• Molestar •

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Advertencia! : Lenguaje no apto para  menores (o eso Creo)

–¡Quiero morder sus labios!–grito Sirius con los ojos cerrados de la excitación. Se encontraba en la aula de transformaciones, la profesora McGonagall había tenido que salir por un llamado del director y no tuvo mejor idea que dejar a los alumnos solos.

–¿Que más? ¿Que mas quieres hacerle?–le pregunto James estando igual de excitado.

–¡Quiero sentirlo, quiero sentirlo dentro de mi!–grito y empezó a desabotonarse la camisa.

Remus se encontraba en medio de ambos, no hacía caso a todo lo que decían sus amigos, el solo se concentraba en leer su libro.

–¡Sirius!–grito James–. ¡Si el no quiere, solo podemos ser tú y yo!

–¡Si! ¡Si quiero! ¿En mi cama o en la tuya?–a este paso ya se había desabotonado la camisa por completo.

–En la cama de nuestro lobito–susurro James mientras pasaba sus manos por el cabello de Remus, pero el castaño ni se inmutó. 

Todos los alumnos se encontraban en otra dimensión, nunca habían escuchado ese tipo de  conversacion entre los merodeadores.

La profesora McGonagall regreso y por arte de magia todos volvieron a un estado normal. La camisa de Sirius estaba abotonada y James con total seriedad.

Remus pensó que la estúpida broma que le habían hecho sus amigos se había terminado, pero no.

–Te vez sexy con un libro, tus ojos me derriten y tus carnosos labios son mi mayor tentación–le dijo Sirius en voz baja. Como respuesta solo recibió una fruncida de ceño.

–Me encanta que solo duermas en ropa interior–le dijo esta vez James–. Me dan unas ganas enormes de darte hasta el amanecer.

–Ya parenla–murmuró Remus

–Siempre se me para cuando estas cerca–le dijo Sirius

–¿Quieres morir?

–Si, mátame, quiero que me mates con mucho placer–gimió para después morderse los labios. 

–Si continúan de esta manera, juro que los golpearé hasta hacerles llorar sangre–les amenazo el castaño.

–Golpeame, quiero que golpes–le susurró James–. Sabes muy bien que me gusta duro y violentó.

–Basta–siseo Remus–. Si dicen algo más...

–Soy tu perra–le susurró Sirius–. Lobito hermoso..–le mordió muy suave la oreja.

–¡Ay! ...¡¿Que diablos te pasa?!–exclamó tratando de no hacer mucho ruido o la profesora McGonagall podría castigarlo por interrumpir la clase.

–Deja de fingir–le dijo James–. Sabemos cómo nos miras, sabemos que sueñas con nosotros. Dejemos de mentirnos y vamos ahora al dormitorio ¿Que dices? ¿Si? ¿Quieres?

Remus los miro con total enojo. Solo tenía dos opciones:

1. Perder por completo la paciencia y matarlos a golpes
2. Seguirles el juego y ver hasta dónde llegaban.

Se enderezó y en su rostro se dibujó la sonrisa más pervertida que jamás pensó alguien ver.

–Si–suspiro abrazando por los hombros a Sirius y James–. No puedo fingir, estoy muy interesado en ambos.

–¿Ah?–se extrañaron

–Quiero azotarlos–les susurró–. Quiero que griten mi nombre, quiero tenerlos amarrados a mi cama–miro a James y se acercó para besar su cuello.

Potter se sobresalto y miro asustado a Sirius para que este pudiera intervenir. Lunático estaba pasando su lengua por todo su cuello, se sentía violado, desnudo y sucio.

–¿Solo quieres a James?–pregunto Sirius fingiendo sentir pena

–Tranquilo pequeñín, para ti tengo algo mejor–lo agarro de rostro y lo beso.

Ambos amigos forcejearon.
Uno por separarse y salir corriendo mientras que el otro solo buscaba profundizar para darle una lección que nunca pudiera olvidar.

–¡Señor Lupín!  ¡¿Se puede saber porque está besando al señor Black?!

Remus rompió el beso con una enorme sonrisa y le guiño un ojo a Sirius

–En la noche seguimos–le susurró.

–Dejen de bromear por favor y pongan atención a la clase–dijo la profesora ya cansada de todas las tonterías que hacían los merodeadores.

(...)

–¡Sirius!–grito Remus corriendo detrás de su amigo–. ¡Sirius Black, detente ahora!

–¡¿Que quieres?!–pateo la pared con frustración.

–Seguir–le respondió–. Podemos ir ahora al dormitorio, no hay nadie, estuve buscando a James pero no lo encontré, creo que la tierra se lo comió. ¿Que dices? ¿Vamos?

–¡No! ¡No quiero!–le grito y aventó su libro con fuerza.

–Vamos, usaremos protección, no saldrás embarazado–le susurró mientras lo arrinconaba a la pared

–Solo déjame en paz, por favor–le pidió con los ojos llorosos

–Tranquilo mi hermoso–le acarició la mejilla–. Seré tierno, hay algo que se llama lubricante ¿Nunca lo has usado? Descuida siempre hay una primera vez

–Remus..Remus yo..solo estaba bromeando, no me gustas–le dijo llorando–. Por favor no quiero que me toques, te lo ruego, no te atrevas a tocarme.

–Shhh..–le acarició los labios–. Si quieres solo podemos besarnos, no te obligare a nada.

–No..no quiero–empezó a llorar con desesperación–. Quiero ver a mi mamá–pidió como un niño. Si quería ver a Walburga eso solo significa que se sentía muy desprotegido.

–¿No quieres besarme?–le pregunto Remus en susurro.

–No...

–¿No me amas?–lo agarro con fuerza de la cintura.

–No..

–¿Lo que decías en el aula era broma?–se acercó tanto a su rostro que podía sentir su aliento.

–Si..

–Mmm...ok–borro la expresión pervertida, se alejó de el  y lo miro con una sonrisa–. Si vuelves a jugarme una broma de esa magnitud juro que la próxima vez te violare–le golpeó en el hombro para que dejara de llorar–. Voy a la biblioteca, nos vemos después–bajo las escaleras y desapareció de la vista.

Sirius se quedó solo, se abrazo a si mismo y se dejó caer al suelo para seguir llorando.

Se había dado cuenta que no era muy divertido ese tipo de bromas. Nunca debía jugarle eso a nadie o por lo menos ya nunca más a Remus.

Los MerodeadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora