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—JungKook, ven, lo practicaré contigo— llamó a uno de sus alumnos mayores y este se acercó al profesor poniéndose en posición: una mano en la cintura de JiMin, la otra sosteniendo la suelta del profesor y la mano libre de JiMin en el hombro del alumno.
El pelirrojo miró a YoonGi para darle la orden de que empiece y, con agilidad y talento, la hermosa melodía fue tocada por el pianista de cabello negro haciendo que los dos menores comenzaran a bailar la primer parte con la cual la mayoría se avergonzaba al ser en parejas. JiMin también había jugado un poco con sus alumnos, pues a sus oídos llegaron rumores sobre quien gusta de quien y no pudo evitar ponerlos juntos, riéndose de ellos cuando se sonrojan al estar cerca o simplemente por tocarse.

JungKook y JiMin bailaron con fluidez la primer parte de la canción hasta llegar al estribillo, que habían practicado con anterioridad.

—¿Ven? Así debe verse. Yo sé que ustedes pueden, confío en su talento— les sonrió y miró la hora —Ya pueden irse, recuerden estirar o les dolerá —

De a poco los menores fueron dejando el salón entre charlas y algunas risas hasta quedar solo JiMin y YoonGi solos.

—No quiero ir por el café, hace frío — dijo JiMin acercándose al piano donde YoonGi estaba sentado.

—Yo no iré, vamos JiMin, ve tu— pidió sin mirarlo, fijándose en unas partituras viejas, quizás ya debería deshacerse de esas canciones.

—Siempre voy yo hyung~— hizo un puchero justo cuando YoonGi elevó la mirada para verlo, rodó los ojos y suspiró.

—No me hagas salir con este frío. — pidió YoonGi casi rogando. JiMin se sentó a su lado en el piano y juntó sus manos como si rezara a la par que pronunciaba más su puchero

—Por favor~—

YoonGi no pudo evitar sonreír suavemente y negar con la cabeza. Se levantó del banco y suspiró

—Iré yo, y si muero congelado, será tu culpa— advirtió buscando dinero en su bolso.

—Me encargaré de planear el mejor funeral para usted, hyung— rió mirando al mayor dirigiéndose a la puerta del salón con su enorme saco y la bufanda envolviendo su cuello. —¡Recuerde pedir que le quiten la crema de encima!— Gritó y solo se escuchó el "¡Ya lo se!" como respuesta de YoonGi desde afuera del salón, haciéndolo sonreír.

Estaba impresionado de cómo habían cambiado las cosas con el pianista, nunca creyó que detrás de ese rostro serio había una persona amable y hasta divertida. Con YoonGi habían hablado de muchas cosas, un poco de su familia, cómo descubrieron que el piano y la danza eran sus pasiones, dónde estudiaron de pequeños. Le agradaba pasar tiempo con el pelinegro después de las clases, donde se conocían mejor mientras trabajaban y tomaban algo caliente.

Mientras esperaba decidió pararse frente al espejo y comenzar a bailar sin mucho sentido, solo haciendo pasos que quizás en un futuro podían servirle. Se movía con agilidad a lo largo del enorme suelo de madera, dando vueltas y saltos cuando lo creía apropiado.

Ni siquiera notó que ya no estaba solo en el salón hasta que dio un giro que le permitió ver la puerta donde YoonGi estaba apoyado con las bebidas calientes en sus manos y mirándolo en silencio.

—Hyung ¿Cuando llegaste?— preguntó sonriendo.

—Recién, no quería interrumpir— respondió adentrándose al salón y dejando los dos vasos sobre el piano. —Ven aquí, vamos a seguir—

—Espera hyung, tratemos de improvisar algo, no tengo ideas— pidió acercándose al mayor con esos ojitos brillantes que le rogaban en silencio.

Tu tocas, yo bailo [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora