10.- Sake

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- Tú primero – dijo Kagome

- No, creo que yo ya he hablado demasiado – dijo tomando la cerveza

Ella negó sentándose a su lado, no iba a hablar hasta que el dijera lo que tenía en mente.

- Acaba de hablar Inuyasha, dime lo que me tengas que decir...

Sus ojos dorados se posaron sobre ella con calidez antes de apartar la mirada y suspirar dejando la bebida en la mesa. Su historia había acabado hacía meses y este día parecía un epílogo perdido entre los cuadernos del escritor de su vida, pero, aunque él quisiera, ese epílogo no era lo suficientemente largo cómo para que todo diera una vuelta de 180 grados y las cosas se pusieran a su favor. Era consciente de ello, por eso tenía que disculparse.

- Sé que no he sido el mejor novio, y lo siento por haber tenido tantos secretos entre nosotros, Kagome, pero era la única manera de protegerte.

La azabache volvió a negar con la cabeza y apretó el hombro de su compañero en un intento de darle fuerzas y de decirle que estaba equivocado

- Siempre cuidas de mí, aunque estés enfadado conmigo o no estemos juntos, tu siempre me proteges... - dijo apoyándose en su hombro.- Has cumplido tu parte del trato, me has contado nuestras historia con tus propios ojos y, creo que es hora de que cumpla mi parte y te cuente cómo lo viví yo.

- No tienes por qué hacerlo si no quieres. Mi meta era que ese capullo no se casara contigo a base de mentiras, y lo he conseguido.- dijo mirándola a los ojos- Ahora eres libre de hacer lo que quieras.

- La verdad es que, yo sí que quiero que escuches mi historia, creo que ambos nos merecemos saber qué nos pasó, porque ambos sabemos que no lo dejamos solo porque me ocultaras algunas de tus salidas...

Inuyasha se puso cómodo poniéndose de lado en el sofá haciendo señas para que su exnovia se acercara

- Ponte de espaldas, voy a quitarte todos los adornos que tienes en la trenza, ¡dios! ¿A qué hora te has despertado Kagome?

- A las cuatro y media, y todo para nada – dijo dándose la vuelta para que las manos del peliplata pudieran soltar su pelo de aquel precioso y tirante peinado.

- Tienes que estar muy cansada, cuando nos acabemos las cervezas podemos comer algo aquí, ¿no te parece?

- Estaría genial, Inuyasha-kun- contestó haciendo hincapié en el apodo por el que lo llamaba los primeros meses de relación

- Joder, parece como si volviéramos a salir por primera vez.

Kagome se rió mientras jugaba con sus dedos, estaba nerviosa, era su turno para decirle a Inuyasha todo lo que quería y agradecía que estuviera de espaldas a él para no tener que mirarle a los ojos en todo momento.

- Me gustaste desde el primer momento en que te vi, quiero decir, llamaste mi atención cuando te vi en aquella barra de la discoteca a la que me llevó mi amiga. Ya me había pasado más veces, encontrar a un chico guapo en el mismo lugar en el que estaba y embobarme pensando en lo guapo que era, pero casi nunca pasaba a más porque soy tímida para acercarme y decirles algo, así que simplemente me quedo con el recuerdo de haber visto a alguien guapo. Pero mi amiga no se conforma con eso, y me hizo buscarte cuando te fuiste porque pensaba que estaba dejando que se fuera el hombre de mi vida. Después de no encontrarte, y de perder a mi amiga por el camino, decidí salir por la puerta más cercana que tenía a la calle. Era la puerta de atrás, no me importó así que salí y miré por dónde se volvía a la salida principal. Entonces aparecieron esos cinco tíos, me empezaron a rodear mientras me gritaban cosas y...

Sintió los labios de Inuyasha sobre su cabeza, repartiendo besos por sus sienes mientras una de sus manos buscaba la suya.

- No hace falta que me lo cuentes si no quieres, ya hemos hablado de esto muchas veces, cariño... esa parte puedes saltártela

El Malo (Inuyasha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora