Provocando lo sobrenatural

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 De perseguidor a perseguido; ahora era yo el que estaba encadenado a una celda, el calabozo más escondido de todos; he sido tomado como el peor de los criminales, bajo alta seguridad como un delincuente que había sido buscado por toda la guardia real de Filipos. Todo por anunciar el testimonio que recibí de un Carpintero que desafió por sí mismo la muerte, burlandola.
 Aún así con estas cadenas y la helada medianoche en la que abundaba mi libertad, sentía felicidad y lo expresé a través de mi cántico; podían privarme de salir de aquella triste celda, pero cerrar mis labios no podían.
 Una genuina alabanza brota de lo profundo de mi corazón, sincera como el "te amo" de una madre a su hijo cuando él la ve por primera vez a los ojos y la llama "mamá"; profunda como el infinito espacio debajo de mis pies; grande como el vasto universo creado por el Arquitecto perfecto; millones de ángeles a una voz lo adoran sin importar la relatividad del tiempo, y yo sin importar qué pasaría en las próximas horas me concentré en el presente; solo éramos Él y yo cuando de repente, se estremecen los cerrojos, las cadenas se caen, los cautivos son libres... mi adoración había llegado a su gran trono y lo sobrenatural de un segundo a otro se derramó sobre la totalidad de esa cárcel. ¡Si! Su Gloria, estaba allí.
Hechos 16:23-26

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