CAPÍTULO 4

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Un fuerte dolor de cabeza hace que me despierta, pero no me importa demasiado, de todas formas no estaba teniendo un buen sueño. 

Once de la mañana, cubro mi cara y suelto un gran bostezo con una notoria flojera, pese a que es lunes y sé que por año nuevo no voy a ir a trabajar, en realidad, es un día libre para todos.

Mi celular suena y el identificador dice que es mi padre y sinceramente no estoy de humor como para contestarle en este momento.  Recuerdo la fiesta de anoche, un total desastre, al menos para mí.  Recuerdo que luego de irme hacia mi departamento, tomé una botella de ron y lo empecé a tomar puro, sin mezcla alguna; molestaba un poco mi garganta al principio pero eso pasó rápido.  Sé que puede llegar a sonar algo ridículo decir que estuve toda la madrugada pensando en Phoebe, recordaba su sonrisa, sus ojos, su forma de hablarme y acariciarme y creo que en algún punto, el alcohol logró que alucinara pensando que ella estaba ahí conmigo tratando de calmar mi tristeza, pero fue sólo eso, una alucinación y una dolorosa.  Y repito, ridículo a los ojos de aquel que hasta ahora no ha sufrido por amor, pero para otros es algo entendible.  Sufrir por amor es como sentir que te clavan miles de puñaladas en el corazón con las palabras y actos dolorosos escritas en estas, como si de alguna manera, la parte cruel de la vida le encantara verte sufrir por aquella a la que pensaste que era el amor de tu vida.

Decido levantarme, pues quedarme todo el día no es una opción.  Me pongo a buscar alguna pastilla para el terrible dolor de cabeza y esperar a que haga efecto en lo que me doy una ducha rápida.  Pienso, trotar un poco por algunas manzanas no me hará daño, es más, creo que ayudará a que mi mente se despeje un momento.  Ropa deportiva algo abrigada, digamos que incluso el clima no está del todo a mi favor el día de hoy.

Saludo al portero del edificio, un señor de una edad ya avanzada pero muy amable.

Izquierda o derecha, es la misma cuestión que tengo cada que decido salir a correr.  La semana pasada fui por la derecha así que esta semana toca, por obviedad, la izquierda.  No acostumbro a correr con música como muchas personas o hacen, prefiero escuchar los sonidos de la propia naturaleza, estar atento de alguna manera al mundo real y poder apreciar cada pequeño detalle que tiene.  Al escribir me inspiro en esas pequeñas cosas, como el sonido de las gotas de lluvia que hacen al caer encima de alguna base sólida y lo puedo representar como algún tipo de emoción: si caen de una forma lenta, donde puedes escuchar gota por gota, lo llego a asociar como un sentimiento de calma pero que llega a tener un pequeño toque de impaciencia.  Si caen de una forma rápida y torrencial, es un sentimiento de angustia, preocupación, pero al igual que mi otra forma de pensar, tiene un giro, un cambio, se vuelve en algo tranquilo, lo cual utilizo eso más porque me representa, con la lluvia por alguna extraña razón, un sin fin de ideas vienen a mi cabeza.

Veinte minutos para la una de la tarde y sigo corriendo pero mi resistencia sigue como cuando empecé, pero ya es tiempo de que me de otra ducha pero esta vez una larga.

...

No puedo creer que Ian tarde siempre como media hora cada que quedamos en almorzar juntos.  Estoy esperando desde las dos y ya son las dos y media.  Pero bueno, es mi mejor amigo, algún día tendrá que entender que el ser impuntual le generará problemas.  

- Siento la demora - Apareció sentándose al frente mío.

- ¿En serio Ian?  ¿Qué estabas haciendo?

- Pues, seguramente recuerdas a la rubia de ayer, la de la fiesta - Sonrió de manera pícara.

- No me digas, fueron a tu apartamento y hasta hace unas horas despertaron y la despachaste, ¿no?

- Sabes cómo funcionan las cosas conmigo.

- Sólo quiero saber algo, ¿qué pasó con la chica que me presentaste una vez?  Harper, creo que así se llamaba.  Salían todos los días.

- Sí.  Osea es linda y toda la cosa.

- ¿Pero?

- Pero no soy de relaciones serias y lo sabes.

- Eso no es lo que parecía hace unas semanas.  

- Mira, ella es una chica linda, divertida, inteligente, espontánea.  Y eso me gusta, pero también me gusta la vida libre, no estar en una relación, no tener quien me regañe por ver a otras chicas.

Y señoras y señores, él es mi mejor amigo, el peor en relaciones, si es que tuvo alguna, que puede existir.

- Ian, eres mi mejor amigo y te quiero, pero creo que ya es momento que pares todo esto.  En estos días que me contabas de ella, se te veía feliz, sonriente, cosa que lo eres pero esta vez se te veía el doble.  Además, no se le ve una mala chica, deberías pensarlo antes de lastimarla, quien sabe y le gustas.  

- Jackson, no la lastimaré, sólo me iré alejando lentamente sin causarle algún dolor.

- ¿Desean ordenar? - Se nos acercó una mesera simpática; automáticamente Ian la miró como si se la estuviera comiendo con la mirada.  Yo solo me dediqué a negar con la cabeza.

...

En el camino de regreso a mi apartamento, estuve pensando en mi mejor amigo y me pregunto, ¿por qué no abrirse a la idea de tener una relación seria?  ¿por qué no darse la oportunidad de dejar que el amor entre a su vida?  Si de verdad ocurriera, entendería porque todas las parejas se dan regalos sorpresas, porque celebran un aniversario; siempre le pareció algo tonto, pero para mí es todo lo contrario, para mí es algo grandioso, son gestos, detalles y momentos que tienes a esa persona especial porque la amas y quieres verla feliz.  Si uno está realmente enamorado, hará lo que sea por que ese amor no acabe nunca.

Tengo veintitrés años y he sido engañado por tantas personas que he amado, y el dolor aún no se va.  Aún anhelo con volver a tener una relación que en verdad valga la pena, que no esté llena de engaños y mentiras, que sólo esté llena de amor y fuerza.  Quisiera poder de volver a ser capaz de amar a otra mujer, que me haga olvidar todo el dolor, que me haga recuperar la felicidad que una vez sentí, sólo que esta vez sea real.  Quisiera poder decir que ya superé a Phoebe, pero no es así y es que hasta ahora se me hace difícil encontrar a alguien como ella o mejor, pero he ahí el problema, no sé si exista alguien mejor, a pesar del dolor que me causó.  O tal vez si existe, pero no he sabido encontrarla.  Quiero creer que aún hay tiempo.

Entro a mi apartamento y me encuentro con una no grata sorpresa.

- Papá, ¿qué haces aquí? - Pregunto lanzando mis llaves a una mesa al lado de mi sofá.

- No contestaste ninguna de mis llamadas - Alcé una ceja - Vine a darte una noticia, bueno no del todo completa pero importante.

- ¿Y es?

- Este viernes tendremos una cena, muy importante para la empresa y sí o sí tienes que ir.

- Papá, por millonésima vez, no me interesan esas cenas que organizas, sabes que no quiero trabajar en la empresa.

- Aún así lo sigues haciendo - Levantó su voz, por lo que no me quedé atrás.

- ¡Y por una muy buena razón papá! Y tú lo sabes muy bien.

- Sabes que yo podría pagarlo.

- No, no quiero que tú estés metido en esto y mucho menos con ella - Unas lágrimas empezaron a caer de mis ojos - Vete, quiero estar solo.

- Jackson, no tienes por qué hacer esto - Intentó acercarse a mí.

- Papá, por favor.  Déjame solo.

Bajé la mirada, y escuché sus pasos aproximarse, y cuando pensé que me diría algo más, se fue. 

Sequé mis lágrimas y fui a la cocina, necesitaba fumar en ese momento.  Siempre tengo una caja de cigarros, hasta creo que se me ha hecho un vicio esto de fumar, se volvió como una necesidad; y sé que puede llegar a traer consecuencias pero muchas veces puedo llegar a ser mi impulsivo, por ende, no pienso en lo que puede llegar a pasar en un futuro.

Mi celular suena y sin verificar quién llama, contesto pensando que es mi padre nuevamente.

- Papá, ya te dije.  Por favor.

- Jackson - Dijo una voz femenina que hizo que el corazón se me acelerara.

- Phoebe.

...♡...

A Kilómetros De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora