¿El sabio de la montaña?

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Septiembre 7 de 1991.

Pansy Parkinson.

Deambula por los pasillos del colegio, con aire pensativo, pero por más que lo intentaba, mi mente se negaba a darme una respuesta satisfactoria, buscaba una y otra vez como solucionar este problema, pero por más que lo intentaba, no funcionaba, con la llegada de la tarde solo una palabra me describiría, desesperada.

No entendía cómo fue posible que me equivocara tanto, no se porque enserio creí que las chicas de mi curso tendrían el mismo tipo de crianza, sabia que no serían tan buenas como yo, pero no creí que fueran unas malditas caza fortunas inservibles, lo que tienen de "clase" les falta de cerebro.

Como es que no me di cuenta que entre las damas de sociedad Narcissa y Nicoletta eran las que más destacaban, no solo por su belleza y clase, sino por su cerebro, en ese momento debí deducir que algo fallaba en el resto de mujeres de alta sociedad.

-Metí la pata -murmure molesta, al comprender que les di mucho valor al resto de las "damas" de sociedad, creyendo que educarían a sus hijas de manera adecuada.

Me recargue con pesadez en una columna y mire con ira a las pocas personas que pasaban por los pasillos, de verme Cissy y Letta me dirían que estaba dejando que mis emociones nublaran mi juicio y que esos gestos no eran dignos de una dama, pero en estos momentos era lo que menos me importaba, lo que quería era una manera de salir de este problema.

Suspire con pesadez y cerré los ojos intentando encontrar algo de calma y probablemente claridad.

-¿Qué pasa Pansy? -la voz inconfundible de Blaise llegó a mi oídos, pero me mantuve inmóvil con los ojos cerrados, esperando esa paz que necesitaba pero parecía no querer llegar -No seguirás molesta por lo del tercer piso ¿O sí? -cuestiono logrando que mi poca paz se esfumara.

-No son el centro de mi universo -murmure entre dientes, aún estaba molesta, por cómo me dejaron de lado en su pequeña caminata nocturna donde encontraron al cerbero.

-¿Entonces que tienes? -pregunto con curiosidad, que más que nada era causada esa vena cotilla que tenía.

Abrí los ojos lentamente y lo mire a los ojos, por un momento sonreí al ver el escalofrío que le recorrió el cuerpo a mi amigo, pero recordé la razón por la que estaba dando vueltas como poseída, en lugar de pasar este día relajándome y tomando un poco de té en la comodidad de la sala común.

-Las chicas de nuestro curso son unas inútiles -dije con la mayor calma que podía tener en esos momentos, la cual no era mucha -Y si no consigo algo que hacer, que necesite más de dos de mis neuronas voy a explotar -dije con los dientes apretados, sintiendo mi magia descontrolarse.

-Entonces es bueno que te traiga un pedido de Draco -dijo Blaise como quien no quiere la cosa y lo mire con intensidad.

-Te escucho -dije interesada, en esos momentos, haría lo que sea con tal de usar mi cerebro por más de 5 minutos.

-¿Sabes lo de Potter? -pregunto con calma.

-Que se enfrentó a Draco en la primera clase de vuelo, que Snape lo dejo por el suelo en sus clases, que llego tarde a la mayoría de sus clases, que se topó con el cerbero o que está en el equipo de quidditch.

-Vaya que no se te olvida nada, lo del quidditch.

-Será buscador, al parecer Dumbledore puso su influencia para que dejaran a Potter jugar, pese que a los de primero no se les permite participar y mucho menos tener escoba propia -dije con molestia, como es que nadie nota ese pequeño hecho, más que nosotros, al menos sirvieron de algo las chismosas caza fortunas.

Nada es lo que parece (Harco/Drarry).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora