Celeste

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Paradójicamente, tenía nombre de amanecer

pero desde que la conocí no he vuelto a ver el sol.

Su esencia echó raíces en mi interior

y el amor que tuve por ella lo dejé crecer.

Floreció por todas mis entrañas

y su risa

me clavó en el alma unas cuantas espinas.

Ilusa de mí, pensar que encontraría mi suerte

un martes trece.

Buscar mi fortaleza

en un cuerpo que no era el mío

fue mi mayor torpeza.

Encendió una hoguera

con sus falsas promesas

pero me dio igual

me tiré de cabeza.

Y entonces mientras me observaba con mirada de hielo

me dijo que lo nuestro no tenía arreglo

mientras volaban las cenizas de mi ilusión.

Y me di cuenta:

¿Cómo va a tener arreglo

algo que nunca fue cierto?

YirástrofeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora