Capítulo 1. Nuestras aventuras empiezan.

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Dormía plácidamente sobre la arena con una pequeña tela de seda cubriéndole el rostro. Habría seguido así si no fuera por unos traviesos rayos de sol que entraron por la única abertura de la cueva dándole justo en el rostro pálido de la joven castaña. Aquellos únicos rayos de iluminación fueron suficientes para despertarla, abrió los ojos con pereza y se quedó viendo al infinito mientras recordaba que había sucedido la noche pasada.

Los recuerdos le llegaron de golpe provocando que se levantara rápidamente y comenzara a alistarse para salir. No demoró más de un par de minutos en estar afuera con el mismo trozo de seda tapando su cabeza y cara dejando solo al descubierto sus ojos azules. Podía visualizar una pequeña cuidad no tan lejos en medio del desierto, al menos quería creer que no era una ilusión por el calor del lugar.

Afortunadamente llegó a la cuidad en menos de 45 minutos. Aún no había terminado por completo su misión por lo que debía reunirse con el resto de sus compañeros dentro de esa ciudad. Había caminado por varios minutos ya cuando se detuvo frente a una pequeña casa típica del desierto, entró sin titubear encontrando al resto de sus compañeros y amigos sentados en diversas partes cada uno en su propio mundo.

— ¡Hey! ¡Edith! — uno de ellos se acercó animadamente a la chica — Veo que estás viva~

La mencionada se despojó de sus ropas extra para andar más cómoda. Una vez terminó centro su atención en el otro castaño y se dispuso a responder.

— Así es, Neo — suspiró en parte por el cansancio — Gracias a ti, lo estoy.

El menor sonrío complacido — Se los dije, ella estaría bien después de ayudarla.

— Gracias Neo, tus ilusiones siguen mejorando rápidamente.

— Edith — otra voz se alzó dentro de la habitación — ¿Lo trajiste?

La oji-azul lució sus dientes en una sonrisa — Por supuesto, jefe.

Todos agudizaron sus sentidos al escuchar esa respuesta.

— Sabes que no necesitas llamarme así — rodó los ojos divertido — Tráelo aquí, vamos a verlo.

La chica asintió divertida para sacar de su bolsillo un pequeño bulto de telas — De acuerdo, Lean — caminó a pasos lentos con la única intención de prolongar el suspenso hasta llegar a algo como un pequeño escritorio de roca donde se encontraba el azabache.

Depositó el bulto sobre la mesita y comenzó a destaparlo, le tomó algunos segundos dejar al descubierto un diamante de unos 10 cm de largo color negro con ligeros brillos azules y una clara inscripción en ella.

Todos la miraron asombrados por dos razones. La primera era la obvia belleza de la piedra preciosa; la segunda era que tal objeto fue al fin recuperado de las garras del enemigo. Todos estaban tan concentrados en el reciente descubrimiento que cuando cierto pelirrojo entro de golpe ocasionando un fuerte sonido, la mayoría de los presentes dio un respingo a excepción de Lean y Edith, que ya sabían de quien se trataba.

— . . . — el responsable de esa reacción miró todos extrañado de que estuvieran alrededor de la mesa. Llevó su vista hasta el centro de la multitud deteniéndose en sus dos mejores amigos — Lean, Edith — caminó hacía ellos con una felicidad notable en el rostro — Volvieron, ambos — inhaló profundamente sin borrar su sonrisa del rostro y cuando terminó depositó una sonora cachetada en el rostro del peli-negro. Toda la habitación se quedó en silencio arruinando la reciente alegre atmósfera que se había formado — ¿¡Por qué se fueron sin decirme absolutamente nada!?

La castaña dejó salir una fuerte carcajada por la reacción del oji-esmeralda — Cálmate Evan.

— ¿¡Qué me calme!? ¡Ustedes par de idiotas se largaron sin decirme nada! ¿¡Qué hubiera hecho si les pasaba algo!?

Mientras tanto el azabache se preguntaba por qué solo él había recibido una cachetada.

— No pasó nada, además somos muy fuertes ¿No es así, Lean? — no obtiene respuesta — ¿Lean?

— ¿Por qué solo me golpeaste a mí? — cuestionó el mencionado a Evan.

Edith no podía estar más divertida por toda la situación y no se molestó en ocultarlo al reír sin parar. El resto de los presentes siguió con lo suyo acostumbrados ya a todo ese ajetreo.

— Pues, porque ella es una chica — se cruza de brazos.

— Una chica jodidamente poderosa, más fuerte que muchísimos hombres en el planeta.

— ¿Y? — no iba a retractarse.

— Nada, no importa — no está de humor para discutir por eso — Hay cosas más importantes ahora — se aclara la voz — Edith cumplió con su misión y ya que estas aquí vamos los tres a hablar con el especialista.

Edith y Evan asintieron a la vez retomando la seriedad que debían tener.

— De acuerdo pero quiero sus explicaciones cuando volvamos — aclaró el pelirrojo antes de irse. Los mencionados solo asintieron rendidos.

Un par de peleas, algunas risas y unos pocos minutos después.

Los tres amigos llegaron al umbral de otra pequeña casa situada en una zona algo solitaria de la ciudad. Tocaron a la puerta y esperaron por una respuesta que llego poco después. Un hombre de unos 30 años aparentes abrió lo suficiente para mirarlos.

— Lo tenemos — habló el mayor del trío.

— Adelante — el dueño del lugar abrió la puerta por completo para dejarlos pasar.

Los chicos entraron uno seguido del otro iniciando con la única chica y se sentaron en banquillos que se encontraban ahí específicamente para ellos. El hombre mayor se sentó en frente y extendió su diestra con obvias intenciones. Lean, con cautela, dejó la piedra sobre su mano.

— Buen trabajo, Leander — el viejo observó la roca realmente asombrado de tenerla entre sus manos.

— Haz tu trabajo — interrumpió Edith — Ábrela.

— Por supuesto — se levantó de inmediato por sus materiales y volvió. Apenas pudo abrirla sacó un trozo de papel dorado con una inscripción dentro — Caballeros, dama — los miró creando un cierto ambiente de suspenso — Aquí está — entregó el contenido al azabache, el cual se lo pasó a Edith para que descifrara el mensaje.

La oji-turquesa lo leyó haciendo uso de su poder. Una vez terminó de leer levantó la mirada hacia los presentes en la habitación.

— Nuestro próximo destino será diverido~

El único de su especieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora