Westminster - Inglaterra
15:05 PM
-Y entonces aquel ser me atravesó con sus enormes garras-. dijo mientras intentaba recordar. -Y si...-. Añadió. -Estoy segura de que ese rostro lo eh visto antes...
Amy se encontraba sentada en una de las barandillas de la cancha de baloncesto de la universidad Pathfinders (Londres-Inglaterra), moviendo sus pies descalzos de un lado a otro de manera circular, agarrándose firmemente con su mano izquierda del plateado tubo que la sostenía, mientras que con la derecha se revolvía su oscuro cabello. Justo delante de ella, sentada en una de las bancas, estaba su mejor amiga; Ángela. Ambas llevaban puesto unos pantalones blancos deportivos con unas camisillas del mismo color. Junto a cada una estaba una toalla y una botella de agua, ambas tenían todo su cuerpo sudado por haber trotado durante casi una hora en el calentamiento. Ángela con un gran estilo y cuidado retiro la banda elástica que sostenía su hermoso cabello tinturado de azul violeta y jugó un poco con él, dejando caer un mechón de este sobre su reluciente rostro pecoso y enrollo otro sobre su dedo incide de la mano izquierda bajándolo suavemente en forma de espiral.
-Tanta lectura te está afectando Amy-. Dijo. -Además, tener la misma pesadilla varias veces no significa nada del otro mundo-. Sonrió. -Yo eh soñado ya varias veces con el mismo chico guapo y aun no lo conozco.
De un pequeño salto, Amy aterrizo en el piso de madera con sus brazos tendido hacías los lados, y, como toda una diva, golpeo con su larga cabellera el rostro de su amiga, apoyo ambas manos sobre la baranda y miro directamente al campo de juego. Varios estudiantes corrían en círculos, otros hacían abdominales y los demás solo estaban conversando entre ellos. Estiro sus brazos fuertemente sin dejar de sujetar la baranda, encorvando su espalda y dejando salir un leve suspiro, para finalmente erguirse de golpe y girando como una niña buena y feliz. -Sigamos con el entrenamiento.
-No sé por qué ese sueño...-. Golpeo dos veces el saco de boxeo con su mano derecha. -Pesadilla-. Corrigió. -Se siente cada vez más real-. dio varios golpes más y con mucha habilidad fue cambiando el ángulo de ataque. -Es como si ya lo hubiera vivido, ¿Entiendes?
-Sigo creyendo que es por tanta lectura sobre esos dichosos jeroglíficos-. Dijo Ángela mientras colocaba fuertemente una venda sobre su muñeca derecha. -Dame permiso, es mi turno...
Amy, luego de un circuito de golpes bien elaborados y fluidos, arrojo un último derechazo haciendo que el saco retrocediera varios centímetros. -Eso no tiene nada que ver-. Seco el sudor de su frente con su palma izquierda. - ¿Me estas tratando de loca? -. Su voz se cortaba por la falta de oxígeno. Dándole un sudoroso abrazo al saco de boxeo, Amy detuvo el balanceo de este para finalmente darle un pequeño golpe sin quitarle los ojos de encima a Ángela. Esta le dio un último tirón a la venda y se dirigió al saco, cuando ambas se cruzaron en el camino chocaron sus puños y dejaron salir una sonrisa. La chica empezó su calentamiento con varios golpes fuertes y moviendo su cuerpo en todas direcciones imaginado ataques de su actual oponente; el saco de box.
Retirando suavemente las vendas de sus manos, Amy miraba como su amiga lanzaba puñetazos intercalando sus brazos, uno tras otro sin pausa alguna. Una sonrisa se dejó notar en su pálido rostro, con ojeras debajo de sus radiantes ojos azules, luego de que un flashback; un recuerdo pasara sobre su cabeza. En el logro ver cuando ella y Ángela eran solo unas niñitas; solo tenían 10 años cuando fueron a su primer día de enteramiento de artes marciales; el primer día que se conocieron. Su entrenador era un señor de edad, con grandes títulos en distintas artes, luego de instruirlas y enseñarles un poco creyó que sería buena idea verlas luchar entre ellas, ambas luciendo tan curiosas con sus Dabok Taekwondo comprado hace unos pocos días, no tenían ni idea que hacer, pero de repente y con un pequeño grito irritante, Ángela lanzo un golpe al pecho de Amy, mostrando gran talento desde pequeña, ella en su primer día había logrado hacer que una niña llorara de miedo y corriera fuera del tatami.
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Amy
Science FictionLa vida aburrida, dolorosa y mortificante de Amy, una joven de 19 años de edad, da un giro cuanto descubre, de una manera sorprendente e increíble, que es descendiente de la familia celestial. todo esto la encadena en la lucha eterna entre el cielo...