Cuando las vacaciones se acercaron él me pregunto si quería quedar con él algún día, le respondí afirmativamente, si salía en vacaciones tenía más posibilidades de ver la nieve. Se lo conté a mi amiga y dijo que era una cita, que me había pedido una cita. Lo que yo entendía por cita era que se pedían a la persona que te gustaba y que lo hacías para pasar tiempo a solas con ella y con suerte y tiempo acabar como mis padres. Se lo dije a mi madre y se entusiasmó tanto que me compró ropa nueva y me peino el día que quedé con él.
Fuimos al cine y él se veía muy entusiasmado, me dejó escoger la película y elegí una de acción, no sabía qué películas había que escoger en una cita, no salía en las series que veía. Mientras veíamos la película él cogió mi mano. Un hormigueo en el pecho y en el estómago me atacó con su roce, en los libros decían que este sentimiento era nerviosismo, que eran "mariposas en el estómago" y solía significar que te gustaba alguien. ¿Me gustaba el castaño? No lo sabía, no lo podía saber porque era la primera vez que sentí algo así, pero sabía que al estar a su lado me tranquilizaba al igual que hacía la nieve al caer y eso debía ser algo bueno.
Después de esa cita la siguieron muchas más hasta que un día, cuando estábamos paseando en el bosque nevado paramos de andar y me preguntó: "Me gustaría que fuésemos algo más que amigos, me gustaría que fuésemos pareja. ¿Qué piensas?". Si poco hablaba normalmente, esta vez no abrí la boca. Esas mariposas volvieron a aparecer y algo en mi sabía que si decía que sí no sería la última vez que las sentiría, y qué sentiría cosas nuevas. "Sí" sonreí sinceramente, la primera vez que le sonreía y él empezó a saltar y a gritar "¡Bien!", sacando la risa de mi interior. Esa calidez volvió a invadirme.
***
Pasó un año desde que empezamos a ser pareja pero él no me presionaba para hacer cosas que no quería. Solíamos cogernos de la mano y alguna que otra vez el me abrazaba, pero pocas veces me sentía cómoda devolviéndole el abrazo, no porque no me gustasen sus abrazos, estaba segura de que los adoraba, pero no tenía la costumbre de tener contacto físico con la gente. Él sabía de mi enfermedad y de mi personalidad y respetaba que todo fuese muy lento en nuestra relación, sintiéndose feliz cuando le abrazaba o le sonreía. Dentro de mí me sentía culpable por no poder ir más rápido con él. Fue un año en el que descubrí muchos sentimientos, como el amor.
Dos años pasaron, y un día en el que quedamos me llevo al prado que vi la primera vez que vine, el mismo dónde aquel hombre tiró a esa chica. La encontraron el año pasado, pero todavía no habían encontrado al culpable. Todavía recordaba aquellos ojos sin sentimientos, parecidos a los míos, pero los suyos no tenían piedad, eran agujeros negros sin sentimientos y sin importancia por la vida humana. Aquellas mariposas que sentía junto al castaño me hacían olvidar lo que pasó aquel día.
Aunque hubiesen pasado dos años, seguíamos en la misma posición que hace uno y me culpaba a mí misma por no poder darle más, tenía miedo de perderlo, sentimiento que descubrí sin querer.
Nos sentamos en el prado lleno de flores, era verano y en esta localidad pocas veces no había nieve así que era una ocasión especial poder ver las flores lilas y violetas del prado. Sentados uno al lado del otro, cogidos de la mano hablábamos de la serie que habíamos visto ayer y de los dibujos que habíamos hecho de algunas montañas del pueblo. El silencio apareció y decidí que ese era el momento definitivo. No era la primera vez que intentaba decirle que me gustaba, que me gustaba mucho, nunca lograba que las palabras tomasen forma, no tenía valor y ya habían pasado dos años, sentía que lo perdería. Tomé aire. "Me gustas, me gustas mucho" su sonrisa fue la más grande que había visto en él desde que lo conocí. Yo también sonreí y la abracé con todas mis fuerzas, sabía que no lo iba a perder, al menos no por un largo tiempo. Nos separamos y nos cogimos de la mano. "¿Sabes? A mí también me gustas, me gusta cuando nos damos la mano, me gusta cuando dibujamos juntos o vemos series juntos, me gusta abrazarte aunque tú no me abraces de vuelta, y estoy seguro de que me gustaría mucho besarte, pero no lo haré porque me gustas, y no quiero forzarte, quiero ayudarte a descubrir nuevos sentimientos". Sus palabras dejaron huella en mi corazón, que latía muy rápido y sentí que mis ojos se humedecían, en ese momento había una explosión dentro de mí, había alegría, mucha alegría. Nos tomamos unos minutos para tranquilizarnos, más bien para que me tranquilizase yo, me sentí abrumada con tantas sensaciones a la vez, así que el castaño fue a comprar una botella de agua en una tienda cercana.
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El siguiente capitulo ya es el último. Es una historia bastante corta
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Nieve
Short Story¿Qué se siente al no sentir nada? Ella lo sabe; no siente dolor, no sabe identificar sentimientos, siempre ha vivido sin sentir nada y a la vez sintiendo que eso puede cambiar algún día. (No soy buena poniendo títulos a mis historias así que si me...