Diez

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Su cumpleaños, su cumpleaños y su cumpleaños. Esto me estaba volviendo cada vez más loco, se estaba acercando su día especial, el día en que solo cumpliría 13 años, ¡unos benditos 13 añitos! La verdad no sé cómo pude fijarme en una niñita, y la verdad no sabia que hacer, estábamos a 9 de septiembre y ella cumpliría el 13, cada día la veía más feliz, y pues era obvio. 

-¿Qué tal y le das como regalo una bolsa de esas porquerías? Y ahí aprovechas y hablas con ella, ¡será su mejor regalo! - Rodé los ojos y casi que le doy un puño, de verdad no sería su mejor regalo, creo que ni sabe que existo, o tal vez si pero no sabe que yo sé cuando es su cumpleaños, y de seguro pensara que ni me importa, además ¡ni pensara eso porque yo no le importo!  

-No son porquerías, son Chu-pe-ti-nes - Lo corregí mientras rodaba los ojos de nuevo

-Ya te veré de maricón comiendo uno cada día.

-¡Cállate!   

-¡Cierra la puta boca tú! 

-¡Ustedes no pueden estar ni un segundo en paz, siempre peleando! 

-¡Cállate, Andres! - Gritamos al unisono Carlos y yo y de inmediato solté una carcajada, se había asustado. 

-Lo siento, lo siento - Dijo alzando los brazos en señal de paz. 


...


-¡Pero yo no me quiero ir! 

-La seño Lia te mando para que te vayas, Sara, tienes dolor en el pecho, deja de actuar como si fueras muy fuerte, ¡Deja de actuar! 

Y la primera lágrima salió, me escondí mejor en el salón de sexto que quedaba al lado de la coordinación y trague saliva, me habían dado ganas de llorar, no era la primera vez que la veía así, tan rota. Pero era totalmente cierto lo que decía su amiga, en el tiempo que la llevo conociendo ella insinúa ser fuerte, ayuda a los demás sin importa recibir a cambio dolor, llora escondida y sonríe al día siguiente como nada. Que me digan súper-hiper-mega acosador, pero la observo muy bien, demasiado bien, y se podría decir que llegue a conocerla como a la palma de mi mano, y no es porque sea el mejor conociendo personas, sino porque ella es muy fácil de conocer, cualquiera la conocería rápido sin que ella hable o actúe como es.  

-Me voy, y si no te quieres ir, es problema tuyo - Le puso delicadamente el dedo en su pecho y agregó - Tú misma respondes si el dolor aumenta, no haré nada. Lo siento, pero a veces hay que llegar a ser así contigo, Sara, eres muy terca. 

Se marchó dejando a Sara llorando, mientras se ponía la mano en el pecho y se quejaba, le dolía, y a mi también, mañana era su cumpleaños, y la verdad no quiero que este enferma en su día.   

Me iba a acercar, pero como siempre, la pena me gano, y ella entro a la coordinación para pedir permiso he irse a su casa. 


...


Había llegado temprano, muy temprano, y estaba esperando en la entrada del colegio junto al profesor de Inglés, un hombre feo, calvo con una gran vena se marcaba en su gran frente, este tenia el teléfono con música ballenata mientras bailaba y hacia reír a los del aseo o a algunos profesores, como todas las mañanas. Había comprado un chupetin grande, de colores, y gomitas, a ella le gustaban, y en el momento en que se descuidara le metería eso al bolso. 

Comenzaron a llegar los estudiantes y no había señal de la chica, me estaba comenzando a preocupar, ¿qué tal y se habría enfermado mucho? Oh no, no, no. Pero mi vista se clavo en ella, se veía muy hermosa, con su uniforme de diario bien planchado al igual que sus zapatos bien embetunados, tanto que de seguro podría ver mi reflejo ahí, y lo que me sorprendió, su largo cabello, que ya me había acostumbrado a ver amarrado, caía libre en sus espalda baja mientras una delgada trenza en forma de "S" estaba hecha a un lado en su castaño cabello. Mi corazón estaba bombeando demasiado rápido y mis manos empezaron a sudar. 

Ella muy educada dijo los Buenos Días a los maestros y paso de largo a su salón, la seguí, y apenas llego muchos abrazos la esperaban, estaba feliz, y yo también. Recuerdo que ese día no entré a las primeras tres clases, me la había pasado al frente del salón de ella mientras caminaba y me asomaba como loco, había recibido muchos regalos, ¡Y hasta se le habían confesado! No estaba bien del todo con eso último pero tampoco era que me iba a enojar, claro que no, aunque lo estaba un poco. 

Decidí subir al baño de los hombres y luego a comprar algo, la segunda hora de clases había terminado e iba a empezar la tercera, me encontré con mis amigos quienes me regañaron por no entrar a las clases y hasta mi amigo Carlos aprovechó y se fue conmigo. Ya había transcurrido bastante tiempo, de seguro ya la tercera hora de clases iba por la mitad, y decidí bajar a mirar a su salón, parecía todo un guarda espaldas. Me asomé y mi corazón dejó de palpitar literalmente, ella estaba recostada en su silla mientras se agarraba con fuerza en estomago y con su mano hacia presión en su espalda baja, su amiga se le acercó y le dijo algo, mientras otra niña pálida, que se sentaba atrás de ella la miraba con preocupación, la profesora, que en ese entonces estaba dando clases ahí, se le acercó y de nuevo, como la otra profesora, la envió a coordinación para que pidiera permiso y se fuera. Ella estaba negando y me dieron ganas de entrar y tomarla por el brazo hasta llevarla a coordinación y decirle con autoridad que pidiera permiso y se fuera, que dejara de ser así. Estaba llorando y su cara estaba muy pálida, sus labios morados y en ningún momento apartaba el brazo de su estómago. 

Ella se puso de pie, y esta vez su amiga con la otra niña más gordita y morenita la acompañaron a coordinación. 

Se fue llorando con muchos regalos, todos los regalos que le dieron menos el mío. Me maldecí por haber perdido las tres primeras horas de clases. Me maldecí por haber gastado mi tiempo y dinero en comprar un regalo que nunca iba a entregar en persona. Maldije su tonto dolor, y me maldije mil y más veces por haberme enamorado de ella.  

CHUPETINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora