Después de terminar la licenciatura, no todo fue miel sobre hojuelas, conseguir mi primer trabajo como licenciado tardo seis meses y tuve suerte, algunos de mis compañeros seguían en búsqueda de una oportunidad.
Era un trabajo mal pagado, pero al menos tenía la satisfacción de que me daría una gran experiencia profesional, estaba trabajando en una de las empresas más grandes del país y de las prestaciones no me podría quejar.
Empecé desde abajo, como desarrollador web, pero según aptitudes podría llegar hasta la oficina del jefe, Director de Innovación, desarrollo y sistemas tecnológicos.
Era sin duda el sueño de todos los compañeros, llegar hasta ese asiento y dirigir el futuro de la empresa. Y quizá con un poco de suerte, quedar en los libros de historia.
La empresa creaba tecnología de todo tipo, desde aplicaciones para telefonía móvil, hasta componentes electrónicos que se utilizan en transbordadores. Según la leyenda urbana, en los últimos diez años, todos los paneles de control de los satélites que se han puesto en órbita se han fabricado en nuestro laboratorio, y toda su programación se había hecho por los trabajadores de allí como yo.
Tenía mucha competencia para llegar a aquel trono, pero no era imposible. Así empezaron mis largas jornadas laborales para demostrarles a los jefes todas mis aptitudes, no era raro que me ofreciera para cualquier proyecto que se presentara y en poco tiempo abandone el mantenimiento de las páginas para programar cosas más en forma.
Incluso en algunas ocasiones tenía que visitar el laboratorio y los almacenes para conocer las especificaciones de los equipos para los que estaba desarrollando. Quizá no era la gran cosa hacer controladores, pero realmente era divertido pasear por allí mientras se fabricaba el futuro.
Una tarde, casi por empezar la noche, estaba a punto de terminar el proyecto que se me había encomendado, pero me hacía falta en una de las librerías, el modelo de uno de los dispositivos. Yo sabía que no era lo correcto, pero lo más rápido era cruzar el laboratorio para llegar al almacén donde tenían los dispositivos.
Cuando estaba cruzando por aquellos casi desiertos pasillos, un ruido llamo mi atención, en una de las mesas de trabajo, un equipo que nunca había visto, tenía unas luces que parpadeaban y de allí se emitía el sonido.
Era un zumbido que iba y venía, me intrigo un poco y me acerque a él. Esa parte del laboratorio estaba sola, todos los trabajadores ya habían terminado su jornada y no deberían haber dejado algo encendido.
Lo mejor era que reportara mi hallazgo a algún supervisor que se encontrara aun trabajando, cuando di vuelta para buscarlo, pero de pronto el artefacto estallo. Solo pude ver una luz azul que cubría todo el lugar ates de quedar inconsciente.
Desperté un día después del incidente en un hospital cercano, una enfermera empezó a revisarme y hacerme preguntas, de inmediato llego mi jefe, quien al parecer no había dormido en algún tiempo, se veía cansado y mal alineado.
-Me alegra que despertaras ¿Cómo se encuentra, señorita? –Pregunto a la enfermera.
-Parece que no tiene daños neuronales por la contusión, sus signos se ven bien, se quedara un par de horas en observación y si el doctor lo aprueba, hoy mismo se podrá ir a su casa. –Contesto ella.
-Me alegra tanto que estés bien, Gabriel, El director me encargo personalmente que no me despegara ni un momento de ti hasta que me pudiera cerciorar que estarías bien. –Me dijo mi jefe mientras se sentaba en la silla junto a la cama.
-¿Qué fue lo que paso? –Pregunte.
-Es algo confidencial, por un momento pensaron que fuiste tú, pero nos servidores de las cámaras no sufrieron daños y ya saben quién lo hizo. –Dijo mi jefe.
-¿De qué estás hablando?
-Alguien trato de sabotearnos, pusieron un generador de pulsos electromagnéticos para freír todos los sistemas de la empresa, por fortuna el aparato estallo y no cumplió el objetivo, solo pudo emitir un pulso con un radio de quince metros.
-¿Y a mí qué me pasó?
-La explosión te derribo y quedaste inconsciente por el golpe, has estado aquí desde ayer.
-Menos mal que no paso a mayores. –Sonreí despreocupado.
-El doctor ha dado su aprobación, se pueden ir a su casa, vendrás la próxima semana a revisión y tomaras estas pastillas en caso de dolor de cabeza. –Me dijo y me dio un frasco de astillas.
Salimos del hospital y mi jefe me llevo al departamento que rentaba desde que empecé a trabaja allí. No era un lugar muy grande pero era mío, un espacio para ser libre, mi propia fortaleza de la soledad.
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Morphosis blue
General FictionSi la vida cambia a cada momento, quizá un cambio más no estaría mal. Incluso la luz puede hacer que cambie nuestra forma de ver la vida.