Un Sentimiento Grabado en el Alma

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Escuchó un susurró y apretó los dientes. Ahí estaba de nuevo, lo miró con cierto miedo y se arrastró hacia los arbustos, contuvo la respiración y el temblor de sus manos, y se quedó ahí escondido hasta que escuchó que la maquina se alejaba.

Cansado y sin ánimos salió de su escondite, se sentía sofocado como si no pudiera sacar el aire de sus pulmones, llevaba la ropa maltrecha y desgarrada, y su corta capucha hyliana apenas si había sobrevivido.

-Maldición...- dejó escapar un quejido al tiempo que se desplomó sin fuerzas, su espalda había hecho un ruido fuerte y sordo al momento de colapsar contra el tronco de un árbol, cerró los ojos y nuevamente sintió escalofrió, el quejido del cielo se había quedado un poco lejos, no entendía lo que sucedía pero era como si desde aquel día esa condenada tormenta lo siguiera a cada paso que daba.

Imposible. Solamente era lluvia. Pero la naturaleza solía ser poderosa y era sabio temerle. Poderosa, si, igual que esos horribles guardianes, pero entonces lo pensaba y se daba cuenta de que odiaba vivir con miedo, ¿Qué clase de caballero era el que le huía sus enemigos?, sintió vergüenza y mucha rabia, rechinó los dientes y soltó un quejido.

Una mueca de dolor se dibujó en su cara cuando llevó una mano a su costado, habían pasado dos días pero aquella herida aún permanecía abierta y sangrante.

-Malditas maquinas- gruñó, no sabía como pero apenas si había salido vivo, su descuido le había costado caro, muy caro, nuevamente había perdido algo importante y dibujó una mueca de amargura.

Pronto aquella nube parda lo alcanzó cerca de su escondite, esa condenada tormenta no hacía más que recordarle sus errores, se recostó un rato pero no pudo descansar mucho, anochecía y el sonido de los monstruos lo ponía de nervios.

Aún cansado y con el sueño retrasado se obligó a erguirse y a continuar con su travesía, hacia el norte recordaba haber visto un rancho, la tarde ya desaparecía cuando alcanzó las orillas del lago komolo, el tenue sol del crepúsculo se desdibujaba debido a la cercanía de la tormenta.

Link bajó la mirada y pasó de largo, pensó en el extenso camino que aún le aguardaba y suspiró. Tenía miedo, siempre lo había tenido, recordar a Zelda era lo único que le daba fuerzas, pero pensar en que debía de volver a cruzar la pradera de Hyrule llegaba doblegarlo por instantes.

"Respóndeme...."

Alzó la mirada, no había nadie, pero reconocía la voz que vagabundeaba en su cabeza, era esa voz hermosa que adoraba, la misma voz que lo había despertado de su letargo.

"Respóndeme, ¿o no tienes el valor para decírmelo?"

- ¿Valor?- musitó, su propia voz sonó triste al percatarse que la voz que lo llamaba estaba llena de recelo.

De pronto su respiración se volvió en jadeos y con pasos torpes logró llegar hasta un árbol para sostenerse, por primera vez puso atención al paisaje, el sendero que veía desde el horizonte era uno que había recorrido y de pronto su mente se quedó en blanco, perdida entre sus recuerdos.

Tales of The Breath ofDonde viven las historias. Descúbrelo ahora