•Pequeña Molestia•

5.8K 461 318
                                    

*TOC TOC TOC*

—Abre la puerta, enserio necesito ingresar, no puedo estar más tiempo así. Mi vejiga pronto estallara—decía Remus con desesperación. Se había levantado muy temprano para ir al baño pero lastimosamente su amigo le había ganado.

—¡No quiero ver a nadie!—grito Sirius dentro del baño—. ¡Solo lárgate!

—¡Llevas horas ahí!—protesto el licántropo—. ¡¿Se puede saber que diablos haces ahí dentro?!

Sirius no le contesto.

—¡Enserio necesito orinar, amigo!—grito de nuevo el licántropo.

—¡Vete, no quiero escucharte!—grito el animago con la voz entrecortada mientras hacia ruido con cualquier cosa.

El castaño se dejó caer al suelo con total derrota. No sabía cuantos minutos más soportarían sus pobres riñones. No entendia el comportamiento de  Sirius, no recordaba a verlo molestado o insultado ¿Porque no quería verlo? ¿Porque prefería estar encerrado en el baño?

Muchas teorías empezaron a llover en su cabeza. Tal vez lo que estaba sufriendo Sirius era una fuerte depresión, había muchas posibles causas para eso. No podía permitir que siguiera así, necesitaba ir en busca de ayuda.

—¿Sirius, quieres que llame a James?—le pregunto mientras se acercaba a la puerta para escuchar algún sonido de agonía—. El podría hablar contigo, tienes más confianza con el.

—¡No quiero hablar con nadie, solo déjame en paz!

—¡¿Se puede saber que demonios te pasa?! ¡Solo quiero ayudarte!

Cómo respuesta recibió unos lloriqueos muy escandalosos. Eso asustó mucho más al licántropo que se levantó con decisión y busco su varita para poder abrir el baño.

Por desgracia no la podía encontrar por ninguna parte. ¿Donde se suponía que había dejado su varita?

—¡No te preocupes, Sirius, iré en busca de James!—grito y salió a toda velocidad del dormitorio, pero primero se dirigió hacia el baño de los prefectos. No podía soportar más tiempo, sentía que sus riñones en cualquier momento explotarían.

Termino de orinar y camino por los corredores tratando de encontrar a James o Peter, en esos momentos cualquier persona era de suma ayuda.

—¡Señor Lupín!—sin duda se había levantado con el pie izquierdo, su mala suerte no podía ser peor al toparse con la profesora McGonagall —.¿Se puede saber porque camina desnudo?—lo miro severamente.

—¡Profesora, tiene que ayudarme!—dijo alterado

—¿Ayudarlo? Lo único que usted debe hacer en estos momentos es ponerse su túnica.

—No lo entiende, el problema es que Sirius...

—Era de suponerse, el señor Black y sus bromas ridículas. Por el momento quiero que se dirija a su dormitorio y se cambie o estará castigado por una semana—dijo y siguió su camino.

Remus quiso detenerla, pero entonces algo pasó y fue como un verdadero milagro caído del cielo, una cabellera pelirroja se empezó a asomar.  No tenía de otra que pedirle ayuda a ella.

—¡Lily! ¡Lily, espera!

La pelirroja se detuvo al instante.

—¿Que sucede, Remus?—lo miro asustada—. ¿sabes que solo tienes ropa interior puesta?

—Es Sirius, el esta...

—¿Black?—el castaño asintió con rapidez—. Sabes, Remus, tengo mejores cosas que hacer—se volteo para poder seguir su camino.

Los MerodeadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora