Jongdae sonrió y fue a darle la mano al rubio pero el tacto de este era rígido y helado. Preocupado, cogió la cara de este entre sus manos pero seguía sin parecer reaccionar.
- ¿Qué le has hecho? - preguntó casi en pánico el moreno a Mark.
- Soy Mark y vengo de la nación del tiempo, mi rey. La parálisis en este salón la he creado yo para poder hablar con usted sin temer que nos ataquen - hizo una reverencia que quedó más como una burla y se acercó a la imponente figura del dragón para empezar a analizarla en silencio mientras el rey asimilaba la información.
- Dígame, Mark, qué temas debemos tratar que no pueda escucharlos mi futuro esposo - acarició con suavidad la mejilla de Minseok.
- Su muerte - dijo con suavidad el joven. Su voz estaba levemente amortiguada al estar metido debajo del ala del dragón.
- Si eso era una amenaza de muerte, ha sido bastante patética - declaró con tensión pero aún con ese toque humorístico.
- No la suya, mi rey, la del príncipe - andó con tranquilidad hasta la figura paralizada de Donghyuck y le apartó un mechón de la cara con cariño. Con suavidad tocó las heridas que había en la cara de este y negó con la cabeza con claro enfado.
- ¿Debo preocuparme de que vengas a mi hogar y justo después de declarar nuestra alianza amenaces a mi compañero de vida sin apenas soltar dos palabras? - graznó con fuerza, chispas saltando de sus dedos. Espada en mano avanzó hasta el joven y lo apuntó con esta junto al corazón pero el joven parecía más interesado en quitarle polvo del pelo a Jaemin que en la espada amenazando su pecho.
- No es una amenaza, es un hecho. Hace millones de años, Xiumin murió en la guerra de dioses y ahora, millones de años después, se repite la misma historia que tendrá el mismo final. Ganaréis la guerra pero sufréis bajas, la del príncipe entre otras, pero es la que más os importa, ¿no? - Jongdae asintió, daría su vida mil veces y de la forma más dolorosa con tal de que su compañero de vida siguiera bien pero no podía evitar pensar en el resto de bajas, el sufrimiento para la gente cercana a ellos.
Demasiado habían perdido en la anterior guerra como para enfrentarse de nuevo a más bajas. No dudaba en que más de uno no lo resistiría.
- La guerra de los Dioses no tiene nada que ver con nosotros, ellos libraron su guerra y ahora nosotros libramos la nuestra, no tiene nada que ver su destino con lo que nos ocurrirá - declaró el rey trueno con dureza, sus ojos relampagueando en morado oscuro durante unos escasos segundos.
Mark agarró ambas mejillas de su mayor con una mano mientras apoyaba su frente en la del contrario para mirarlo fijamente a los ojos. Ojos marrones contra rojos oscuros, como brasas de un fuego.
Se apartó entonces con un suspiro de cansancio, guardando la espada del rey en su vaina y girándose.
- Tienes sus ojos así que no me digas que no tienes su alma, quieras o no también llevas su destino a cuestas - le replicó en voz baja, una que a cualquier otra persona habría derretido por el suave tono y sin embargo a Jongdae lo enfureció, ¿quién se creía ese joven para tocarlo sin su consentimiento y para hablarle de forma tan informal? Él era un rey y su mayor, le debía respeto.
- Ni se te ocurra volver a aparecerte así frente a mí, sin mi consentimiento y hablar sin saber - gruñó de forma casi inhumana, escapando del agarre del menor -. Además, yo podré ser todo lo dios que quieras pero Minnie no se ha manifestado.
- La visita inesperada en vuestro dormitorio. Fue él quien lo detuvo. ¿O debería de decir, mató? - añadió con una ceja alzado y una sonrisa ladina -. Aunque no quieras admitirlo, tu amado ha heredado un don más poderoso de lo que pueda imaginar, puede que incluso sea el rey más poderoso de todas las naciones, y con eso también ha heredado uno de los peores futuros imaginables, para ambos. Yo que tú, lo disfrutaba todo el tiempo posible.
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ice storm [chenmin]
FanfictionMinseok, príncipe de la nación del hielo, está obligado por su padre, Yifan, a casarse con Sehun, rey de la nación del aire. En un arrebato por huir de su inminente boda, se escapa del castillo y va hacia la nación más cercana, con la suerte de que...