CAPÍTULO 6

865 40 12
                                    


NARRA ANA

En cuanto salí de la clase corriendo me fui al baño y comencé a llorar. No lloraba por lo que había visto de Miriam con Mimi sino porque me sentí mal y culpable de haberle dicho eso a Miriam.
Eres tonta Ana joder, no soy nadie para decirle eso a Miriam. Yo sé que no debí, que le hablé como una niña pequeña, como si ella fuera de mi propiedad y aunque me costara admitirlo, Miriam y yo no éramos nada. Pero yo soy así, tengo estos impulsos que no puedo ni sé controlar y acabo diciendo cosas que no quiero.

Pero esta vez fue diferente, cuando vi a Miriam así con Mimi, tan feliz, sentí celos porque yo quiero ser la causa de esa sonrisa, yo quiero besarla y abrazarla todos los días, quiero estar con ella pero no me atrevo a decírselo porque quizás es demasiado pronto, seguro que ella no siente lo mismo por mi, no quiero agobiarla ni presionarla a nada. Y por eso, cómo no tengo el suficiente coraje como para decirle a la cara que me estoy enamorando de ella es mucho más fácil actuar así, cogerme una rabieta de niña pequeña y marcharme sin dar ninguna explicación.
Estaba arrepentida y tenía que hablar con Miriam para pedirle perdón.
Llevaba ya una media hora en el baño de la universidad cuando la puerta se abrió y apareció Miriam.

M: Joder Ana por fin te encuentro, estaba preocupada porque no aparecías por ningún lado. Al final decidí venir aquí como última opción y aquí estás.

Y allí estaba ella otra vez. Buscándome, preocupándose por mi cuando era yo la que la había cagado.
Me sentía muy culpable por cómo me había comportado con ella hace un rato y ella en vez de mirarme con enfado o rabia hacía todo lo contrario. Su mirada estaba llena de cariño y comprensión, sus labios dibujaban la sonrisa más hermosa que yo había visto jamás. Y ahí estaba otra vez, esa sensación que me recorría todo el cuerpo cada vez que la tenía delante, otra vez el corazón me latía a mil por hora y otra vez me estaba muriendo de ganas por besarla pero sabía que no era el momento, primero tenía que pedirle perdón.

A: Puedes abrazarme?

No había dejado de llorar en todo el tiempo, y cuando Miriam sin dudarlo se acercó a mí y me recogió en sus brazos no sé cómo pero logró calmarme.
Mi llanto fue cesando poco a poco y mi respiración fue volviendo a la normalidad. No sé cuánto tiempo estuve así, entre los brazos de Miriam, pero podría haberme quedado ahí para siempre, me sentía protegida, me sentía feliz. Ella no se separó ni un segundo, me acariciaba el pelo y me pedía por favor que me calmara.

Cuando por fin dejé de llorar por completo ella se separó un poco de mi, iba a hablar pero no le di tiempo a que lo hiciera y me adelanté, era yo la que tenía que empezar a hablar y no ella.

A: Perdóname Miriam, por todo lo que te he dicho antes, no sé por qué he reaccionado así pero tú no te mereces que yo te diga eso.

Claro que sé porque se lo he dicho pero me daba miedo decirle la verdad.

M: No te preocupes Ana, no tengo nada que perdonarte, cualquiera puede tener un mal día.
A: Es que llegué y te vi así con Mimi y ni siquiera sé lo que me pasó pero no me pude controlar.
M: Ana... Mimi es como una hermana para mí, la conozco desde que éramos unas niñas.
A: Y a mí me conoces desde hace dos semanas Miriam...
M: Si es verdad pero a ti no te veo como veo a Mimi.
A: ¿Y cómo ves a Mimi?
M: ¿Por qué en vez de pensar en cómo veo a Mimi no piensas en cómo te veo a ti?
A: ¿Cómo me ves a mí?
M: Soy más de demostrar que de decir, pero si te sirve de respuesta te digo que lo que casi hacemos ayer en el baño de mi casa jamás lo haría con Mimi.

Me sorprendí bastante con la respuesta de Miriam, no me la esperaba para nada pero tengo que decir que me encantó, me sentí más segura y logré olvidarme un poco de los celos.

LÁGRIMAS INVISIBLES || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora