Gris / Benjamin Pavard

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Me concentré una vez mas y repasé los acordes de la canción que estaba practicando en mi guitarra.

La música era una de mis grandes pasiones, aunque a decir verdad, la tenía bastante abandonada. Por eso, un par de meses atrás, me había puesto firme en retomar con mi instrumento, para que deje de juntar polvo en la esquina de mi habitación.

Así que sin más, me dispuse a sentarme en el sillón y tocar mis canciones favoritas, cantándolas suavemente por encima de la melodía que yo misma generaba con mi rasgueo sobre las cuerdas.

Estaba completamente ensimismada, inmersa en mi mundo, tanto que no lo escuché entrar, ni tampoco acercarse, pero cuando me di vuelta ocasionalmente ahí lo vi, llevándome un susto que paralizó mis sentidos por unos segundos.

-¿Hace cuánto tiempo estas ahí?

-¿Como 10 minutos?

Mis mejillas se tornaron rojas, y cubrí mi rostro con mis manos. Me avergonzaba mucho que me escuchen, y mas Benjamín, porque verdaderamente me importaba lo que él piense, y yo estaba segura de que mi talento no era suficiente como para ser digno de que él me escuche. No era sólo timidez, era inseguridad.

Sentí sus brazos rodear mi cuerpo, mientras me tumbaban sobre el sillón, posicionándose sobre mi, mientras me saludaba con un beso.

Benjamin entrenaba todas las tardes, sin embargo parece que particularmente la de hoy, había terminado antes de lo esperado.

-Estás transpirado, que asco-

-Ambos sabemos que en el fondo lo estás disfrutando- contestó riendo. 

Benji me dejó en libertad de sus brazos, y se sentó frente a mi, contemplándome con su mirada, haciendo que mis mejillas se tornen todavía mas rojas que antes.

-¿Que querés?- dije sin querer mirarlo a los ojos, porque sabía lo que iba a pedirme.

-Quiero que continúes tocando-

-No hasta que no te bañes.-

Benjamin soltó una carcajada, que fue como una caricia a mi alma. Verlo reír hacía mi vida un poco menos miserable. Hacerlo reír me hacía sentir menos intrascendente, menos insuficiente para él.

-¿Tan malo es?- dijo quitándose la camiseta y secándose el sudor con ella, mientras se acercaba a mi, abrazándome por detrás y besando mi cuello haciendo que sus rulos invadieran mi rostro.

-Si. Apestas- repuse alejándolo de mi. 

-Tengo una idea. Espera.-

Benjamin se levantó, tomó la guitarra y subió velozmente las escaleras.

Minutos mas tarde, oí su grito llamándome desde arriba, pidiéndome que suba.

-¿Cuál es el plan?- pregunté riendo a medida que subía las escaleras.

-¡Estoy en el baño!-

Un par de velas encendidas estaban detrás de la bañera llena, también en una pequeña mesita dos copas de vino, y mi guitarra apoyada en una silla, que intencionalmente él llevo hasta allí.

Benjamin se sumergió en el agua caliente, la cual aplastó sus rulos provocando en mi una sonrisa.

-Ahora si, te quiero escuchar.-

Me sentí acorralada, pero viendo el gesto que él había tenido, no pude escapar. 

Tomé timidamente la guitarra, y comencé insegura a tocar los primeros acordes de una de mis canciones favoritas, que él mismo me había mostrado, aunque la calidez del momento no tardó en envolverme y hacerme sentir completamente en confianza.

El problema es que a veces yo lo veía inmenso al lado mío. Yo me sentía tan chiquita, como una turista en la enorme galaxia que era él. Para mi él era mucho mas de lo que yo podía acaparar, y eso me entristecía.

Sin embargo, él allí, cantando-gritando al unísono conmigo, proponiendo canciones, prolongando su baño cada vez más, sin importar que tan bien o mal estábamos sonando, me recordaba que después de todo, yo lo amaba y no compartir con él algo que a mi me gustaba era tonto.

Después de una larga sesión de canciones, le tendí una de las copas.

-Brindemos- Le dije, mientras yo tomaba la mía y acercaba mi silla aún mas a donde él estaba.

-Brindemos. Por vos, y tu enorme talento - Contestó, chocando suavemente su copa con la mía.

-¿De verdad lo crees?-

Benjamín me dirigió una mirada confundida.

-Claro que si, ¿por qué preguntas?

-No sé, creí que no iba a ser buena idea que me escuches, al menos no ahora, que me falta mucha práctica- contesté volviendo a bajar mi mirada, mordiendo mis uñas.

-No digas eso. Me encanta escucharte, ya sea cantar, reír, gritarme cuando dejo las cosas tiradas, no sé. Me gusta que tu presencia inunde el silencio.-

No contesté nada, aunque tampoco me animé a volver a verlo a los ojos.

Benjamín recostó su cabeza, apoyándola en los azulejos detrás de la tina.

-¿A qué le tenés miedo? ¿Que es lo que callás cuando hundís la mirada y la tristeza invade tus ojos?-

-Quizá a no ser lo suficiente.- dije mientras jugaba nerviosa con mis dedos.

Benjamín me salpicó con agua.

-Ey- dijo con su sonrisa brillante y sincera.

-Sos todo lo que necesito, y más. Ojalá pudieses ver los colores que vestís, el brillo en tus ojos, los distintos tonos rosados en tus labios, como la luz se refleja en tu piel. Te amo, ¿entendés?, te amo cuando lloras o cuando bailas en la calle,  cuando cantas bajito en la ducha y tengo que acercarme a la puerta para escucharte sin que lo notes, también cuando te reís de la vida, y cuando hablas español con tu familia aunque no pueda entender. Y creeme que cada noche, cuando no podés dormir porque quien sabe que fantasmas invaden tu cabeza, lo único que yo pienso, es que desearía que vos puedas verte, de la misma forma que yo puedo hacerlo: con amor.-

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Él podía remover los pasillos oscuros de mi mente. Simplemente venía, y me recordaba que todavía estoy viva. Me hacía sentir viva, aún cuando yo me sentía insulsa y gris.

-Te quiero tanto tanto- le dije bebiendo otro sorbo de vino.

-Tendríamos que hacer un video para Instagram, cuando esté vestido, claro, cantando una de estas canciones.-

-Sería un verdadero papelon, Benjamin.-

-No si vos estás ahí haciendo lo que evidentemente sabés hacer: música. Propongo además que a partir de ahora, cada vez que me bañe vos cantes para mi. Algo así como un Spotify personal.-

-Como Spotify, ese servicio tiene un precio.- contesté revoleando mis ojos.

-Por mas momentos como este, te pago como quieras.-

Solté una carcajada, y le tiré una de las toallas.

-Gracias, por todo.- le dije mirándolo a los ojos al fin.

Ya fuera del agua y envuelto en la toalla, se acercó a mi y besó mi frente.

-Gracias a vos.- 

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Bueno, de los One Shots que ya tenía escritos, me queda uno que en estos días voy a estar publicando (y es de Thomas M) . Peeeeero, si alguien está leyendo esto y quiere que escriba sobre algún jugador que quieran, quizá en algún escenario particular, puede decirme y encantada puedo intentar hacer algo.

En fin, si leíste hasta acá, te mando un beso enorme y también te doy las gracias. Adiós ♥

One Shots de futbolistas. (ex Brasil esconderá...)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora