capitulo 2

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Las fieras domadas. Cap 2

Esteban la vio moverse por la cocina con gran maestría, y el estomago le rugió, fue hacia el jardín donde los niños estaban recogiendo los juguetes.
AN-(tímido), hola papa
E-hola Ángel, hola ¿Héctor?
H-sí, soy Héctor
M-(desde el interior), Héctor ven y ayúdame
E-déjalo Héctor, yo la ayudo. Me invitó a comer y la ayudo con algo
María esteba probando la salsa de los espaguetis y después se la pasó a él para que la probara. Era algo ridículo que ese gesto le pareciera sensual, una autentica ridiculez, pero cuando puso los labios sobre la parte de la cuchara donde ella había puesto los suyos sintió un tremendo placer.
Aunque para sus adentros pensó que era por la salsa de los espaguetis y que después de casi años con comida precocinada iba a comer comida casera
E-(le iba a decir que estaba la salsa orgásmica, pero quería comer comida casera), esta delicioso señora Fernández. Muy rica.
Ya estaban en la mesa, María le había puesto los platos a los niños primero, y después le puso más cantidad a Esteban, eran los mejores espaguetis orgásmicos que había probado nunca, y sin mencionar el pan de ajo que estaba en su punto exacto, crujiente por fuera y blanditos y jugoso por dentro. Esteban ayudó a María a llevar los platos y vasos a la cocina mientras que los niños se comían un helado en el jardín.
Cuando Esteban se dio la vuelta después de dejar el recipiente con los pocos espaguetis que sobraron en la nevara, la vio de espalda estaba preparando la cafetera la trenza le llegaba a ese trasero redondito que daban ganas de morderlo.
M-señor Sanromán...
E-(sonriéndole) Esteban por favor
M-creo que debe de hablar con su hijo. Llámelo intuición femenina pero creo que ustedes dos no hablan mucho y el niño lo esta pasando mal
E-hablaré con él cuando estemos en casa. Por cierto lamento el (movió la mano) encontronazo que tuvimos en el supermercado
M-intentemos llevarnos bien. Nuestros hijos se llevan de maravilla
E-vale, ¿puedo hacerle una pregunta personal?
M-hágala y yo diré si la contesto o no
E-¿Dónde está el padre de Héctor?
M-murió cuando el niño tenía tres meses. Un conductor borracho los sacó de la carretera, Héctor estuvo un mes debatiéndose entre la vida y la muerte (el sonido de la cafetera hizo que cambiara el tema) ¿solo o con leche?
Por la noche, Ángel llamo repetidamente el timbre de la casa de María
H-¿Dónde hay fuego? (María estaba detrás de él)
AN-(contento e ilusionado) mi papa me quiere, me lo ha dicho. Vamos a salir el fin de semana. Mañana voy con él a las empresas y después nos iremos solos
M-(abrazándolo), te dije que hablaras con él. Diviértete mucho y dale algo de tiempo a ese gruñón de tu papa
Después de que Ángel se fuera, María arropó a Héctor y le dio varios besos
M-¿Qué te parece si nos vamos el fin de semana de acampada?
H-(emocionado), ¿de verdad?
M-si, me he enterado de que en las montañas hay una laguna y un sitio para hacer acampadas.
H-vale
M-bien, iremos en bicicleta. Llevaremos la tienda de campaña que compramos y los sacos de dormir. Después de desayunar iré a comprar algo en el supermercado y nos iremos de acampada
H-mama, te quiero mucho.
M-y yo también mi monito
H-eres la mejor mama, porque los fines de semana me dejas dormir un poco más tarde.
M-(haciéndose la enfadada), ahh, solo me quieres porque 2 días en semana duermes mas tarde, pues.,
H-(abrazándola y besándole la mejilla) y porque estás loca
M-yo te amo porque eres mi pitufito, mi pequeño milagro. Venga a dormir para poder preparar todo para mañana

María fue al supermercado mientras que Héctor se quedó fregando los platos y tazas del desayuno, después mientras Héctor se bañaba María puso en dos mochilas, algo de ropa para los dos, un botiquín de primeros auxilios, linternas, el móvil con la batería bien cargada y la comida.
Se puso el pantalón corto celeste de ciclista y una camisa de tiros, Héctor un pantalón y camisa en rojo de ciclista y ambos protegidos con el casco, las rodilleras y las coderas.
Como la cuesta era algo empinada y María vio que a su hijo le costaba seguir el ritmo, pararon unas cuantas veces a descansar, subieron hasta el segundo refugio. Allí había un pequeño hotel rural y unos metros más arriba una gran explanada para los que quisieran dormir en las tiendas de campaña, desmontaron de las bicicletas y fueron caminado a elegir un sitio para hacer su campamento, había unas pocas tiendas y vieron como donde empezaba un pequeño bosque estaba casi libre, se dirigieron hacia allí.
María se quitó la mochila y se quedó maravillada con las vistas una enorme laguna con el agua como el cristal reflejaban las montañas, el cielo y las nueves en su transparente agua, y al darse la vuelta, vio algo que la hizo reírse, Ángel estaba mirando atónito como su padre no era capaz de poner en pie la tienda de campaña. Esteban estaba debajo del montón de lona refunfuñando
M-(con su hijo al lado), dios mío, hemos descubierto al yeti (haciendo fotos), ¡¡si el yeti existe!! Vamos a hacernos millonarios
Al oír la voz y las risas de los niños Esteban salió por debajo y se sintió herido en su orgullo, no por los niños sino por esa mujer que le estaba haciendo fotos y riéndose como un ángel. Con esa ropa ceñida..intentó mostrarse duro e inflexible
E-no se ría, hace tiempo que no monto una tienda de campaña, ya me gustaría verla a usted hacerlo, pero claro la señora estará unas horas aquí y después se irá a su confortable habitación del hotel
M-pues no bonito de cara. Mi hijo y yo vamos a quedarnos aquí. Vinimos en bicicleta y el domingo por la tarde bajaremos también en bicicleta. Y si quiere le demuestre que puedo hacer su tienda como la mía solo tiene que mirar y aprender.

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