Capítulo 4

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—Oye tranquila, sé por lo que estas pasando, te entiendo —toqué su hombro en un gesto de consolación, ella levanta su cabeza y me mira confundida.

—No tienes idea lo que dices —negó con la cabeza sonriendo triste.

Suspiré.

—Si sé de lo que... —intenté decir, pero fui interrumpida.

—No sabes lo que me pasa. No puedes saberlo porque sólo eres otra niña rica mas, que tiene a su mami y papi. Eres hermosa, puedes tener lo que quieras con tan solo mover un dedo. Es más, apuesto a que eres igual de superficial que todas las chicas de aquí, por algo estas estudiando aquí, ¿no? —dijo con ironía.

No les voy a negar que sus palabras me dieron rabia, quise estamparla contra el árbol por hablarme así luego que la había ayudado, en vez de eso, solo recordé las palabras de Bernadette, cerré los ojos y me armé de valor.

—Claro que lo sé —dije subiendo las mangas de mi chaqueta.

Ella observó mis brazos con incredulidad.

—Tu...no puede ser, yo, lo siento, he sido una tonta, perdóname —se disculpó avergonzada.

Me encoji de hombros luego de bajarme las mangas de la chaqueta. Sin embargo, los recuerdos comenzaron a hacerse presentes, sacudí la cabeza para alejarlos.

—No juzgues a las personas sólo por lo que ves. ¡Oh! Por cierto —ella me miró, atenta a mis próximas palabras—. La próxima vez que me hables así, te enseñaré a mantener la boca cerrada niña —dije tranquila. Ella bajó la cabeza nerviosa.

—Lo siento, yo... —comenzó a llorar.

Me di una palmada mental.

—Hey, tranquila, solo es un consejo. Además, ahora que vamos a ser amigas, no te haré daño y prometo que me ocuparé de que nadie mas vuelva a hacerlo —sonreí amigable.

Ella me observó colocando una sonrisa tan grande como la del Gato de Cheshire y salto a abrazarme.

¡Cielos! Esta niña es muy cariñosa, es como una niña pequeña, me recuerda mucho a Yexi. Esas dos se llevarán de maravilla.

—Gracias, de verdad. No sabes lo feliz que estoy... —seguía sonriendo.

Comencé a observar movimiento en los pasillos, ya que desde donde estábamos sentadas se podía ver el pasillo de los baños.

—¿Por qué hay tantas personas en el pasillo? —le pregunté a mi nueva amiga que ahora no paraba de sonreír.

—Hora del almuerzo —dijo como si fuera lo mas obvio del mundo.

¡Rayos! Bernadette dijo que nos encontraríamos en la cafetería, me va a matar.

Tomé de la mano a Ade y salí disparada intentando buscar la cafetería, pero la verdad no sabía ni dónde estaba en ese instante. La Academia era enorme y habían personas en cada rincón.

—¿A donde vamos? —preguntó Ade.

—A la cafetería —respondí sin mirarla,  buscando hacia donde ir.

Ella se detuvo en el medio del pasillo, la observé confundida.

—La cafetería está por allá —señaló la puerta que habíamos pasado al menos unas ocho veces.

Me di otra palmada mental, caminé hacia allí y divise a las chicas sentadas en una esquina, caminamos hasta ellas. La mirada de Bernadette era clara, me iba matar.

—Hola —saludé inocente.

Yexi me sonrió como de costumbre, sin embargo, Bernadette me miró muy enojada.

Una sonrisa de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora