uno - jimin [parte uno]

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Canciones de JiMin: The Kill - 30 seconds to Mars / Wolf in sheep's clothing - Set it off

Respirar. A JiMin a veces le costaba tanto respirar. Sobre todo cuando su conciencia decidía volver, cuando se daba cuenta de lo que estaba haciendo. Pasaba pocas veces, contada con los dedos, pero lo odiaba.

Ahí, mientras esperaba en esa oscura habitación a que algún desconocido se presentara, recordó aquella primera vez en la que su madre lo llevó a visitar a un psicólogo. Era su cabala, estaba volviendo y no podía volver ahora. Una habitación de colores claros y prolijos, una mujer tras un gran escritorio en su centro. Todo lucía tan limpio fuera de su oscura y sucia mente. Solo tenía 6 años.

JiMin tenía amigos, amigos imaginarios. Amigos que le decían, que le pedían que hiciera cosas y lo molestaban seguidamente. Su madre estaba preocupada, demasiado. Su hijo lloraba mucho, su hijo hablaba con el aire. Su hijo parecía un lunático y lo que hizo aquella mujer, esa detrás del escritorio, fue corroborarlo y recetarle un montón de medicamentos más próximas citas, las que la madre aceptó con una gran sonrisa. JiMin odiaba esas pastillas, pero también odiaba a sus amigos, por lo que, dejó que su madre hiciera lo que quisiera con él. Ella lucía feliz cuando él estaba drogado.

Pasaron los años, JiMin lucía como un niño normal, comía como un niño normal, hablaba y tenía amigos reales como un niño normal. Pero la realidad era que JiMin no se sentía de esa forma, JiMin no sentía nada en absoluto. Cuando los 14 tocaban su puerta, el recordaba haber sentido miedo, inseguridad, terror, algo. Era algo borroso, pero estaba ahí y quería, deseaba que su cuerpo se contrajera debido a las emociones. Muchas veces lo intentó, no tomar sus medicamentos, los cuales habían reducido su dosis a través de los años, pero su madre era atenta y no lo dejaba en paz hasta ver aquella pastilla bajar por su garganta. La razón lo había atacado y estaba a punto de renunciar a su "estúpida" idea, cuando un día su madre lo dejó a cargo de una niñera, la cual tenía muchas cosas en mente como recordar la más importante de sus tareas...y JiMin tampoco lo recordó.

Esa noche, JiMin se fue a la cama temprano. Estaba cansado, su estomago dolía y su mente estaba tan llena de cosas que apenas podía soportarlo. Posó su cabeza en la almohada con cuidado y se tapó hasta la nariz para evitar así sentir frío. Todo comenzó a parecer más oscuro que lo usual y JiMin ni siquiera había podido pestañear. Su cuerpo estaba siendo inundado en sudor, un calor horrible se apoderaba de su cuerpo y sentía que no podía escapar, ni hablar, ni gritar. Parálisis de sueño, pensó. Le había ocurrido otras veces, pero esta parecía ser la peor de todas. Nauseas comenzaron a florecer en su estomago y cada vello de su cuerpo se levantó. En cuanto la primera lagrima se asomó por su ojo izquierdo, las emociones parecieron escapar de la fría caja de Pandora en su interior, entregándole un escalofrío en todo su cuerpo, un espasmo recorriendolo a la par de palabras dichas en su oído:

¿Me extrañaste, JiMinnie?  

Un grito estruendoso se oyó por cada rincón de su hogar, pero no sabría decir y será de terror o felicidad, quizás ambas.

JiMin afirmó con fuerza la tela de su pantalón mientras su paciencia era algo colmada. Parecía ser una noche lenta. Se dejó caer en la cama y miró el techo desteñido y viejo y pensó que de seguro conseguiría una mejor paga si decidía trabajar en un lugar de mejor calidad, pero nadie quería contratar a un chico menor de edad en sus cinco sentidos. Suspiró y cerró los ojos, volviendo a perderse en sus recuerdos.

Su madre despidió a la niñera a la mañana siguiente, en cuanto lo encontró llorando afirmado a su almohada y a aquella mujer desconocida intentando calmarlo. Los ojos del castaños estaban hinchados y rojos, al igual que sus labios en los cuales destacaban rastros de sangre. JiMin pensaba que su madre lo abrazaría y que ella lo intentaría calmar, así como lo había intentado la mujer que había dejado su casa hace unos minutos, pero no. Su madre solo lo miró, aterrada y furiosa, antes de voltearse e irse a buscar los medicamentos como si no hubiera un mañana. Entonces JiMin lo notó, su madre no se esforzó tanto en mantenerlo "normal" porque lo amaba, sino porque le tenía miedo.

oscuras necesidades × kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora