Noveno mensaje

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  Cuando la gran limusina aparcó en el gran París, no se molestó en dar explicaciones a nadie

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  Cuando la gran limusina aparcó en el gran París, no se molestó en dar explicaciones a nadie. Su humor estaba patas arriba y lo único que quería era meterse en su cuarto y hacer una buena sesión de amnesia con un buen tratamiento de uñas. 

 Según había explicado su mayordomo, su padre André había estado hasta altas horas de la madrugada tratando asuntos de negocios con grandes empresarios de la ciudad, por lo que aquella velada junto con el cansancio, había sido el milagro perfecto para que el alcalde no se hubiese dado cuenta de que su hija se había pasado la noche entera fuera de casa. Sin embargo, las explicaciones que no le pedía su padre, se las exigía su criado. 

  —Señorita, compréndame—decía el hombre siguiéndola por toda la casa—debo saber una explicación y su padre tiene que estar al tanto de lo sucedido. Se ha pasado toda la noche fuera. 

 Chloe bufó por lo bajo y se frotó la frente, haciendo el afán de suavizar el profundo dolor de cabeza que llevaba atormentándola desde que se había despertado en aquella apestosa habitación. 

  —Yanducrín, lo que yo haga o deje de hacer no es asunto tuyo—replicó—tu trabajo es servir y obedecer. No andar por ahí haciéndotelas de detective. 

  —Pero señorita, mi trabajo es garantizar su seguridad—insistió el mayordomo—no puedo pasar por alto lo que ha ocurrido, imagínese que hubiese ocurrido si le llegase a pasar algo malo. La responsabilidad es mía. 

  «Hasta Yancascal antepone el trabajo antes que a mí» Pensó. 

  —No volverá a ocurrir nada parecido—aseguró ella dándose la vuelta para mirar a su empleado de confianza—te lo aseguro. Y referente a esta noche, lo mejor será mantenerlo en secreto—la joven vio como el hombre quiso replicar, pero antes de que lo hiciese, levantó una de sus manos mandándolo callar—sea lo que sea que haya ocurrido, mi padre no tiene que enterarse, por tú bien y por el mío. 

 La duda y la desconfianza aún se veían reflejadas en el rostro de aquel hombre de prominente bigote. Chloe dio dos pasos hacia él y tomó una de las manos de aquel que había sido su segundo padre. Aquel que había estado a su lado más que cualquier otra persona. 

  —Por favor—pidió ella y en sus ojos se veía un claro deje de súplica. 

 El mayordomo suspiró pesaroso.

  —Está bien señorita—colocó su mano sobre la de ella—pero con una condición. 

 La joven enarcó una ceja, pero permaneció callada a la espera de las palabras de su mentor. 

  —Debe contarme todo lo que sucedió—dijo él—no le estoy diciendo que me lo explique ahora. Solo cuando esté lista—se agachó, poniendo una rodilla en el suelo y apoyando ambas manos sobre los hombros de Chloe—escuche, señorita. Llevo trabajando aquí más de la mitad de mi vida, la he visto crecer y hacer grandes cosas. No quiero que le pase nada malo, usted es como una hija para mí y me gustaría que algún día pueda confiar en mí y dejar de verme con el empleado que cumple todos sus caprichos. 

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⏰ Última actualización: Aug 12, 2018 ⏰

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Objetivo: La Hija Del Alcalde. {Lukloe}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora