Capítulo 1

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Capítulo 1

Diez segundos pasaron entre los cuales Uchiha Sasuke tomó su asiento y me pinchó por debajo del hombro con su confianzuda pluma. Diez segundos.

Retorciéndome en mi asiento, inhalé el aroma del aire fresco que traía consigo. Sasuke retiró su mano y tocó con la tapa azul de su pluma la comisura de sus labios. Labios con los que estaba familiarizada. —Buenos días, Kitsune.

Forcé mi mirada a sus ojos. Negro brillante, como el de un agujero negro hambriento. —Buenos días, Sasuke.

Un mechón de cabello rebelde caía sobre su frente mientras inclinaba su cabeza. —No olvides que tenemos planes esta noche, dobe.

—Sí, lo sé. Lo espero con ansias, dattebayou —dije secamente.

Mientras Sasuke se inclinaba hacia delante, su suéter negro se extendía sobre sus anchos hombros. Su escritorio se tambaleó. Escuché las suaves inhalaciones de mis amigas Sakura y Karin, sentí los ojos de todos en la clase mirándonos. Las comisuras de sus labios se curvaron, como si estuviera riéndose en secreto.

El lapso del silencio se volvió muy pesado. —¿Qué, ttebayou?

—Necesitamos desaparecer tu rastro —dijo, lo suficientemente bajo para que solo yo escuchara. Gracias a Kami. Tratar de explicar lo que era un rastro a la población general no era algo que yo quisiera hacer. Oh, ya sabes, solo es un residuo alienígena que se transmite a los humanos y los ilumina como si fueran un árbol de navidad y los convierte en un blanco para una malvada raza de alienígenas. ¿Quieres un poco?

Nop.

Tomé mi lapicero y consideré pincharlo con él. —Sí, me lo imaginaba, dattebayou.

—Y tengo una divertida idea de cómo podemos hacerlo, usuratonkachi.

Supe lo que su divertida idea era. Yo. Él. Besándonos. Sonreí, y el negro de sus ojos se iluminó.

—¿Te gusta la idea? —Murmuró, y su mirada bajó a mis labios.

Una cantidad insana de emoción hizo vibrar mi cuerpo por completo, y me recordé que su repentino cambio tenía más que ver con el efecto de su extraño mojo alienígena en mí, que conmigo mismo. Desde que Sasuke me sanó después de la batalla con el Arum, hemos estado conectados, y mientras que para él pareciera suficiente para establecer una relación, no lo era para mí.

No era real.

Yo quiero lo que mis padres tenían. Amor eterno. Poderoso. Verdadero. Un loco vínculo alienígena no tenía el mismo valor para mí.

—No en esta vida, bastardo—dije finalmente.

—Resistirse es inútil, Kitsune.

—Al igual que tus encantos, teme.

—Ya veremos, dobe.

Rodando mis ojos azules, miré hacia el frente de la clase. Sasuke era una completa monada, pero era digno de ser apuñalado, lo que, en ocasiones, anulaba la parte mona. No siempre, sin embargo.

Nuestro anciano profesor de trigonometría entró arrastrando los pies, sosteniendo un grueso manojo de papeles mientras esperaba a que sonara la tardía campana.

Sasuke me pinchó con su lapicero. Otra vez.

Apretando mis manos en puños, debatí el ignorarlo. Lo sabía muy bien. Seguiría pinchándome. Girándome, lo miré fijamente. —¿Qué, Sasuke?

Se movió tan rápido como una cobra. Con una sonrisa que me hacía sentir cosas extrañas en mi estómago, deslizó sus dedos sobre mi mejilla, quitando un poco de pelusa de mí pelo.

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