1. Juego de Niños

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Las luces de las lámparas desvelaban el relieve de las calles. El brillo del atardecer resaltaba entre siluetas de edificios deslumbrantes, calcando a la ciudad en un bonito retrato de concreto en un fondo anaranjado. Las bocinas del tráfico, las conversaciones de la gente, y el bullicio otorgaban vida al paisaje urbano.

La tranquilidad en West Town era un deleite que solo se mantenía en pie al menos hasta la tarde, cuando todos marchan de regreso a sus hogares. Últimamente no se puede ser tan aventurado en ciudades como Chicago, sea para pasear o siquiera poner un pie fuera de la casa. La relación entre la inseguridad y el ambiente nocturno hacía que las personas aprovecharan de divertirse y hacer sus diligencias mucho antes.

El parque Alexander Von Humboldt aún se hallaba concurrido. Nombrado en memoria del famoso naturalista y botánico alemán, sus 207 acres abarcan el West Side de Chicago. Se puede visitar el Museo Nacional de Artes y Cultura Puertorriqueña, comer, pasear a pie o en bicicleta, jugar deportes o tomarse fotos junto al lago o los jardines.

En una de las canchas de básquetbol, apareció la figura de un joven de tan solo doce años, de pelo y ojos negros, vistiendo lo que cualquiera de su edad usaría: Una camisa roja y debajo de esta una franela gris que denotaba sus pantalones beige y ...

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En una de las canchas de básquetbol, apareció la figura de un joven de tan solo doce años, de pelo y ojos negros, vistiendo lo que cualquiera de su edad usaría: Una camisa roja y debajo de esta una franela gris que denotaba sus pantalones beige y zapatos oscuros. Su expresión en el rostro mostraba determinación oculta por un afán de travieso. El joven hizo seña y detrás de él vino otro muchacho, y después otro, hasta que varios jóvenes atiborraban la zona.

— ¿Seguro qué no los viste? —decía el chico de cabello negro.

— Definitivamente, no hay monos en la costa

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— Definitivamente, no hay monos en la costa. —respondió otro.
—Vamos, tomemos la cancha para una partida antes de que llegue el aguafiestas. —replicó otro más.
— ¿Jason no vendrá? —preguntó uno más del montón.
— No, está de viaje, pero haremos como que él estuviera presente.
La cancha parecía totalmente tranquila, de su lado no había casi nadie excepto alguno que otro peatón caminando.
— ¡A la victoria! —gritó el primer joven, quien parecía ser el líder del grupo. Los demás gritaron junto a él, con ánimo y emoción.
— ¡Silencio! —dijo su líder— Silencio.
— Todos los demás se callaron. — Gracias. ¿Saben a qué nos ha traído aquí esta tarde? La libertad. Randy Cronouk se aprovecha de ella para calumniarme como se le antoja. Ahora él y su bola de ineptos quieren quitarnos el derecho de jugar aquí. —señaló la cancha a su alrededor, a lo que muchos de los otros asintieron. — Normalmente dejaría pasar esto y lo ignoraría, pero...—una pelota de básquet le golpeó directo a la cabeza, aterrizando unos metros de él.
— ¡Déjate de tonterías, zoquete!

Supernatural's Guild: El Gremio de los SobrenaturalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora