17.LION SKIN

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La capital no había cambiado en nada, todo parecía estar congelado en el tiempo, la misma miseria, el hedor de muerte y decadencia, los caminos de piedra tapizados de comida en estado de descomposición, mujeres mostrando sus pechos por un poco de comida, niños sucios y llorando detrás de ellas; los hombres jugando y hablando sobre burdeles, espadas y guerra. «Perra del norte» dijo uno de ellos cuando la vio pasar en el caballo y el escupitajo que su sucia boca había soltado solo llegó a las patas del caballo. Hadeus se dispuso a detener su camino para mostrarle una lección a aquel hombre de barba espesa y dientes podridos. 

—¡Hadeus! — gritó la mujer para siguiera su camino, el caballo dio media vuelta junto con su jinete para seguir a la chica de cabellos plata; los ojos de los habitantes la miraban con desconcierto, cualquiera que hubiese fungido tal ofensa para uno de los habitantes de la fortaleza roja se merecía la muerte; Azdaja no quería perder el tiempo con la gente del pueblo, por ahora su único interés era encontrar a Sansa sana y salva. 

Las grandes puertas se abrieron dejando pasar a ambos caballos, la reina la esperaba con una sonrisa en el rostro, esperando que el chico Stark hubiese cedido, pero no había ni rastros de su hermano, sólo ella junto con su caballero. 

— Azdaja— la saludó cuando bajó del caballo, parecía que en su rostro se reflejaban las malas noticias, Lord Tyrion también había llegado a recibirla con las mismas esperanzas que la reina. 

— Lady Stark, es buena verla sana y salva— espetó el menor de los Lannister con la misma sonrisa de suficiencia que le daba su conocimiento; Lord Tyrion era una persona muy inteligente, de eso Azdaja estaba muy segura, pues pocos eran los que llegaban a controlar a Cersei y su caprichoso hijo. 

— Me halaga que su majestad y usted Lord Tyrion viniesen a recibirme— sonrió ampliamente. —Hadeus, que den agua y comida a los caballos— ordenó y el caballero rápidamente acató la orden; los tres se adentraron en la torre de la mano para así hablar sobre el asunto de Robb y de su carta que para ese tiempo ya había arribado a la capital. 

Azdaja se sentó frente a Cersei mientras Tyrion en medio de ellas, como si fuese el conciliador entre ambas mujeres. 

—Robb no cederá— Lord Tyrion sacó un pedazo de pergamino de entre sus ropas que tenía el sello de la casa Stark, firmado por Robb o "El rey en el norte" como se hacía llamar ahora.

 — Entonces es verdad, desea la independencia del norte y las otras cosas escritas ahí— el rostro de Cersei se descompuso al saber que Azdaja no había convencido al muchacho, que ahora mismo la cabeza de Jaime estaba viajando hasta King's Landing solo para darle una lección. 

—Es obvio, le cortaste la cabeza a su padre y tienes capturada a sus hermanas o al menos una de ellas, pusiste en su contra a la mujer que pretendía hacer su esposa— Azdaja se crispó al escuchar eso, negando con la cabeza, ella jamás se hubiese casado con Robb, ni, aunque se lo impusieran, no estaba en ella querer a Robb de esa manera. 

—Está equivocado, Robb y yo somos como hermanos— espetó molesta, pero Tyrion sonrió de nuevo; esa maldita sonrisa que deseaba se le borrase, con esa suficiencia de saber cada detalle de su vida, de saber más que ella inclusive. 

— Claro, el Heredero de Ned Stark no tenía armas para competir contra su bastardo ¿no es así? — alzó las cejas haciendo que Azdaja apretara los puños debajo de la mesa, sin siquiera mirar al Lannister. 

—¡Basta! Que tiene que ver eso ahora— defendió Cersei igual de molesta que Azdaja por la simple mención de Jon; la más joven pretendía que no Lord Tyrion no había llamado a Jon, bastardo, que esas últimas líneas de la conversación no habían sucedido. 

𝓔 𝖖 𝖚 𝖎 𝖑 𝖎 𝖇 𝖗 𝖎 𝖚 𝖒 || 𝐉𝐚𝐢𝐦𝐞 𝐋𝐚𝐧𝐧𝐢𝐬𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora