Capitulo ocho.

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Escuché el molesto sonido de la alarma y me levanté con pesadez de la cama. Lo bueno es que era viernes y salía temprano de la escuela. Entré al baño y me di una ducha bien fría, eso me despertaría sin duda. Salí de mi habitación ya listo, con unos jeans azules y una camiseta blanca. Bajé por las escaleras y tomé las llaves de mi auto, no tenía demasiada hambre así que comería algo en el instituto.

Tomé la misma calle de siempre, la que tenía menor tráfico y puse uno de mis discos favoritos. Aparqué a un lado de la calle y me dispuse a acomodar los espejos, en eso escuche como la puerta del copiloto se abría y luego se cerraba. Sonreí.

-Hola, Payne. –Le sonreí con malicia, Liam solo giró los ojos.

-Horan…

La cosa era así, desde que ambos habíamos decidido jugar con “fuego” digamos que nos tolerábamos un poco más, claro, Liam aun me detestaba, podía notarlo pero no parecía quejarse de eso cuando nos estábamos besando en el sofá o en mi habitación. La relación que tenía con Liam digamos que era complicada, porque claro, no habían sentimientos de por medio, -al menos de su parte- y yo me estaba convenciendo que lo que las cosquillas en el estomago que Liam me provocaba eran disgusto y no de algo más… Todo iba bien, claro, no podía quejarme; yo siempre llevaba el control de todo y eso me gustaba.

Llegamos al estacionamiento del instituto y Liam bajo luego de susurrarme un “gracias”, apagué el motor del auto y baje yo también. Entramos al edificio y los pasillos estaban casi desiertos, ¡y como no iban a estarlo!, faltaba como media hora para que iniciaran las clases y yo ya estaba allí, todo por culpa de Liam y su Registro Perfecto. Me alejé por el pasillo y Liam se fue a su casillero, siempre era así, en la escuela éramos como “te veo y no te conozco” pero era mejor así, porque técnicamente no teníamos nada, y ese “nada” no tenían porque saberlo todos los del instituto.

Bufé cuando no encontré a Louis por ningún lado y me dirigí a la cafetería para tomar un café o algo que me mantuviera despierto. Caminé de nuevo por el mismo pasillo y me fue imposible no hacer lo que se me pasaba por la mente. Liam estaba de espaldas guardando unos libros en su casillero así que me acerqué a él y le pegué una palmada en el trasero, ¡jo! Como le cabreaba que hiciera eso. Se volteó espantado y luego me miró frunciendo el ceño y con la cara tensa.

-Eres tan idiota. –me dijo seco, negando con la cabeza mientras que yo reía hasta quedarme sin aire.

Llegué a la cafetería y pedí un café negro, dios, necesitaba despertar. Me senté en una de las sillas y luego de darle dos tragos a mi café me recosté sobre la mesa, hundiendo mi cabeza entre mis brazos. Estaba por quedarme dormido cuando sentí que alguien se sentaba a mi lado. No le dí demasiada importancia y seguí intentando dormir, pero la persona no se quitaba y la verdad es que tener a gente demasiado cerca no era uno de mis pasatiempos favoritos.

-¿Te importaría irte?, intento dormir. –dije enfadado sin levantar la cabeza. Pero cuando lo hice me arrepentí.

-Oh, disculpa, solo… solo quería darte esto, se te ha caído mientras caminabas por el pasillo. –me dijo el chico apenado. Entre cerré los ojos para reconocerlo y recordé que ya lo había visto muchas veces antes… ¡ah! Se llamaba George, era amigo de Liam, -no es que yo mirara a Liam demasiado-, pero sabía que era su amigo. Tomé la billetera de las manos del chico y la metí en mi mochila.

George solo me sonrió y luego se fue caminando fuera de la cafetería… esperen, no le había dado las gracias, ¡ahora que le diría el a Liam de mí!, de seguro pensaría que soy un sínico… pero, ¿Qué me importaba a mí lo que Liam pensase?.

Las horas de la mañana fueron las más insoportables que había sentido, lo único bueno había sido que aprobé matemáticas con 8.0, eso estaba más que bien y me había subido el ánimo demasiado. Entré a la cafetería y luego de pedir mi almuerzo me senté en la mesa de los jugadores, junto a Louis, siempre me sentaba junto a él porque yo era el sub capitán del equipo y debíamos respetar eso.

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