El Maestro Sun dijo:
El enojado puede contentarse de nuevo pero los muertos no pueden volver a la vida.
En los tiempos de este relato la guerra no es como la conoces, en este mundo oscuro y frío la guerra debe ser librada empuñando una espada, con una armadura de metal espeso y ligero donde las mellas de esta demuestran que has acabado con muchos y tu espada destrozada indica cuantos combates has acabado, la sangre de color marrón arenoso y cuarteada pegada en tu armadura dice que hace horas y quizás días que combates.
A veces no recuerdo cuantos he matado hoy, solo sé que fueron muchos, cuantos huesos rotos, cuanta sangre, cuanta mortandad y podredumbre.
Ese día no me sentía bien, cundo siempre voy con entusiasmo al combate. Fuertes nauseas invadían mi estómago y luego de cortar varias cabezas me detuve por un instante apretando fuerte mi estómago, algo no estaba bien. Miré hacia un costado, nuestro reino estaba cerca incluso podía ver en el horizonte de la llanura el castillo medieval más hermoso que conocí algún día, de estructuras rectangulares, líneas perfectas, imponente y sobrecogedor.
El ambiente era frío y nublado, el pasto no era muy alto y por momentos entre tantos olores, el húmedo frío me dejaba sentir ese olor a pasto mojado de por las mañanas, ese que te da tranquilidad y deseos de suspirar felicidad (yo no estaba para nada feliz, pero si deseaba estarlo, por eso continuaba luchando y desmembrando cuanto hombre o bestia emprendiese hacia mi).
No recuerdo cuantas horas llevo peleando, solo sé que son muchas. De nuevo sentí un frío vacío en el estómago, como si algo malo fuese a suceder, pensé que era el hedor a carne podrida que había en el ambiente o la sangre que me había salpicado en el rostro solo un instante atrás, cuando destrocé el cráneo de aquél chico. Pensé que cortaría su cabeza, pero mi espada estaba destrozada de romper tantos huesos y armaduras. El casco se aplastó y sus ojos salieron de su órbita como las semillas de un melón destrozado, la sangre y los sesos que salieron de su casco, cayeron en mi rostro. Inclusive pude sentir el sabor metálico de la sangre en mi lengua.
Pero eso tampoco era lo que me hacía sentir tan mal, tampoco tenía hambre, ni sueño a pesar de que no recuerdo cuando fue que dormí bien por última vez. Tal vez estaba molesto por tropezar con los cadáveres mutilados, descuartizados y tendidos en el suelo, bañados de sangre. Las espadas y las lanzas clavadas en los cuerpos hacían que mantenerse en pie fuera algo aún más difícil. Al pisar los charcos de sangre se inundaba mi armadura, haciendo resbalar la piel de mis pies con el metal, así fue hasta que mis piernas se hincharon al punto de querer salirse de la armadura. Sentía escalofríos que me erizaban la espalda, creo que tenía fiebre, también me dolían los huesos y la verdad estaba un poco cansado, en realidad estaba muy cansado, pero quería seguir peleando, el fin de la batalla estaba cerca, solo había que terminar con unos pocos enemigos más. El frío de mi estómago me invadía a cada segundo, pero con la celebración de victoria lo olvidé por un instante, gritábamos y reíamos ayudando a los heridos.
Pero el frío se introdujo aún más debajo de mi abdomen y aquel sudor frío me estremeció nuevamente, las sonrisas se acabaron y los rostros de pavor de mis soldados me dejaron trémulo. Un silencio de desconsuelo fue interrumpido por unas palabras en una lengua que ningún humano tal vez conozca, desde una roca enorme a unos dos cientos metros, estaba York uno de los más poderosos, antiguo y soberano gigante de la tierra. Sus palabras y sus movimientos eran los de un mago a punto de lanzar un brutal hechizo, y luego sucedió lo inesperado. Una enorme bola de fuego de color purpura oscuro y azules cercanos al negro que parecía Magia Arcana, pasó por encima de nuestras cabezas con un calor abrasador que me hizo ver hacia arriba.
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Oscuridad por Honor
Aventura"Oscuridad por honor", es una historia de ficción y aventura. Una historia realmente antigua, mucho antes que los primeros humanos e incluso antes que muchos dioses y desde los primeros compases de la historia humana, el fundamento de su universo se...