La felicidad | Phillip Lahm

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En la vida nos cruzamos con personas que nos brindan ciertas "seguridades". Entender la felicidad es una "seguridad" muy grande. La felicidad es algo intermitente. Se puede ser feliz pero, en general, no somos, estamos felices.
Porque la felicidad es un estado, donde un sentimiento positivo gobierna otro negativo, liberandonos asi de la consiencia y cualquier preocupación.

Podría confesar que no me sentia feliz hacia un buen tiempo, y que por largas tardes había creido que jamas iba a volver a vivir el amor como la primera vez.
Mi relación estaba desgastada. ¿Terminada? No. Simplemente lo aceptaba, porque sentía que asi funcionaba, y por eso seguía adelante, sin embargo aquella tarde en Brasil las cosas cambiaron, y mis ojos volvieron a brillar de aquella forma como cuando tenemos 15 o 16 años y las mariposas en el estómago parecen ser todo aquello que mueve nuestro mundo, haciendo que perdamos la cabeza hasta tener en mano un certificado de locura por alguna persona que simplemente nos atrae.

Cuando algo hace falta ¿es esta la que genera sentimientos emparentados a la tristeza o es nuestro descontento, generado por eso que no está, lo que produce esos sentimientos? Sentimos vacíos que han sido recuerdos insolventes y que ya no son mas nada, pero nos dedicamos a recordarlos con nostalgia. Y Claudia no estaba, no la veía hacía ya casi un mes, y su no presencia me afectaba de un modo que no entendía si era bueno o no lo era.

Me senté a comer, en la recepción del hotel donde había algunas mesas. Podría haber ordenado algo y que me lleven la comida a la habitación pero quería salir de aquellas paredes y ver algo mas, gente pasar.
Me gustaba observar a las personas e imaginar sus vidas, asi como tambien jamás fui lo suficientememente liberal como para no pensar en que diría la gente de la mia.

-¿Desea ordenar algo?- Dijo una suave voz femenina interrumpiendo mis pensamientos.
-Si, si- Contesté un poco dudoso y volviendo a mi persona.
La jóven tomó mi pedido y se alejó, y tambien con ella cualquier inseguridad que rondaba por mi mente.

Tanta gente nos rodea, tantas obligaciones, tanta monotonía en nuestro día a día nos hace caer en la misma situación. Ir a los entrenamientos, jugar, volver a casa y recibir un beso de Claudia, frívolo tal vez. Almorzar, mirar algún partido, dedicarle tiempo a mi familia, era lo único que mantenía mi espíritu vivo, sin embargo todo se remitía a lo mismo.
Miles de veces me había repreguntado a mi mismo para que servia todo lo que hacia, para que vivir del modo que vivía, porque hacer todas esas cosas, con qué sentido, olvidando que a veces la vida nos devulve ese sentimiento de libertad. Somos lo que escribimos, y de eso se trata la aventura de vivir nuestra vida y hacer nuestro camino.

La rubia trajo mi pedido, y con gusto comí lo que me dió en poco tiempo. Así que volví a llamarla para que traiga mi cuenta.

Con simpatía, se acercó a la mesa, cobró lo consumido por mi y le pagué. Sin embargo no quería que se aleje, necesitaba hablar con alguien ajeno a mi, asi que antes que parta para la cocina la tomé del brazo.

-¿Necesita algo? Dijo
- La felicidad ¿es un gran proyecto, o es haberlo alcanzado?-

La chica no pareció pensar su respuesta ni siquiera un segundo.
-Podría ser un cofre.- Dijo mientras juntaba las cosas que había en la mesa. -Un cofre de madera, donde guardo las sonrisas de los que necesito para sonreír. Donde guardo mis intentos y actos fallidos. Guardo algunas cosas materiales que significan algo para mi que recuerdos con sentimientos. Guardo gestos de gente muy grande. Guardo distancias. Guardo consejos. Guardo silencios nunca incómodos. Y cierro mi caja para guardarla, hasta abrirla otra vez.-

Siendo ajena completamente a mi, irremediablemente la felicidad depende de terceros, pero se basa en lo que hacemos con lo que nos llega.
Ella llegó sin saberlo a abrirme los ojos, y tal vez podría haberle explicado lo mucho que me había ayudado, sin siquiera saber nada de mi vida.
-Gracias- Le dije a la chica, quien sonrió y volvió a su trabajo. Y casi corriendo subí a mi habitación, tomé el celular entre mis manos y llamé a Claudia. Porque pase lo que pase la amaba, y ambos aprendiamos dia a dia a querernos, asi como en secundaria y como todos nuestros años compartidos.
Ojalá en mi cofre de felicidad y recuerdos entre un día la suerte de haber conocido a aquella camarera. Brasil esconderá este recuerdo.

One Shots de futbolistas. (ex Brasil esconderá...)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora