Yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla.
Una tarde, en un pueblo pequeño donde todos se conocían, un grupo de jóvenes vio a anciana Marah desesperadamente algo en el jardín frente a su choza. Todos se acercaron a la pobre anciana para ver si la podían ayudar
-Marah, ¿Qué le pasa? ¿Qué ha perdido? ¿Le podemos ayudar? -le preguntaron.
La anciana con tono triste contestó.
– Perdí mi aguja de oro…
Al oírla, los jóvenes se pusieron a buscar, pero de repente uno de los jóvenes dijo:
Rabiya, el jardín es muy extenso y por contra, la aguja es muy pequeña; además pronto anochecerá, ¿Puedes decirnos más o menos por donde se le cayó y así poder centrarnos en esa zona?
La anciana levantó la mirada, señaló hacia su casa y le contesto: Sí tienes razón. La aguja se me cayó allí, dentro de casa.
Esto enfadó al grupo de jóvenes.
- Marah, ¿te has vuelto loca? Si la aguja se te cayó dentro de casa, ¿Por qué andamos buscándola aquí afuera?
Entonces Marah sonrió y les dijo:-
Es que aquí afuera hay luz, cosa que dentro de la casa no hay.
El joven que no entendía nada y pensaba que la anciana definitivamente había perdido la cabeza dijo:
-Pero aun teniendo luz, si estamos buscando donde no has perdido la aguja, ¿Cómo pretendes encontrarla? ¿No es mejor llevar una lámpara al interior de la casa y buscarla allí, donde la ha perdido?
La anciana volvió a sonreír
-Sois tan inteligentes para ciertas cosas…. ¿por qué no empleáis esa inteligencia?
Y continuó.
- Sois tan inteligentes para las cosas pequeñas. ¿Cuándo vais a emplear esa inteligencia para vosotros mismos, para vuestra vida interior?
Miles de veces os he visto a todos vosotros buscando desesperadamente afuera. Buscando aquello que se os ha perdido en vuestro interior.¿Por que buscáis la felicidad alrededor vuestro?
¿Acaso la habéis perdido allí, o realmente, la habéis perdido en vuestro interior?
