Capitulo 4: a que le tienes miedo?

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Me sonríe. No reacciono, su presencia me llena, casi como si hubiera esperanza, no se que hacer.

Esta área esta totalmente restringida, a menos de que el sea un paciente. Lo dudo, no, definitivamente no es un paciente, tampoco un encargado, entonces, como carajos ha logrado entrar? Me quedo perdida pensando en las posibles razones de su estancia, incluso de su sonrisa, pero ninguna parece coherente.

Me pierdo en sus ojos, jamás en mi vida he visto unos ojos tan oscuros.

-Es buena la vista, eh?-ya no me mira, ni siquiera recuerdo lo que ha dicho, solo sonríe al vacío.

-Que haces aquí?.-pretendo sonar tranquila pero no creo haberlo logrado.

-Solo pasaba y decidí echar un vistazo.- responde tranquilamente.

-No puedes estar aquí, no se me permiten visitas.-miento y el sonríe mas.

-A que le tienes miedo preciosa?- pronuncia con diversión. Parece una pregunta común pero esta provoca estragos en mi.

-A que le tienes miedo Candace?- ella me observa, con curiosidad, se que es su trabajo preguntar esas cosas pero en realidad no le importa, soy otra paciente más.

-Disculpa?- su pregunta me ha molestado, no estoy asustada, odio este lugar.

-Tus miedos, cuáles son?-insiste con seriedad. Se está cansando, no le doy respuestas concretas, nunca lo hago.

La respuesta no llega y ella sigue interrogándome, pero yo no escuchaba más, su pregunta me había hecho cuestionarme muchas cosas, después de esa sesión decidí internarme.

VETE.-el no tiene derecho a venir aquí y hacerme esa clase de preguntas, no me conoce, no lo conozco.

Se ríe- su risa es calmada y continua.

Hago una mueca y me posiciono en la puerta, lo repito.- vete- lo digo lentamente, porque parece que no entiende.

-bien, pero si me voy, tendrás que lidiar con ellos de nuevo.-me advierte.

-Qué?- no me cabe duda, este chico se droga.

-Adiós.- se despide y pasa en frente de mí, su presencia es poderosa, firme y me da algo de miedo.

La noche llega lentamente y no he hecho más que pensar en sus palabras, no tiene sentido para mí y le doy muchas vueltas, pienso en sus ojos, su cabello, en la forma en que su presencia me da seguridad. En él.

Me recuesto habiendo comido muy poco y sin pensarlo me quedo dormida.

Me despierto respirando con dificultad, solo fue un sueño.

Inhala…

Exhala…

Imágenes borrosas aparecen en mi mente, una a una abrumándome.

Solo recuerdo una cosa, su sonrisa.

El día se pasa en un espantoso sufrimiento, mis demonios se han encargado de hacerme todo el rato un completo asco, no se callan, me torturan, solo recuerdo haber estado asi un dia, el dia en que decidí suicidarme.

-Lo hare, juro que lo hare pero ya déjenme en paz-susurro balanceándome en el suelo desesperada, necesito que esto acabe.

“no sirves para nada” “crees que tu Dios te ayudara? A el ni siquiera le importas *risas*”

“ no le importas a nadie” “seria mejor para todos si te murieras”

-YA LO SE!!-grito sin mas remedio, tomo la sabana de la cama y arranco un trozo, la amarro en mi cuello y apretó fuerte. Se callan, esto es lo que necesito. Saco el cuchillo que guardo bajo mi cama y lo pongo en mi cuello.

Voy a hacerlo.

No merezco vivir.

Despierto en el suelo de mi habitación, el cuchillo no está pero las marcas en mi cuello me dicen lo que es real.

-No les hagas caso- su voz me paraliza, esta aquí, De nuevo.

-a quienes?- el no puede saber de ellos, porque sabría? Están dentro de mi cabeza, solo yo los oigo, o no?

-Solo quieren destruirte.-dice con pasividad ignorando mi pregunta.

-de que hablas?- trato de que hable un poco mas, si sabe de ellos, tal vez sepa como callarlos. Para siempre.

-nada, ya me voy- sus ojos se ven tristes, llenos de dolor y rabia.

-como es que sabes de ellos?-pregunto con esperanza de que no me ignore esta vez.

Me mira, sus ojos parecen ver a través de mi y en mi mente aparece la idea de que el ya ha vivido esto.

-tu, tu los oyes?- vocifero con miedo.

Sonríe un poco y me dice adiós con su mano. No lo detengo aunque quiera hacerlo, tengo la sensación de que volverá.

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