Segundo Capítulo: La Ciudadela

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Dante caminaba en silencio desde hace varios minutos, ensimismado. Mantenía el paso que marcaba su abuelo, Froilán, pero su mente estaba claramente en otro lado. Llevaba su linterna alumbrando hacia el fondo del túnel casi de manera automatizada, y solamente era consciente, a ratos, de que unos metros delante de ellos iba Oria, como siempre. En su mente seguía dándole vueltas a lo que acababa de ocurrir a la salida de la cueva. Su naturaleza ansiosa hizo que quedase frustrado por no salir y ver la zona asolada con sus propios ojos. Era la primera vez que salía de la ciudadela, y estaba muy ansioso, pero no tuvo más remedio que seguir el protocolo de seguridad y obedecer a su abuelo, que seguramente tendría la razón, como suele. Hace unos años atrás podría haber salido antes de la ciudadela. Generalmente los jóvenes adolescentes de ambos sexos viajaban apenas estaban listos para soportar la caminata, de aproximadamente 10 horas, por el túnel que unía la ciudadela con la cueva, y que daba al sector caluroso e inhabitable del continente. Esto por lo general sucedía alrededor de los 14 años de edad, pero Dante tuvo que esperar a hasta los 19 para su primera salida, ya que desde hace 7 años estalló un conflicto bélico contra un grupo que intenta hacerse con el control de la ciudadela. Desde entonces se consideró que los viajes por los túneles eran potencialmente peligrosos, y no se permite viajar a nadie que no haya llegado a su madurez física. Era una medida de protección pensando en cuidar a los más jóvenes, objetivo número uno de asesinatos, y Dante lo sabía bien, pero cuando has pasado toda tu vida en un mismo lugar y eres un joven que cree poder contra cualquier cosa en el mundo, la ansiedad te desborda.

Froilán, que conocía muy bien a su nieto, no necesitaba más que mirarlo para darse cuenta de la frustración que sentía. Así que decidió dejarlo tranquilo unos minutos para que pudiese asimilar la situación, confiando en que un buen rato de pensar y caminata ayudarían a que su nieto viera las cosas con más claridad. Además, él mismo necesitaba pensar un poco también, ya que a pesar de haberse mostrado tranquilo y confiado frente a Dante, la verdad es que le parecía muy extraño todo lo que había sucedido. Aquellas huellas en la arena eran indudablemente de una persona, y parecían recientes, de un par de días como mucho. Eso era algo que nunca había sucedido, y en los registros de la ciudadela hay que remontarse a décadas para encontrar evidencia de las últimas personas que caminaban por la zona asolada. En teoría era imposible que alguien estuviera allí, por lo que la situación le había dejado profundamente confundido. Lo único que le hacía sentir algo de alivio era que Oria no había encontrado a nadie, y que aquella decisión tomada hace 7 años de no llevar a más jóvenes vulnerables por fin parecía haber sido acertada. Pero ahora no sólo ha tenido que regresar de inmediato sin haber hecho el inventario de materiales que pudiesen haber encontrado entre los escombros, sino que además tendrá que decirle a Dante que mañana no será parte de la expedición que investigará lo que han encontrado. Por supuesto que es por su seguridad y de la ciudadela, pero obviamente no lo entenderá y se enfadará.

Después de un buen rato de caminar y pensar ambos en silencio, Froilán se detiene mirando hacia arriba y apunta con su linterna.

- Dante, zona naranja. – dice con tono suave.

Arriba de sus cabezas y recorriendo toda la longitud de los túneles, cuelgan desde la cubierta kilómetros y kilómetros de tuberías. Hay específicamente tres hileras: Dos son de metal, antiguamente utilizadas como cañerías de agua potable para ciudades y sectores suburbanos, y que fueron reconvertidas para ayudar a ventilar y así tener suficiente oxígeno para respirar ahí dentro. Es por ese motivo que el túnel fue construido siguiendo la ruta de aquellas cañerías, así podrían ser rediseñadas para ventilar. Pero a pesar de que la ingeniería detrás de la construcción del túnel fue muy buena, y se logró un excelente nivel de oxígeno al interior entre tuberías de ventilación y el aprovechamiento de grietas naturales que permiten el paso del aire, hay tramos en los que es recomendable apoyarse de tubos de oxígeno portátiles para poder continuar. Y es por lo que se instaló un sistema de señalización, que corresponde a la tercera hilera; tuberías de menor diámetro y hechas de plástico, el material más abundante, que estaban pintadas para señalar el procedimiento a seguir para respirar. Cuando es verde se puede respirar normalmente, pero cuando es naranja es necesario oxígeno de apoyo a intervalos.

Dante sabía perfectamente lo que eso significaba, así que se detuvo junto a su abuelo, y ambos se quitaron sus mochilas para poder sacar su oxígeno de apoyo. Los tubos eran de tamaño portátil, cabían dentro de las mochilas y no pesaban demasiado. Tenían una mascarilla para ajustarse alrededor de la boca y nariz, lo cual dejaba las manos libres.

- También es hora de abrigarse -Dijo Froilán mientras preparaba su equipo para respirar.

- Sí abuelo -Respondió Dante con voz más calmada.

Sacaron también sus abrigos sintéticos, pantalones, gorros y botas.

- Oria, ven aquí chica buena, no creas que me he olvidado de tu abrigo. – La perra se acercó alegremente a Froilán para que le ponga una capa gruesa diseñada especialmente para ella.

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⏰ Última actualización: Aug 27, 2018 ⏰

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