VIII

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—Si me dijiste que ibas a tenerme en un lugar seguro, ¿por qué me tienes amarrada como un animal? —le dije al chico mostrándole mis manos atadas, tenía los brazos cansados por tenerlos tanto tiempo elevados.

—No quiero que te escapes. —se sentó en un sofá al frente de mí y le dio una calada a su cigarrillo.

—No lo voy a hacer.

—Igualmente no te voy a soltar, deja de intentarlo.

—Llevo días así, apenas siento mis brazos.

—Ya te acostumbrarás.

Entró un hombre, le susurró algo en el oído y él se puso de pie. Se acercó a mí y me echó humo en la cara.

—Tengo que irme. —me arregló el cabello y la ropa—. No te preocupes, regresaré pronto y seguiremos con nuestra plática. —salió de la habitación.

A los minutos que se fue, entró uno de sus hombres con unos platos de comida. Me quedé mirándolo, era bastante apuesto. Alto, serio, parece ser muy leal.

—A ti no te había visto. —le dije—. ¿Cómo te llamas?

—N. —se acercó a darme la comida.

—Que interesante, ¿por qué todos tienen apodos?

—Facilita la comunicación.

—¿Y qué hace este chico que necesita tanta protección?

—El señor ya te lo ha dicho, es una de las personas más poderosas en Bangtan, por ende, tiene muchos enemigos.

—Vaya vida... ¿por qué me tiene amarrada?

—Seguridad.

—¿Por qué viniste tú hoy en vez de Suga?

—Soy el nuevo encargado de cuidarte.

—De todas formas no me agradaba mucho Suga. —reí.

N pasó el resto de la tarde ahí conmigo, no era muy hablador, respondía lo necesario. Estas personas son demasiado serias.

—¿En algún momento piensan soltarme?

—Eso no depende de mí.

—He vuelto. —el chico entró en la habitación—. N, puedes retirarte.

—Que emoción. —dije sarcástica.

Volvió a sentarse en el sofá frente a mí, me quedé observándolo molesta.

—¿Qué? —dijo.

—Necesito buscar a mi hermana.

—Para eso vas a tener que esperar.

—¿Por qué?

—Porque eres mi premio.

Sentí que me congelé al escuchar eso, a mi cabeza solamente vinieron los recuerdos de cuando entré con Raesun a este sitio y que los chicos planeaban hacernos algo. El miedo comienza a invadirme de nuevo.

—No puedes ser él...

—¿Quién? —me miró sonriendo de lado.

—V. —él soltó una carcajada.

—Ese imbécil no me llega ni a los pies.

—¿Lo conoces? —pregunté y asintió.

—Solíamos ser socios, pero si seguía trabajando con él, no iba a llegar a nada.

—¿Te funcionó?

—¿Qué acaso estás ciega?

—¿Esto de verdad es tuyo?

Beyond Us (BTS Jungkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora