A la mañana siguiente, todos nos encontramos en silencio y sombríos, mientras empacamos para volver a casa. Obviamente, ninguno de nosotros quiere volver, sabemos lo que nos espera al hacerlo; Iris tiene que irse con las sacerdotisas, Parry tiene que aceptar su partida y, Shawna y yo, ocuparnos de Tristán, que por suerte nos dio un día de respiro. Fuimos tan bien recibidos en este lugar, sin contar que es un paraíso lo poco de la isla que llegamos a ver, que, sinceramente, no te dan ganas de partir. Amo Vancouver, viví casi un siglo allí, creo que fue el lugar en el que más tiempo estuve, pero no se puede comparar con este lugar, ni mucho menos con las personas de aquí. Siento que no hay nada bueno para mí en Vancouver. Pero viendo más allá de lo que me da la punta de la nariz, si nos quedamos aquí, solo estaría escapando de mis responsabilidades.
Al salir del hotel, observo a Shawna con la mirada perdida en el mar, sin percatarse que ya estábamos todos listos para irnos, por lo que me acerco a ella.
— ¿Estás bien? —me intereso.
—Sí —miente ella descaradamente.
—Vamos a volver —le aseguro, logrando con eso que me mire y eleve una ceja—. Cuando todo esto acabe, volveremos aquí y si quieres nos quedaremos a vivir, cerca de tu familia y amigos —le afirmo.
— ¿En serio? —indaga con esperanza.
—Te lo prometo —juro. Ella sonríe y me abraza con fuerza.
—Vamos, chicos —nos interrumpe Parry—, pueden continuar con los arrumacos en el avión —se acerca más a nosotros —, y hacer el amor en el baño, sería una gran fantasía —susurra, en broma.
—Siempre tienes que decir alguna bobada, ¿verdad? —le regaña Shawna.
—Vamossss, si te gustó la idea —se burla él.
—Deja las tonterías —le reprendo—. Ya llegó el taxi —aviso.
Una vez en el avión, Parry perdió por completo su ánimo cómico, sé que, su mente está vagando en lo que pasará en cuanto lleguemos a casa, sé que, no para de pensar en que se tiene que despedir de Iris; todos nosotros debemos despedirnos y es una maldita cosa de hacer. Para cuando bajamos del taxi, en la puerta del edificio, ya era de medianoche, me duele todo el cuerpo y la cabeza no deja de palpitar, pero no me quejo y solo ayudo a Parry a sacar el equipaje del cofre del auto. Cuando estoy abriendo las puertas del edificio, escucho a Shawna gritar.
— ¡No! ¿Qué hacen? —grita ella luchando contra una mujer que tenía agarrada a Iris.
—Ya es hora, Banshee —demanda la mujer, caigo en la cuenta que es una de las sacerdotisas, pero por la oscuridad y la capucha que lleva puesta, no logro ver de quién se trata.
— ¡Déjenla! —gruñe Parry.
—No lo hagas difícil, Bowen —le advierte la otra sacerdotisa.
—Parry —le llamo la atención—, tranquilizate —ordeno.
—Se la están llevando, Ivor —sisea él.
—Era el trato, hechicero. Ya pasaron los tres días de luto, ahora debe venir con nosotros —demanda la mujer.
—Parry —solloza Iris estirando la mano hacia él.
—No luches, Iris —le aviso. De pronto le ponen una capucha a Iris tapando toda su cara y me apresuro a llegar a Shawna antes de que ella llegue a la sacerdotisas—. Cálmate —le susurro.
— ¿Por qué le cubre el rostro? —exige Parry—. Déjenla —ordena.
—Ella no debe saber dónde está nuestro templo —responde la sacerdotisa—. Es parte de ritual, no se entrometan nos advierte.
ESTÁS LEYENDO
Ivor
FantasyTodas las personas anhelan la eternidad, temen el morir. Pero nadie sabe que esa eternidad que todos desean, no es más que una maldita maldición. Y se vuelve mucho peor cuando te quitan a tu verdadero amor por siglos indefinidos. ://litnet.com/es/b...