodeó la cadera apegándole a él. Quería alejarse, huir de allí, ¿en qué coño se estaba metiendo? Ni ella misma lo sabía pero, contra todo pronóstico acabó siguiéndole el beso.  Muy en el fondo sabía que eso le gustaba que, aunque lo viese una locura le llamaba mucho la atención. 

Pronto las manos del chico bajaron por la espalda de la chica hasta llegar a su trasero el cual apretó levemente ganándose un gemido leve de ella. 
Sonrió ampliamente y como si de nada se tratase comenzó a bajar el short de la chica lentamente. Una vez que la carne quedó al descubierto, golpeó la zona dejando la mano marcada y, ganándose un buen quejido de la chica, la cual se separó del beso cerrando los ojos del impacto. El chico sonrió victorioso, de nuevo estaba consiguiendo lo que quería

La chica en su cabeza tenía un cacao mental pero, ¿por qué no probar?

Lo siguiente que ella recordaba fue estar en el regazo del chico, totalmente desnuda y con las manos en la espalda, bajo arresto por la mano derecha del chico y, mientras tanto, la mano izquierda se entretenía en golpear su trasero hasta que este estaba totalmente rojo y, hasta que los quejidos de la chica llegaron a ser gritos. 

El chico, sin corte alguno, introdujo un par de dedos directamente en la parte sensible de la chica, saltándose el órgano que más placer le daría. Jugó con sus dedos dentro de la vagina de la joven, autoconvenciéndose de que ella estaba disfrutando y, claro que lo hacía. Nunca pensó que un nalgatorio le pondría de esa manera. Despacio el pulgar del joven se dirigió a donde más le dolía a la chica, donde más necesitaba el roce. Comenzó a acariciar despacio ganándose un gemido agudo de Luna. Poco a poco esas lentas caricias pasaron a ser rápidas incluyendo leves embestidas con ya más de dos dedos. La chica gemía el nombre del chico que le causaba este placer hasta que llegó al ansiado orgasmo con un grito alto. 

Con una sonrisa perversa tomó una mordaza conformada por una cuerda y una bola que ocuparía un espacio necesario en la boca para permitir escuchar los gemidos algo apagados, pero escucharlos. Era material típico de este fetiche. Se lo colocó a la joven rápidamente y la colocó a cuatro entrando directamente en ella. Comenzó a moverse como la noche en la que quedaron -y se acostaron por primera vez-. Era un ritmo acelerado y pasional. Uno que solo ellos dos sabrían manejar. 
Tras un largo rato y gemidos por ambos, ella alcanzó un nuevo orgasmo y, en seguida el chico salió de ella y, poniéndola de rodillas frente a él comenzó a pajearse hasta que finalmente estalló en la cara de la chica. Esta cerró los ojos recibiendo todo el semen que el chico emanaba. 

Finalmente, quitándole la mordaza y tras frotarle los labios para limpiarlos, el chico volvió a besarla con pasión. 
Después de eso la chica aceptó, no pudo negar que realmente le gustaba aquello. Se duchó en la casa de Luke y, tras eso se tumbó en la cama. 

  — Y bien princesa, ¿quién es tu Daddy? — Dijo abrazando a la chica y dándole un beso en la cabeza un tanto dulce

  — Usted lo es...— Dijo ella justo antes de caer dormida debido al cansancio. 

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