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3 años antes.

- Tenemos que irnos ya, ¿estás lista?- Gritaba mi madre desde la parte de abajo de la casa.

- Te he dicho que ya voy, solo voy a acomodar la última caja y en cinco minutos estoy allá.

- Está bien, date prisa, por favor- Decía mi madre mientras soltaba un bufido de desespero.

Con todo eso de la mudanza ha andado un poco estresada, muy pronto dejaremos California para residir en México. Espero que esta nueva vida nos vaya bien a ambas.

- ¿Está todo listo?- Preguntó mi madre.

- Ajá, todo. Avísales a los de la mudanza que tengan mucho cuidado con la caja que dejé sobre la cama en mi... bueno, en la que era mi habitación. ¿Podrías?

- Claro que sí, Al- Aunque mi nombre es Allanna, mi madre, desde que tengo memoria, me ha llamado así siempre.

- ¿Llamaste a los abuelos que vamos en camino? - Pregunté mientas abordaba el auto.

- No es necesario, ya lo saben. No pensaba tomarlos por sorpresa- Rió.

- ¡Wow! ¿Cuánto tiempo estaremos allá?- Cuestioné.

- El tiempo que sea necesario, Al. -Respondió seria.

- No entiendo porque tenemos que irnos, hubiese sido más fácil que arreglaras las cosas con ellos. - Dije un tanto molesta.

- Allanna, ¡basta! Ya lo hablamos, ese tema no se toca más. ¿Entiendes?

- Per...

- He preguntado una cosa y espero que sea respondida, no con reclamos ni justificaciones. - Me interrumpió.- Te vuelvo ha preguntar, ¿has entendido?

- Si, mamá.- Dije mientras soltaba un bufido y acomodaba mi asiento.

- Bien. Tus abuelos no saben nada, creen que solamente nos estamos tomando unas vacaciones. - Arrancó el auto.

- Demasiado creíble, más en épocas de clase y con un camión de mudanzas aguardando a las afueras de la casa de los abuelos. - Dije con sarcasmo.

- Espero que me apoyes en esto y no toques absolutamente nada del tema, Alana, ellos no deben enterarse de absolutamente nada. Sabré responder cada una de sus dudas sin decirles de lo ocurrido.

- No diré nada, mamá.- Rodeé los ojos.- Ahora, creo que voy a dormir porque estoy algo cansada de guardar tantas cosas.

- Creo que dormirás hasta llegar.- Bromeó.

- ¡Ja, ja! Que graciosa. - Dije.

- Ya, descansa.

No sé cuanto tiempo transcurrió desde que dije que dormiría, cuando desperté estaba el auto aparcado a las afueras de una tienda de autoservicio mientras mamá conversaba por el móvil.

- Te he dicho que ese asunto ya no me incumbe, espero que lo entiendas y dejes de molestarme.- Decía mamá furiosa a la persona detrás de la bocina.- Si, Allanna y yo pensamos irnos lejos de aquí, no quiero más esta vida para ella y espero que por favor no me busquen más, ni siquiera traten de encontrarme porque con toda seguridad les advierto que no lo lograran.

- ¿Qué pasa, mamá?- Dije todavía adormilada.

- Nada, Allanna, regresa al auto que en un segundo estoy allá.

Regresé sin comprender quién era la persona con la que mi madre hablaba con un tono de voz tan alto. Esto realmente me asombraba porque ella siempre hablaba con una voz demasiado pacífica, muy pocas veces había presenciado tal levantamiento de voz y cabe destacar que las pocas veces que lo había hecho había sido por situaciones realmente que lo merecían, pero esta vez, esta vez yo no entendía del todo lo que estaba pasando en nuestras vidas, ni porque teníamos que abandonar California de la nada. En California dejé amigos demasiado importantes para mí, la escuela, que estaba a punto de concluir y que con trabajo me había costado adaptarme. Estábamos huyendo, pero ni yo sabía de quien o de que.

Al cabo de unos minutos mamá regresó al auto, esta vez con algo de comida.

- Muero de hambre.- Decía mientras le daba una gran mordida a la hamburguesa de McDonald's. -¿Qué ocurre?

La vi un tanto extrañada porque no quedaba ni huella de la persona que había visto hace unos minutos fuera del auto.- N-no, nada, también muero de hambre.- Tomé mi refresco mientras le colocaba la pajilla y le daba un sorbo. 

Thoughts of a broken heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora