Capítulo Cuatro

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Estaba todo oscuro y me veía a mí mismo como si de una pintura se tratara caminando, brillaba en un color blanco. Caminaba en línea recta, sin un rumbo claro. El silencio absoluto que había fue reemplazado por el del  viento, también sentía la brisa por mí cuerpo.
Y desde esa nada negra empezaron a brotar ojos.
Ojos de todos tipos. De humanos, de animales, de monstruos, caricaturesticos y cosas que aparentaban ser ojos. Me miraban fijamente, pero no al yo que caminaba, sino al que observaba aquel cuadro grotesco.
De aquellos ojos desagradables empezó a brotar un líquido viscoso, empecé a correr, buscando una salida. Siempre en línea recta.
Era inútil correr, mientras más corría, más ojos había y empezaron a crecer entre sí, encima de uno.
En un momento empezaron a brotar bocas desde los ojos, también de todos tipos y sin un patrón en específico. Algunos ojos directamente se partían al medio y les crecían colmillos.
El ruido del viento se mezcló con el de aquel líquido cayendo y murmuros, murmuros de gente riéndose,llorando, intentos de gritos y gente burlándose.
Mí paso se empezó a entorpecer, se sentía como caminar contra la corriente de un río que me llegaba hasta el abdomen.
Di mal un paso y empecé a caer de espaldas en una espiral. Intentaba gritar, quería gritar, lo necesitaba.
Pero solo me podía ver brillando, llorando lágrimas negras y con la boca abierta incapaz de expresar cualquier tipo de ruido. Los ojos y las bocas seguían apareciendo mientras caía hasta que se escuchó un chillido rasposo y sumamente siniestro, era un poco similar al de los halcones.
Cuando se escuché ese chillido, paró cualquier tipo de ruido y todo volvió a ser negro de vuelta.

-¿Cómo estás, Federico?-dijo una voz bastante gruesa y rasposa en un tono burlón.-Espero que no te haya sido muy molesto el viaje.
-¿Qué es esto?
-¿Esto? Mejor dicho "quién"...-finalizó con una risa algo delicada que me erizó la piel.
Ya no veía nada como un cuadro, todo lo veía desde mis ojos y solo me puse más nervioso.
-E-entonces ¿E-e-en "quién" estamos?-tartamudee. Sentía mí helado sudor corriéndome por la espalda.
-En mí.
Estaba asustado y me costaba demasiado pensar que decir.
-¿Q-q-que o q-quién eres?
La voz estalló en una risa sumamente violenta, ahora se escuchaba algo distorsionada y me arrepentía de seguir hablando con eso.
-¿Yo?-su voz ahora estaba distorsionada en un grave y sonaba más a la de un hombre mayor.-¡Yo soy el maldito arcángel Gabriel, niño!-la voz rasposa y sin tanta distorsión volvió. Reconocí en ese momento que su tono burlón era lo único que cambiaba.-Aunque claro, eso es en esta realidad y aquellas parecidas. Tengo mil nombres pero mí favorito es Talakael.
-¿Talakael?
-¡Cómo lo escuchaste, niño! El mismísimo Talakael. Mensajero de Dios y El que anuncia cambios...-terminó aquella pronunciando la "s" como una serpiente y bajando la velocidad, lo que solo lo volvía más sombrío.-Y obviamente.-su ego salió a la luz en ese momento.-El favorito de Padre.
-¿Esto es una pesadilla? No existe ningún Talakael, ni ningún ángel ni ningún Dios.
Aquel ser se volvió a reír.
-Oh niño....-hizo una pausa.-No te das idea de qué tan equivocado estás. Esto cada vez va a ser más real.
Una enorme sonrisa en forma de V apareció entre medio de tanta oscuridad. Parecía sacada de una caricatura y estaba llena de colmillos.
-¿Qué quieres entonces?-grité asustado.
-No es lo que Yo quiera.-hizo énfasis para referirse a sí mismo.-Lo importante es lo Él quiera. Y Él quiere que por fin haya un cambio.
-¿A qué te refieres?
Me encontraba hipnotizado y horrorizado en como se movía aquella boca tan siniestra.
-De qué te debes sentir halagado. Eres algo parecido a una Virgen María, tampoco es que seas muy distinta a ella.-Talakael se rió.-¡Qué buen huésped fue aquella María!
-¿Huésped?
Aparecieron dos grandes X arriba de la boca como si de ojos se tratarán.
-Así es, desde ahora seremos uno.
-¿Q-qué?

La boca y esos ojos se transformaron en una bruma, empezó a zigzaguear rápidamente adelante mío y se metió en mí boca. El dolor que sentí era indescriptible, sentía como esa bruma se movía dentro mío y golpeaba cada músculo y cada órgano, quemando todo a su paso.
Sentía como si los ojos me estuvieran por salir. Me mire las manos y vi como las venas se volvieron de un azul muy oscuro, aquella piel llena de luz se empezó a caer mostrándome los músculos del mismo color.

Desperté gritando y transpirando.
Fue un sueño, todo fue un sueño, me dije una y otra vez hasta que pude relajar mí respiración.
Me fui al baño a lavarme la cara, me miré en el espejo para comprobar si todo seguía igual.
-Gracias a Dios.-me dije relajado.
-¿No es que no existía?
Vi por el espejo como unas manos con largos dedos y casi esqueléticas se acercaban a mis hombros.
Fui corriendo a mí habitación y prendí la luz.
-¿Por qué estás tan alterado, compañero?-escuchaba a Talakael como si estuviera al lado mío.
-¡E-Eres un sueño!¡Sigo durmiendo!
-Tal vez todo es un sueño...-salió desde mí espalda y se posó delante mío.

Talakael tenía una cabeza muy grande y alargada en forma de pico. Su color era un gris oscuro, rozando el  negro. En su rostro siempre estaba aquella sonrisa de caricatura llena de colmillos y una lengua bípeda que caía a un lado o con la que se relamía los dientes o sus "ojos", aquellas dos enormes x blancas y chuecas que sobresalían.
Su cuerpo estaba totalmente demarcado, se notaban los huesos como si estuviera desnutrido y en lugar de piernas, su cuerpo se alargaba hasta el mío.

-Ay, nos acabamos de conocer. ¡No seas rudo!
-¡¿Qué quieres de mí?!
Su risa se detuvo y acercó moviendo de forma errática su cuerpo hacia mí, hasta que su rostro estuviera casi pegado al mío. Me pasó la lengua por la mejilla y luego por el ojo.
-Ya te dije. Soy el Arcángel Gabriel. El mensajero de Dios. Y por eso...tenemos mucho que hacer.
-¡Quiero saber todo ya!
-¡Más despacio! Sería tan aburrido si te cuento todo ya...lo mejor sea que lo aprendas con el tiempo. Ahora lo mejor sería que te muestre algo.
-¿Qué co...
Antes de poder terminar la oración me vi tragado por el suelo. Me caí de espaldas un tiempo hasta que sentí como si estuviera flotando.
-Abre los ojos y mira lo que está por encima de ti.
Cumplí. Veía el foco y lo que estaba alumbrado de negro y aquellos lugares brillando como nunca.
-No pude poseerte, parece que en esta realidad no podemos...-su tono denotaba amargura.-Pero puedo brindarte poder.
-¡¿Y para que lo quiero yo?! ¡Sácame de acá!
-Si no te relajas nunca podrás salir de mí ser.
-¿Tu ser?
-Todo lo que está por debajo de las sombras es mí cuerpo. O una fracción del mismo. Si quieres salir debes relajarte y pensar que estás nadando...¡O volando!
Me empecé a relajar, luego de unos segundos me concentré en moverme un poco por aquella oscuridad y pude hacerlo.
-¿Lo ves, Federico? No es tan complicado.
-¿Y ahora como salgo?
-Acercate a una de las sombras. Bah, digo, a una de esos lugares que brilla. Chocaté contra ellos y podrás salir.
Me acerqué a la sombra que produce mí armario, no me animé a salir del todo así que solo metí la mano. Está desapareció.
-Esto es increíble.
-¿Qué esperas? ¡Mete todo el cuerpo, lindo!
Metí el otro brazo y luego la cabeza, pude ver mí cuarto como estaba y luego sentí como si levitara saliendo por completo.
-Esto es una joda. ¡Debe ser un sueño!
-¡No lo es muchacho! Pero ahora...debemos sentarnos a hablar.
Mí emoción se borró por el tono siniestro que adoptó Talakael.

Hablemos de sentimientos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora