En la muerte de un padre.

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Septiembre 10 de 1986.

Narrador.

En una habitación elegante de la mansión Malfoy, se encontraban tres personas en completa penumbra, dos de ellos parados frente a una cama con los hombros tensos, mientras miraban a la persona que yacía en la cama con una profunda tristeza en sus ojos.

-Mis niños... -susurró Abraxas Malfoy con la voz rota por el esfuerzo -No quiero que se rindan... si yo estoy aquí es porque no lo hice... -un ataque de tos interrumpió sus palabras, pero no despego la mirada de aquellos dos que eran sus hijos -Si quieren que me vaya tranquilo, prométanme que... sin importar nada, cumplirán con su palabra... -otro ataque de tos lo invadió -Acabaran con él maldito y serán felices -dijo con voz estrangulada por el esfuerzo, pero negándose a partir de ese mundo sin asegurarse que su familia seguiría buscando lo que legítimamente era suyo.

-Lo prometo Padre -susurró Lucius con voz queda por el esfuerzo de contener las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos.

Abraxas miró a su hijo y sonrió débilmente, giró su mirada a su otro niño, aquel que era parte de su familia aunque su sangre no corriera por aquellas venas, uno de sus protegidos, el único que podía estar con él en este momento; esperaba su respuesta con paciencia, sabiendo lo difícil que para él era.

-Lo haré... por ti -susurró Severus con la mirada gacha -Y por ella.

Abraxas sonrió por su respuesta, su protegido era demasiado testarudo como para admitir que también lo hacía por él mismo, pero se conformaba con saber que lo haría, ya el tiempo se encargaría de que admitiera que también lo hacía por él. Asintió y tomo una gran bocanada de aire.

-Cuiden mucho a mis pequeños torbellinos... -murmuró dejando salir unas lágrimas traicioneras, al saber la tristeza que su partida ocasionaría no solo a sus hijos, también a sus nietos -Ellos... merecen saber la verdad... y decidir si lucharan a su lado... después de todo, esta también es su lucha... -pidió sabiendo que sus hijos protegerían a sus nietos a cualquier costo, pero su sobre protección podría llevarlos a perder por completo a su familia.

-¿Crees que sea lo mejor? -preguntó tenso su protegido.

-Si fueras tú... ¿Preferirías que te mintiera para protegerte? -pregunto serio Abraxas.

Al no ver contestación de ninguno de sus hijos y el cómo estos se removían incómodos en sus lugares, asintió seguro de que harían lo correcto.

-Creo que es todo... mi hora llego -susurró tranquilo al ver que todo estaría bien con todos sus niños, aun después de su partida.

-Padre... -susurró con dolor Lucius.

-Es mejor que vayan con ellos... yo estaré bien -dijo con dolor, no quería que sus niños estuvieran solos en este momento tan difícil, prefería que sufrieran su partida con el apoyo de su familia, y no enfrentando esto solos.

Ambos se acercaron hasta la cama de Abraxas Malfoy y lo abrazaron, dejando salir una solitaria lágrima que dejaba ver todo el dolor que cargaban en sus corazones, a pesar de sus rostros imperturbables, sin duda había criado a dos hombre ejemplares.

-Los amo mis niños -susurró Abraxas antes de romper el abrazó y cerrar sus ojos por el cansancio y soltar el que sería su último respiro.

Ambos adultos miraron el cuerpo de aquel que fue su padre y con una silenciosa promesa en sus corazones de no rendirse, salieron de la habitación, encontrándose con el resto de su familia, quienes los veían expectantes, ellos negaron lentamente, sabiendo que era lo que esperaban saber.

Nada es lo que parece (Harco/Drarry).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora