Gifts

16 1 0
                                    

Una vez más se había quedado mirando con atención el gran ventanal de su habitación y no refiero exactamente a fuera, sino que había desarrollado cierto encanto por ver cómo era que diminutos cristales helados se formaban en las esquinas del delga...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una vez más se había quedado mirando con atención el gran ventanal de su habitación y no refiero exactamente a fuera, sino que había desarrollado cierto encanto por ver cómo era que diminutos cristales helados se formaban en las esquinas del delgado espejo, tomando distintas formas que nada más hacían volar la imaginación del castaño, era un extraño fenómeno físico, que en plena primavera y a casi veintinueve grados Celsius las ventanas se cubrieran de hielo, el tejado de escarcha y se formaran pequeños témpanos de hielo en sus bordes que goteaban día a día, como parte de la decoración de la vieja casa.

Por más entretenido que le pareciese mirar los diminutos cristales en su ventana, que parecían adoptar distintas formas por más que los repasase con la mirada una y otra vez, sabía que debía de salir a la ciudad a devolver unos cuantos libros a la biblioteca y si podía, tomar prestados unos nuevos.

Para su suerte la pequeña biblioteca del pueblo no quedaba a más de un par de cuadras de su posición actual y podía llegar caminando tranquilamente las veces que quisiera.

Pasaron entre cinco a diez minutos y el muchacho ya se encintaba devolviendo los libros que antes se había prestado, ahora recorriendo los inmensos pasillos repletos de estantes de madera vieja y repletas de libros de hojas amarillentas, aquel pueblo era rico en cuanto a literatura y arte, la mayoría de los artistas incentivados por el gran misterio y leyendas que giraban en torno al viejo pueblo.

Mientras el castaño buscaba ansioso entre los estantes, algún libro que captara su atención, un pequeño libro pareció caer de uno de los estantes de manera repentina el ruido seco y poco audible que produjo al chocar contra el suelo de madera llamó su atención.

Había sido tan extraño, el pequeño poemario había caído de repente, lo tomó entre sus manos unos segundos, buscando algún título o autor en la vieja portada, pero los libros del lugar eran tan viejos y estaban tan desgastados debido a su constante uso que las letras eran casi indistinguibles.

Optó por hojear el libro por curiosidad, un libro repleto de poemas de amor muy hermosos captó su atención, en especial uno, no supo el porqué...

Sonata 83

Es bueno, amor, sentirte cerca de mí en la noche,
invisible en tu sueño, seriamente nocturna,
mientras yo desenredo mis preocupaciones
como si fueran redes confundidas.
Ausente, por los sueños tu corazón navega,
pero tu cuerpo así abandonado respira
buscándome sin verme, completando mi sueño
como una planta que se duplica en la sombra.
Erguida, serás otra que vivirá mañana,
pero de las fronteras perdidas en la noche,
de este ser y no ser en que nos encontramos
algo queda acercándonos en la luz de la vida
como si el sello de la sombra señalara
con fuego sus secretas criaturas.

Dangerous GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora