Declaración

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La joven pareja caminaron en silencio hasta el festival. No era un silencio incómodo, de hecho, era agradable. Además, para ellos, quiénes compartían equipo con Boruto, el silencio era un bien preciado. En apenas unos minutos llegaron. Había puestos a ambos lados de la calle y había personas por todos lados.

- Sarada, dame la mano -extendió su mano hacía la chica con una sonrisa-, así no nos separaremos.

La chiha Uchiha tomo su mano un poco sonrojada. Mirsuki tiró ligeramente de ella y le pegó a su cuerpo.

- Perdón, alguien quería pasar. Sigamos andando.

Durante su recorrido, Sarada y Mitsuki se divirtieron bastante jugando en los puestos. Ambos ganaron premios lanzando los kunai's, pescando con una red de papel, lanzando bolas para tirar latas, la pareja sorprendió mucho a los niños que los veían participar. Para no ir cargados, empezaron a regalar lo que ganaban. Tras unos minutos, un gran grupo de niños les estaban rodeando y admirándolos.

- Lo sentimos niños, ya no nos quedan más regalos -dijo Mitsuki-. Onee-san y yo tenemos que irnos ya. Sed buenos niños.

Mitsuki tomó de la mano a Sarada y unas niñas tomaron a Sarada del yukata.

- ¿Onee-san y onii-san están saliendo? -le preguntó la pequeña niña.

- ¿Q-Qué? ¡Por supuesto que no! -dijo sonrojada y avergonzada.

- Por ahora no. Me voy a confesar cuando sean los fuegos artificiales pero es un secreto -les dijo Mitsuki agachado a las niñas causándoles unas pequeñas carcajadas de complicidad-. Vámonos -le dijo a Sarada volviendo a extender su mano hacia ella-. Antes, me gustaría ir a comprar algo.

Mitsuki condujo a Sarada hasta un puesto donde vendían farolillos de papel, algunos con kanji's escritos. El chico eligió uno rojo con el kanji "Ai" (amor).

- Joven, este farol os representa a ti y a tu novia muy bien -les dijo el vendedor-. Espero que continuéis así.

- Muchas gracias señor -le respondió educadamente Mitsuki. Sarada mantuvo silencio, se sentía avergonzada y a la vez feliz de que dijeran eso de ellos. Pero le extrañó que Mitsuki no lo negara.

Caminaron juntos un poco más y llegaron al campo de entrenamiento. Esa noche era luna llena y corría la brisa refrescante de la noche. Incluso las luces de las luciérnagas adornaban el cielo y acompañaban a ambos jóvenes.

- Gracias por venir conmigo hoy -le agradeció-. Ahora te diré aquello que te dije.

Sarada le miró con atención. Ella creyó ver inquietud en sus acciones por primera vez desde que se conocieron. Se le notaba nervioso y si prestaba atención, pese a la oscuridad, se podía percibir un ligero sonrojo en sus mejillas. Mitsuki tomó aire y de golpe dijo lo que sentía por Sarada.

- Te amo, Sarada.

- Te amo, Sarada

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