Reinicio

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Shiro luchaba por tomar un poco de aliento, se incorporó mareado mientras trataba de comprender lo que había ocurrido, la última batalla les había pedido mucho más de lo que esperaba, habían puesto más que su espíritu en derrotar a su enemigo pero... ¿lo habían logrado?

Shiro parpadeo tratando de adecuarse a la oscuridad de la habitación mientras sentía la suave textura de las sábanas bajo sus dedos. Algo era diferente, podía saberlo, algo había cambiado pero no lograba identificar que era.

Se puso de pie y buscó a tientas la pared pero está no estaba donde su memoria recordaba, una punzada de dolor subió por su pierna cuando golpeo algo y resbalo hacia atrás cayendo sobre su espalda. En definitiva no estaba en el lugar que pensaba que estaba.

Al levantarse, sintió un leve cosquilleo que le avisaba de la presencia de algo suave cerca de él, se acercó a ello y pudo corroborar que se trataba de unas cortinas, no dudo ni un momento antes de correrlas, mas se arrepintió en el momento que la luz del sol golpeó sus ojos con violencia causándole un dolor intenso que le obligó cerrarlos de inmediato.

Tardó un poco en adecuarse a la nueva iluminación y aún más en acostumbrarse al espectro que había quedado en su visión después del cambio drástico de luz pero al girarse y encontrarse con la habitación su corazón dio un brinco.

No era que se encontrará en una habitación desconocida que, de manera extraña, se había vuelto una costumbre en sus viajes por el espacio, al contrario, estaba en una habitación bastante conocida pero que creía que se existía solo en sus recuerdos: estaba de pie en su antiguo departamento.

Estaba desorientado, se esforzaba por recordar que había sucedido pero los recuerdos eran borrosos. ¿Acaso había sido todo un sueño? ¿Voltron? ¿Los galra? ¿Qué había pasado? No lograba recordar nada.

La naturalidad de la habitación, aquella normalidad desencajaba por completo con aquello que se había acostumbrado y volver a ese lugar, que parecía que no había sido tocado por el tiempo, con cada cosa justo en el lugar donde estaba como si fuera una impresión mental de la última vez que el paladín estuvo ahí.

Se giró hacia donde recordaba que se encontraba el espejo de cuerpo entero que había comprado en una venta de garaje del mismo año que había entrado a trabajar a Garrison pero al ver su reflejo fue como si todo el aire hubiera escapado de sus pulmones. Se tuvo que sostener para evitar caer mientras veía el pálido rostro que le regresaba su mirada.

No solo era una persona claramente menos cansada, también usaba aquella antigua pijama, su cabello oscuro y no era todo; su brazo, su brazo derecho aún estaba ahí.

Colocó su brazo frente a él estupefacto mientras lo tocaba intentando descubrir si se trataba de otra prótesis pero ninguna prótesis era tan perfecta, la sensación, la movilidad, la elasticidad de su propia piel. Era su propio brazo el que estaba tocando.

Sintió una vez más ese mareo y se obligó a sí mismo a sentarse, respiro profundo mientras trataba de organizar sus ideas. Trató de pensar en lo que había ocurrido una vez más pero sus recuerdos aún eran borrosos. Sólo recordaba a los leones volando y una secuencia de imágenes no conectadas entre sí que lo hacían sentirse mareado. Decidió cambiar de enfoque, buscó con la mirada y dio con su armario, primero se cambiaría de ropa y luego buscaría al resto del equipo, quizá ellos le explicarían lo que había ocurrido, o por lo menos quisiera saber que estuvieran bien.

Con una mueca no muy agradable se dio cuenta que su guardarropa estaba justo como lo recordaba, lleno casi en exclusiva por uniformes de la academia que usaba de diario. Se sentía raro volver a usar aquellos uniformes y no tenía ningún deseo de hacerlo pero por algún motivo que no pudo terminar de comprender terminó por usar uno.

Se miró en el espejo una vez más y sintió un escalofrío recorrer su espalda, a excepción de la mirada pálida de un hombre que pensaba estar a punto de volverse por completo loco, el reflejo del espejo lucía igual al joven que había salido a la misión Kerberos.

Decidió no pensar más en ello e ir a buscar a los demás, este asunto ya lo tenía bastante estresado y ni siquiera había salido de la habitación.

Salió del cuarto y se sorprendió de encontrarlo vacío, había pasado tiempo desde la última vez que había despertado de verdad solo, siempre el equipo estaba ahí. Pidge, Lance, Keith, Hunk, Corran y Allura. Todos con miradas preocupadas, esperando por su despertar.

Se sacó aquella imagen de su cabeza y pensó en buscar algo de comida antes de emprender su búsqueda que no tenía idea de dónde empezar, se acercó a la nevera y tomó una botella de agua que casi se terminó en un sorbo preguntándose por donde se encontraría el resto de la tripulación.

Era claro que estaban en la tierra. ¿Habría estado inconsciente mucho tiempo? Era imposible, o estaría en un pod de sanación. Seguro Pidge estaba en casa de sus padres, era casi una apuesta segura y no tenía que perder. El camino era largo pero cualquiera de los Holt, no solo la pequeña paladín verde podría darle una explicación de lo que había ocurrido.

— Te levantaste tarde el día de hoy.

Una voz amable cruzó por el pasillo hasta llegar a él, helando su sangre cual si fuera hielo lo que circulaba por sus venas. Se giró con rudeza y se encontró con una suave mirada y dulce sonrisa escondida tras unos lentes que ni siquiera lo miraban mientras ponía unas bolsas en la mesa.

— Pase al cuartel antes de volver y escuche que el mayor Holt te está buscando — dijo el joven de piel tostada como si se tratara de una clásica charla matutina, mientras depositaba los víveres en las gavetas de la cocina —. Quizá encontró un record que aún no has roto para que puedas seguir alzando más tu marca.

Shiro no podía responder, su cabeza una vez daba vueltas con un millón de preguntas queriendo salir de sus labios al mismo tiempo mientras veía al joven hablar con tanta normalidad que lo enfermaba. Quería llorar, quería golpearlo, quería abrazarlo, todo a la vez. En lugar de ello, solo se quedó mirándolo hablar, con la misma cara de quién ha visto un fantasma cruzar por la habitación.

— Adam... — dijo en casi un susurró pero el chico volteó de inmediato.

— ¿Dime? ¿Takashi, que ocurre? — El rostro de Adam cambió de una sonrisa a un rostro de mortificación al ver la palidez de su compañero — ¿Es tu brazo? ¿Te duele? Dime qué te ocurre.

Shiro no había notado que de forma inconsciente había estado tocando su brazo derecho y el ver la mirada de preocupación del joven lo hizo despabilarse. Una idea cruzó su cabeza de forma tan repentina que se sintió tonto de no haberlo pensado antes y aun así sonaba tan absurdo que dudaba de hacer aquella pregunta a su compañero.

Mas tenía que hacerlo, tenía que saber, si no lo preguntaba estaba seguro de que se volvería loco. Su voz salió rosca, seca, apenas audible pero por fortuna, nada de lo que él dijera era lo suficiente ininteligible para Adam.

— ¿Adam, en qué año estamos?

El joven moreno lo miró con desconcierto, lo miro tratando de adivinar si le estaba jugando una broma pero su aspecto le preocupaba por lo que estaba seguro que necesitaba responder aquella pregunta y así lo hizo.

Shiro leyó los labios de Adam pues estaba seguro que aunque el chico estaba hablando, sus palabras no lo alcanzaban. Sintió el mundo. No. Quizá el universo derrumbarse a su alrededor mientras trataba de asimilar lo que su compañero le decía mientras lo ayudaba a levantarse para acomodarlo en uno de los sillones de la sala.

Si Adam no mentía, y era raro que lo hiciera, Shiro se encontraba a exactamente un año de que la misión Kerberos iniciara.

Si no te hubiera conocido...Where stories live. Discover now